La beatificación de 18 mártires el pasado sábado en Santander, un acontecimiento de primer orden
El prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal Angelo Amato, presidió el sábado 3 de octubre en la Catedral de Santander la ceremonia y misa de beatificación de 18 religiosos mártires de la persecución religiosa de 1936 en España, pertenecientes a la Orden del Císter.
Se trata de la causa de beatificación de "Pío Heredia y 17 compañeros mártires", integrada monjes de la abadía cisterciense de Santa María de Viaceli, en Cóbreces (Cantabria).
Presidió la ceremonia, que comenzó a las 12.00 de la mañana, el cardenal prefecto de la congregación para las causas de los santos, Angelo Amato.
Desde las 11.30 horas las campanas de la catedral repicaron: se considera la ceremonia religiosa más importante en la historia cántabra reciente.
De los mártires, 16 pertenecían al monasterio cántabro de Santa María de Viaceli de Cóbreces. Otros dos mártires era dos monjas del monasterio valenciano de Fons Salutis de la localidad de Algemesí.
Los mártires se hallaban en el monasterio cisterciense de Cóbreces y en su mayoría murieron asesinados por mantenerse firmes en su fe, con sus cuerpos arrojados a la bahía de Santander en el año 1936. Se trata, pues, de unos mártires cuyos restos mortales no podrán ser venerados, ya que se perdieron bajo las olas.
Algunos de estos mártires habían nacido en Álava, León, Valencia, Burgos, Palencia o Lérida, por lo que en sus Diócesis de origen también se han celebrado Eucaristías de acción de gracias.
Vídeo de YouTube con la ceremonia completa en la catedral de Santander
El monje cisterciense del monasterio de Cóbreces, Francisco Rafael Pascual Rubio, ha sido el encargado de llevar a cabo el proceso de beatificación, causa que comenzó en 1964.
Al respecto destacó que estos mártires "eran unos sencillos monjes trabajadores del campo y de la quesería del monasterio y que nunca se inmiscuyeron en actividades políticas".
Calificó de "injustas" las muertes violentas de estos monjes y monjas que murieron sin odio y perdonando a sus agresores.
Por su parte, el obispo de Santander, Mons. Manuel Sánchez, significó ante los medios informativos que estos nuevos mártires "enriquecen el patrimonio espiritual de la Iglesia y de la humanidad" porque arriesgaron su vida por no traicionar su conciencia. Así, el acto de la beatificación, se convierte en "una llamada a todos a ser consecuentes con la fe", a llevar una vida coherente con sus verdades y a ser fieles "a nuestra conciencia" en una sociedad "relativista donde todo da igual".
Bajo estas líneas, un vídeo muestra la vida en el monasterio cisterciense de Dominus Tecum en Piamonte (Italia)