Una iniciativa de la ACdP y la Fundación San Pablo-CEU
«Yo soy cristiano», un Congreso con acciones y propuestas para regenerar la España de hoy
La Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), y su Obra la Fundación San Pablo CEU, organizan el Congreso Católicos y Vida Pública que en su XVIII edición lleva por lema “YO SOY CRISTIANO: hechos y propuestas”, a celebrar en Madrid los días 11,12 y 13 de noviembre.
Juan Caamaño Aramburu, propagandista del centro de Jeréz y miembro del Comité Ejecutivo del Congreso Católicos y Vida Pública, explica en este artículo el sentido de esta nueva cita de los seglares católicos, y la virtualidad de la misma recogiendo el imperativo del Papa Francisco de construir una "Iglesia de salida".
Un Congreso con solera nacido en 1999
Nacido en el año 1999, el Congreso Católicos y Vida Pública acude a su cita anual manteniendo vigente su espíritu original, que no es otro que el que viven los Propagandistas de acuerdo con su carisma: «dedicación al apostolado en la vida pública y el deseo de promover la cooperación y coordinación de los católicos en la sociedad».
Este año el espíritu con que la ACdP organiza el Congreso se fundamenta en el magisterio del Papa Francisco cuando dice: «No debemos tener miedo de ser cristianos y de vivir como cristianos... el aporte de la Iglesia en el mundo actual es enorme... Agradezco el hermoso ejemplo que me dan tantos cristianos que ofrecen su vida y su tiempo con alegría».
Lo cual a la hora de plasmarlo en un encuentro de creyentes, junto a quienes no comparten nuestra fe, se traduce en reafirmar nuestra identidad y compromiso de cristianos, al mismo tiempo que, con humildad pero con firmeza, dar testimonio de cómo vivimos nuestra fe en el ámbito de la vida pública.
El lema del Congreso
De alguna manera el lema escogido está relacionado con esa máxima tan extendida que pretende relegar la vivencia de la fe a la esfera de la vida privada. Una máxima, por cierto, que ha calado entre no pocos cristianos con responsabilidades públicas, unas veces con la vergüenza, otras con el silencio, también doblegándose, y las más mirando para otro lado.
Reacciones diferentes en Francia...
No ocurre lo mismo en otros sectores de la sociedad, aunque tengan un carácter diferente. Tengo muy presente la fecha del 11 de enero de 2015, cuando a raíz del atentado contra el semanario satírico francés “Charlie Hebdo”, la “vieja” Europa se manifestaba por las calles de París bajo el lema “Je suis Charlie”, con el propósito de solidarizarse con las víctimas del atentado, manifestar su firmeza frente al terrorismo y mostrar la firme defensa de la libertad de expresión. Mientras los europeos recorrían las calles de Paris, a la misma hora, cientos, miles de cristianos en Siria e Irak eran perseguidos, despojados de sus bienes y expulsados de sus casas; ¿los motivos? “simplemente” el hecho de ser cristianos, debiendo elegir entre la huida apresurada, la muerte o renegar de su fe. Para ellos no había libertad de expresión, y mucho menos libertad de vivir su fe abiertamente.
El lema “YO SOY CRISTIANO” no tiene en este caso un carácter reivindicativo, sino que lleva en sí mismo el más puro sentido evangélico al manifestar públicamente nuestra fe sincera en Cristo, la cual cambia nuestras vidas y nos mueve al compromiso con los más necesitados.
Hechos y propuestas
Es nuestra intención que sea un Congreso alejado de moralinas y superfluos análisis sociológicos, así como de quejas y lamentos. Por el contrario, queremos mostrar el verdadero rostro de la Iglesia en su permanente preocupación por el ser humano y por la sociedad en la que vive, porque es en el terreno de la realidad de la vida cotidiana donde el cristianismo está llamado a mostrar la Verdad.
El Papa Francisco es claro en este sentido cuando dice que «la realidad es superior a las ideas» (EG 231-233) porque cuando las ideas se alejan de la realidad que viven las personas se cae en el idealismo, provocando falsas ilusiones que llevan al desencanto; sabemos que las ideas también configuran la realidad, pero no la constituyen. No importa que la realidad actual no sea la mejor de las realidades, y el Papa lo sabe bien, pero él nos guía, nos motiva y nos ilumina a la hora de sentir que es la fe en la persona de Cristo, en su estilo de vida y en sus enseñanzas, lo que nos debe llevar a vivir esa fe en nuestra realidad social y cultural mediante las obras de misericordia, las corporales y las espirituales.
Una invitación al Congreso
Todo congreso, sea cual sea la intención a la hora de organizarlo, no tiene sentido si no es capaz de motivar e ilusionar a los futuros asistentes. ¿Y cómo hacerlo en este Congreso Católicos y Vida Pública? Tres aspectos quisiera destacar, y que son perceptibles en el programa que se ha elaborado.
En primer lugar destacaría la coherencia de vida de los participantes, porque solo siendo coherentes con lo que se proclama se puede transmitir con convicción el mensaje de Cristo. Son personas que representan a instituciones como Caritas, Manos Unidas, Ayuda a la Iglesia Necesitada o la Comunidad de San Egidio; también personas implicadas en la Pastoral Penitenciaria o en la ayuda a quienes son perseguidos por su fe. En definitiva, cristianos comprometidos que viven una “Iglesia en salida”, una Iglesia “hospital de campaña”, cuyas experiencias adquieren mayor sentido, si cabe, en el Año de la Misericordia que estamos viviendo.
En segundo lugar es significativa la amplia representación en el Congreso de diferentes sectores sociales: universidad, economía, medios de comunicación, política y cultura en general. Esta es la realidad de nuestra vida, donde se manifiestan nuestras preocupaciones e inquietudes, la que permite a un cristiano dar cada día testimonio de los valores contenidos en el Evangelio. Y en esta vivencia de la realidad que como cristianos queremos manifestar y compartir, nos acompañaran representantes de la Iglesias Evangélica y Ortodoxa.
El tercer aspecto se refiere a los asistentes. Es un Congreso dirigido a jóvenes y adultos, a creyentes y no creyentes, donde tanto unos como otros encontraran motivos y momentos para enriquecer sus conocimientos, para conocer la realidad de la Iglesia o para compartir su fe y sus propias experiencias con el hermano cristiano y con aquel que está en búsqueda de la Verdad.
A los jóvenes les dedicamos un apartado especial; siguiendo los requerimientos del Papa, les invitamos a que «hagan lio», a ser críticos, a «no hacer de la vida un sofá que los adormezca», sino que vengan a compartir sus inquietudes y proyectos, pero sobre todo a «dejar huella».
Y si todo lo anterior no es suficiente, la mejor invitación para acudir al Congreso la recojo de unas palabras del Papa: «Las obras de misericordia nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu».
Os esperamos...
Más información en:
Yo soy cristiano. Congreso católicos y vida pública
Juan Caamaño Aramburu, propagandista del centro de Jeréz y miembro del Comité Ejecutivo del Congreso Católicos y Vida Pública, explica en este artículo el sentido de esta nueva cita de los seglares católicos, y la virtualidad de la misma recogiendo el imperativo del Papa Francisco de construir una "Iglesia de salida".
Un Congreso con solera nacido en 1999
Nacido en el año 1999, el Congreso Católicos y Vida Pública acude a su cita anual manteniendo vigente su espíritu original, que no es otro que el que viven los Propagandistas de acuerdo con su carisma: «dedicación al apostolado en la vida pública y el deseo de promover la cooperación y coordinación de los católicos en la sociedad».
Este año el espíritu con que la ACdP organiza el Congreso se fundamenta en el magisterio del Papa Francisco cuando dice: «No debemos tener miedo de ser cristianos y de vivir como cristianos... el aporte de la Iglesia en el mundo actual es enorme... Agradezco el hermoso ejemplo que me dan tantos cristianos que ofrecen su vida y su tiempo con alegría».
Lo cual a la hora de plasmarlo en un encuentro de creyentes, junto a quienes no comparten nuestra fe, se traduce en reafirmar nuestra identidad y compromiso de cristianos, al mismo tiempo que, con humildad pero con firmeza, dar testimonio de cómo vivimos nuestra fe en el ámbito de la vida pública.
El lema del Congreso
De alguna manera el lema escogido está relacionado con esa máxima tan extendida que pretende relegar la vivencia de la fe a la esfera de la vida privada. Una máxima, por cierto, que ha calado entre no pocos cristianos con responsabilidades públicas, unas veces con la vergüenza, otras con el silencio, también doblegándose, y las más mirando para otro lado.
Reacciones diferentes en Francia...
No ocurre lo mismo en otros sectores de la sociedad, aunque tengan un carácter diferente. Tengo muy presente la fecha del 11 de enero de 2015, cuando a raíz del atentado contra el semanario satírico francés “Charlie Hebdo”, la “vieja” Europa se manifestaba por las calles de París bajo el lema “Je suis Charlie”, con el propósito de solidarizarse con las víctimas del atentado, manifestar su firmeza frente al terrorismo y mostrar la firme defensa de la libertad de expresión. Mientras los europeos recorrían las calles de Paris, a la misma hora, cientos, miles de cristianos en Siria e Irak eran perseguidos, despojados de sus bienes y expulsados de sus casas; ¿los motivos? “simplemente” el hecho de ser cristianos, debiendo elegir entre la huida apresurada, la muerte o renegar de su fe. Para ellos no había libertad de expresión, y mucho menos libertad de vivir su fe abiertamente.
El lema “YO SOY CRISTIANO” no tiene en este caso un carácter reivindicativo, sino que lleva en sí mismo el más puro sentido evangélico al manifestar públicamente nuestra fe sincera en Cristo, la cual cambia nuestras vidas y nos mueve al compromiso con los más necesitados.
Hechos y propuestas
Es nuestra intención que sea un Congreso alejado de moralinas y superfluos análisis sociológicos, así como de quejas y lamentos. Por el contrario, queremos mostrar el verdadero rostro de la Iglesia en su permanente preocupación por el ser humano y por la sociedad en la que vive, porque es en el terreno de la realidad de la vida cotidiana donde el cristianismo está llamado a mostrar la Verdad.
El Papa Francisco es claro en este sentido cuando dice que «la realidad es superior a las ideas» (EG 231-233) porque cuando las ideas se alejan de la realidad que viven las personas se cae en el idealismo, provocando falsas ilusiones que llevan al desencanto; sabemos que las ideas también configuran la realidad, pero no la constituyen. No importa que la realidad actual no sea la mejor de las realidades, y el Papa lo sabe bien, pero él nos guía, nos motiva y nos ilumina a la hora de sentir que es la fe en la persona de Cristo, en su estilo de vida y en sus enseñanzas, lo que nos debe llevar a vivir esa fe en nuestra realidad social y cultural mediante las obras de misericordia, las corporales y las espirituales.
Una invitación al Congreso
Todo congreso, sea cual sea la intención a la hora de organizarlo, no tiene sentido si no es capaz de motivar e ilusionar a los futuros asistentes. ¿Y cómo hacerlo en este Congreso Católicos y Vida Pública? Tres aspectos quisiera destacar, y que son perceptibles en el programa que se ha elaborado.
En primer lugar destacaría la coherencia de vida de los participantes, porque solo siendo coherentes con lo que se proclama se puede transmitir con convicción el mensaje de Cristo. Son personas que representan a instituciones como Caritas, Manos Unidas, Ayuda a la Iglesia Necesitada o la Comunidad de San Egidio; también personas implicadas en la Pastoral Penitenciaria o en la ayuda a quienes son perseguidos por su fe. En definitiva, cristianos comprometidos que viven una “Iglesia en salida”, una Iglesia “hospital de campaña”, cuyas experiencias adquieren mayor sentido, si cabe, en el Año de la Misericordia que estamos viviendo.
En segundo lugar es significativa la amplia representación en el Congreso de diferentes sectores sociales: universidad, economía, medios de comunicación, política y cultura en general. Esta es la realidad de nuestra vida, donde se manifiestan nuestras preocupaciones e inquietudes, la que permite a un cristiano dar cada día testimonio de los valores contenidos en el Evangelio. Y en esta vivencia de la realidad que como cristianos queremos manifestar y compartir, nos acompañaran representantes de la Iglesias Evangélica y Ortodoxa.
El tercer aspecto se refiere a los asistentes. Es un Congreso dirigido a jóvenes y adultos, a creyentes y no creyentes, donde tanto unos como otros encontraran motivos y momentos para enriquecer sus conocimientos, para conocer la realidad de la Iglesia o para compartir su fe y sus propias experiencias con el hermano cristiano y con aquel que está en búsqueda de la Verdad.
A los jóvenes les dedicamos un apartado especial; siguiendo los requerimientos del Papa, les invitamos a que «hagan lio», a ser críticos, a «no hacer de la vida un sofá que los adormezca», sino que vengan a compartir sus inquietudes y proyectos, pero sobre todo a «dejar huella».
Y si todo lo anterior no es suficiente, la mejor invitación para acudir al Congreso la recojo de unas palabras del Papa: «Las obras de misericordia nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu».
Os esperamos...
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Yo soy cristiano. Congreso católicos y vida pública
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