Madrid homenajea al fallecido Pedro Meca, el fraile español «capellán de los vagabundos de París»
El viernes 17 de septiembre se celebró en Madrid un homenaje a título póstumo al fraile dominico Pedro Meca, fallecido en 2015, y conocido popularmente como el “capellán de los vagabundos de París”, pues fue en Francia donde pasó toda su vida religiosa ayudando a los sin techo.
Gracias al Ayuntamiento de Madrid y a la Junta del Distrito de Carabanchel se colocó una placa conmemorativa de este religioso en la entrada de la sede de la Fundación San Martín de Porres, lugar que era su casa en sus estancias de Madrid.
En el acto se congregaron autoridades públicas, amigos y trabajadores no solo de la Fundación San Martín de Porres, sino de muchas otras entidades sociales que son y que fueron, dedicadas a trabajar en favor de los más vulnerables.
Aunque nacido en Navarra, Meca fue criado por una pareja anciana hasta que se fue a los 17 años a Francia a buscar a su madre, exiliada durante la Guerra Civil Española. Allí, este dominico dedicó toda su vida a los sin techo y creó numerosas iniciativas que han sido luego copiadas y llevadas a cabo a distintos países.
El conocido como “capellán de los vagabundos” en París se dedicaba a estar literalmente con los más pobres, con los que convivía, a generarles oportunidades laborales, ayudando a que tuvieran una muerte digna pero sobre todo trabajaba en devolverles la dignidad que habían perdido.
El padre Pedro era un auténtico vendaval, algo que le generó también sus problemas. Pero, ¿qué es lo que hacía a este domínico tan particular? Realmente, su manera de trabajar con los desheredaros y los leprosos de nuestro tiempo. “Ofrecemos a gente con una autoestima muy baja la posibilidad de demostrar lo que valen, algo muy difícil si sólo se mueven en círculos de marginación”, explicaba.
Su principal labor era hacer ver a los sin techo y al resto de personas que no se puede ver solo a las personas como pobres porque carecen de algo. En su opinión, había que atender a la totalidad de la persona teniendo en cuenta que todos tienen potencialidades y riquezas que aportar al resto.
Su labor sorprendía a sus propios hermanos en la orden. El superior de los dominicos habló en una conferencia de este español: “viene a la comunidad una vez a la semana para asearse y conseguir algo de comida. Lleva el pelo largo y parece como un vagabundo pero es una de las personas más felices que he conocido”.
Llevó a Lourdes a una multitud de indigentes
Y es que el superior contaba que le conoció en Lourdes: “Pedro había llevado a un montón de gente realmente pobre, una auténtica multitud de indigentes. Encontró un modo de llevarlos allí y, lo más importante de todo, lo hacía con profunda alegría”.
Una de las imágenes más conocidas de él es la de las multitudinarias misas de Navidad que presidía en París. En esas fechas siempre celebraba una gran misa para los vagabundos, en una enorme tienda de campaña en el centro de la capital francesa. Hasta mil personas se llegaron a reunir en ellas para después disfrutar todos ellos de un gran banquete y así celebrar el nacimiento del Salvador.
Colaborador del Abbé Pierre
Colaboró codo con codo con el Abbé Pierre, creador de los traperos de Emaús, y de ahí surgió la idea de dedicar su vida a los excluidos de la sociedad. Surgió así la obra por la que este dominico navarro era conocido en Francia y en el extranjero: los Compañeros de la Noche y el centro La Moquette.
¿Qué es La Moquette? Es un centro en el que las personas sin techo y con techo pueden ir por las noches entre semana para reunirse, leer el periódico, jugar a las cartas, hablar o participar en conferencias. Es decir, hallarse en un clima de acogida y de escucha, en el que los sin techo recuperen su dignidad y los que sí tienen uno pierden sus prejuicios. De hecho, en este local no se da ni ropa ni alimento.
Pedro Meca quería ir mucho más allá del asistencialismo más primario ya que creía que había cosas igual o más importantes que el alimento. En una entrevista aseguraba que “se puede no tener nada y aportar muchas cosas”.
Los sin techo, los solidarios
De este modo, añadía que “los sin hogar pueden enseñar muchas cosas. De la gente pobre sólo se ven las necesidades y cómo llenarlas: no tienen casa, no tienen qué comer, no tienen vestido…Mi relación no es esa, es encontrarme con alguien con sus potencialidades, su saber, su cultura, sus gustos, sus pasiones, lo que le interesa. La persona en su globalidad, no el enfoque de ‘¿qué necesita de mí?’. Ellos pueden y tienen que aportar. Un principio fundamental es que puedan dar, que puedan participar en acciones de solidaridad”.
"Los muertos en la calle"
Además de esta entrega, los vagabundos que acuden aquí realizan dos actividades de lo más curiosas pero que son de lo más útil. Hablaba este dominico de la obra que crearon, llamada “los muertos en la calle” puesto que “según como se trata a un cadáver, así se trata a la gente. La gente arma revuelo cuando alguien muere, no cuando vive. Si nos ocupamos de los muertos es porque nos interesan los vivos (…) La vida en la calle anuncia una muerte prematura”.
De ahí surgió dicha iniciativa, contaba en otra conferencia, ya que “había gente que moría en la calle y nadie los reclamaba. Hemos llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento: nos pasan la lista de la gente que ha muerto en la calle (y también en casas u hospitales) y que nadie reclama. La gente de la calle acompaña también a la gente que no ha muerto en la calle y por las que nadie se interesa. Aquí se ve como la gente de la calle aporta a la sociedad cosas que no aporta nadie. Nos damos cuenta que las actitudes excluyentes son patrimonio de toda la sociedad. Así conocemos cuanta gente muere. Así vemos a través de su muerte como era su vida. Muchos mueren solos. Le encendemos una vela, hacemos un taller de escritura y los textos se leen en la celebración ya sea civil o religiosa”.