Muere por coronavirus a los 80 años Antonio Algora, obispo emérito de Ciudad Real
El coronavirus se ha cobrado una nueva víctima mortal más en España. En este caso la del obispo emérito de Ciudad Real, Antonio Algora, que ha fallecido a los 80 años en el hospital de La Paz de Madrid tras haber sido ingresado a causa del virus el pasado 20 de septiembre.
Monseñor Antonio Ángel Algora nació en La Vilueña (Zaragoza), el día 2 de octubre de 1940. Cursó los Estudios Eclesiásticos en el Seminario diocesano de Madrid. El 23 de diciembre de 1967, fue ordenado sacerdote y quedó incardinado en la que entonces era la Archidiócesis de Madrid-Alcalá. Además, estudió Sociología en el Instituto Social León XIII, de la Universidad Pontificia de Salamanca en Madrid.
Desde 1968 a 1973, desempeñó el cargo de consiliario de las «Hermandades del Trabajo», en Alcalá de Henares. Trasladado a Madrid como consiliario de los jóvenes de las “Hermandades del Trabajo”, sustituyó al fundador, Abundio García Román, en 1978, como Consiliario del Centro de Madrid. El 9 de octubre de 1984, fue nombrado Vicario Episcopal de la Vicaría VIII de la Archidiócesis de Madrid.
El 20 de julio de 1985, fue nombrado obispo de Teruel y Albarracín. Fue consagrado obispo, el 29 de septiembre de ese mismo año, por el Nuncio Apostólico en España, Monseñor Mario Taglaferri.
El día 20 de marzo de 2003 fue nombrado por Juan Pablo II obispo de Ciudad Real, con el título honorífico de Prior de las Órdenes Militares. Tomó posesión el día 18 de mayo de 2003, en la Santa Iglesia Catedral Basílica. El 2 de octubre de 2015, después de doce años como obispo prior de la diócesis de Ciudad Real, presentó la renuncia al gobierno de la diócesis por razones de edad.
El 8 de abril de 2016 se anunció que lo sucedería Gerardo Melgar Viciosa, en ese momento obispo de la diócesis de Osma-Soria. Desde ese momento, Antonio Algora vivía en Madrid, celebraba la eucaristía a diario en la parroquia Santa María la Mayor y San Julián, en el distrito madrileño de Tetuán. Además, acompañaba a las “Hermandades del Trabajo”, tal y como comenzó en sus primeros años de sacerdocio.