«La Iglesia del boato renacentista, de los privilegios, ya no existe», dice el arzobispo de Zaragoza
El nuevo Arzobispo de Zaragoza, anteriormente obispo de Santander, Vicente Jiménez, dice que aspira a ser un pastor de "servicio, concordia y unidad".
-¿Cómo se enteró de su nombramiento?
- Entre el 25 y el 29 de noviembre viajé a Roma para participar en una asamblea plenaria de una congregación romana. Estando allí, me llamó el cardenal prefecto Marc Ouellet, que es el presidente de la congregación que asesora al Papa en el nombramiento de los obispos. Me dijo que el Santo Padre quería que fuera el arzobispo de Zaragoza. Me cogió por sorpresa, pero en eso consiste mi vocación de servicio.
-¿Y cómo le han recibido los aragoneses? ¿Le ha costado despedirse de Cantabria?
-Todas las despedidas son tristes... ya se dice que algo se muere en el alma cuando un amigo se va. En los siete años que he estado en esa bella tierra he sido acogido y querido, por eso me ha costado salir. Pero en Zaragoza he encontrado una tierra noble, con gente muy acogedora. Me siento muy a gusto, estoy contento y le doy las gracias a los ciudadanos por su cariño.
-Parece que el relevo del arzobispo emérito, Manuel Ureña, ha sido muy apresurado. Se descubrió un pago sospechoso a un diácono y fue usted nombrado en tiempo récord. ¿Cree que tuvo relación?
-Pues no sé, porque yo no sabía nada de esto. Supe de la noticia oficial: que por razones de salud había habido renuncia en la sede de Zaragoza, pero no sabía los motivos. Ni he preguntado ni tampoco me los han dicho. No he indagado en las causas de la renuncia y tengo que creer lo que él ha dicho.
-Cuando fue elegido obispo de Santander también lo hizo entre un enorme revuelo porque se dijo que su predecesor había sido excesivamente permisivo con algunos excesos... ¿Se repite la historia?
-Cada situación se produce en un momento determinado y cada obispo tiene un estilo de pastorear. A mí me gusta el diálogo, la cercanía, estudiar las cosas a fondo y tomar decisiones bien asesorado, porque cuatro ojos ven más que dos. Vengo con los ojos limpios, la mirada abierta y sin prejuicios. Vengo para formular juicios, no prejuicios.
-¿En qué ha quedado la investigación del Arzobispado por el pago?
-Sigue abierta porque es bueno escuchar a todos: es una realidad un poco enmarañada, porque dos y dos son cuatro, pero las personas no son tan sencillas. En estas cuestiones también hay anónimos o faltan pruebas, y eso lo hace todo más difícil.
-¿Llegar a este arzobispado supone subir en el escalafón en la carrera eclesiástica?
-Yo no lo veo así, siempre he aceptado lo que la Iglesia me ha pedido, he servido desde parroquias muy humildes y desde cargos que nadie quería. No quiero medrar ni tengo esas aspiraciones. Solo aspiro a servir. Quiero ser un pastor de todos y para todos, me gustaría ser un hombre de concordia y de unidad.
-De momento, ya se ha reunido con los principales representantes aragoneses. ¿Le ha pedido a la consejera de Educación más ayudas para la escuela concertada?
-No se ha pedido nada que afecte al concierto con los centros. Sí que, con la aplicación de la Lomce en Aragón, se mantenga la carga horaria de religión y las condiciones de los profesores de esta materia. Los obispos de las diócesis de Zaragoza, Tarazona, Teruel-Albarracín y Huesca ya lo tenían dialogado y han esperado a que yo llegara, pero hay buena voluntad por todas las partes.
-También habrán hablado de la devolución de los bienes eclesiásticos que siguen en Lérida. ¿Piensa reclamarlos?
-He estudiado las sentencias eclesiásticas y civiles, y siempre han dado la razón sobre la titularidad y propiedad a Aragón. No tengo competencias jurisdiccionales en la diócesis de Barbastro-Monzón, pero la apoyo y me parece bien moralmente que esos bienes vuelvan.
-No es el único patrimonio en peligro. Muchos pueblos de Aragón necesitan ayuda para salvar su riqueza ligada a los bienes religiosos.
-He mostrado mi deseo de que la DGA apoye la restauración y la conservación del patrimonio histórico artístico de la región, si bien es cierto que ellos también dicen que es una época de vacas flacas. Invertir dinero público en la conservación del patrimonio es una inversión legítima y justa porque repercute en el bien del pueblo, y ese patrimonio genera turismo y riqueza.
-Creo, además, que como soriano que es, conoce algo el territorio aragonés y es sensible a sus necesidades.
-La tierra de Soria es trabajadora, humilde, y mucha gente ha encontrado la oportunidad del empleo en Aragón, algo que siempre hay que agradecer. Yo cuando era obispo de Soria decía que el pueblo más grande de Soria era Zaragoza. Ha habido momentos en los que aquí ha habido 50.000 ‘soriagozanos’, y la capital no tiene 50.000. Cuando jugó el Numancia con el Barcelona, en tiempos de Cruyff, toda la provincia de Soria cabía en el Nou Camp.
-Usted es del Numancia, pero dijo que se hizo del Rácing... ¿Se hará del Real Zaragoza?
-No, dije que tenía el corazón un poco partido, pasa como si ahora juega el Real Zaragoza con el Numancia... Pues bueno, que gane el mejor, pero ojalá empaten (ríe).
-¿Rezará para que subamos a Primera?
-Eso sí, para que suban los dos. El Zaragoza va el séptimo y el Numancia, el undécimo.
-Del fútbol a la política. Ahora que está tan de moda Podemos... ¿Hay casta en la Iglesia? ¿Hay una jerarquía que no pisa tierra?
-Yo creo que no, porque los pastores de la Conferencia Episcopal estamos bastante cerca del pueblo, vivimos con austeridad, nuestro tiempo está entregado a los fieles y queremos estar cerca de los humildes con obras como Cáritas y otras muchas. Eso no es ser casta, eso es estar oliendo a oveja, como dice el Papa, con cercanía y con roce. La Iglesia del boato del Renacimiento, de los privilegios, ya no existe.
-Se habla de la profesionalización de la política. ¿No cree que también existe esa profesionalización en el sacerdocio?
-El ministerio sacerdotal es una vocación, no una profesión, pero es cierto que el Papa habla del riesgo de que seamos más funcionarios que pastores. El pastor tiene que dedicar todo su tiempo, noche y día, a estar con los fieles, dar esperanza, escuchar sus problemas, ofrecer consuelo y aliento... Un funcionario tiene un horario, pero el pastor no.
-Hace unos días, dio la vuelta al mundo la imagen del Sumo Pontífice con un transexual español. ¿Es el Papa un transgresor?
-Es un Papa muy sensible a las necesidades del corazón del hombre y la mujer de hoy, y una cosa es la persona, que tiene su dignidad siempre, y otra su situación objetiva. La persona es primero persona, y su dignidad es sagrada, y hay que quererla y respetarla, y no se le puede tratar mal, vejarla o difamarla. Otra cosa es su situación objetiva, con la que se puede estar de acuerdo o no. Sin cambiar la doctrina sí que se puede cambiar la actitud con la que acercarse a ellos.
-Entonces, matrimonio homosexual, ¿sí o no?
-En principio, matrimonio como lo entendemos nosotros, como unión de hombre y mujer, no. Pero a los homosexuales no se les puede atacar, merecen ser queridos y respetados como personas. Su situación no es condenable.
-¿Y los atentados del yihadismo? Sus protagonistas invocan a la fe, en este caso al Islam, para perpetrarlos. ¿Cómo lo ve usted, como hombre de fe que es?
-Todas las religiones tienen una doctrina de paz y reconciliación y ninguna es violenta. Otra cosa es que las personas que las profesan lo hagan desde el fundamentalismo dando lugar a un terrorismo condenable.
-Ellos se sienten ultrajados por la ridiculización de Alá que hizo el ‘Charlie Hebdo’. ¿Tiene límites la libertad de expresión?
-Ahí siempre hay una tensión dialéctica entre la verdad, el derecho a la libertad de expresión y el derecho al honor. Hay que conjugar todo, y toda libertad tiene un límite, porque el derecho de uno acaba donde empieza el del otro. La libertad de expresión es legítima pero tendrá un límite cuando ofenda cosas sagradas como los sentimientos religiosos. Antonio Machado ya decía: «Tu verdad no, la verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela». Es la tolerancia.
-Y mientras, siguen salpicando a la Iglesia casos de abusos y pederastia. ¿Les ha dado el Papa directrices en este sentido?
-Sí que hay unas directrices desde el tiempo de Benedicto XVI. Hay que condenar estos escándalos, en los que sufren inocentes, hay que estar con las víctimas y tener tolerancia cero contra cualquier abuso a un menor. Las personas que han podido caer en eso deben ser apartadas preventivamente del ejercicio del ministerio y se debe colaborar con la Justicia para que todo se esclarezca.
-¿Cómo se enteró de su nombramiento?
- Entre el 25 y el 29 de noviembre viajé a Roma para participar en una asamblea plenaria de una congregación romana. Estando allí, me llamó el cardenal prefecto Marc Ouellet, que es el presidente de la congregación que asesora al Papa en el nombramiento de los obispos. Me dijo que el Santo Padre quería que fuera el arzobispo de Zaragoza. Me cogió por sorpresa, pero en eso consiste mi vocación de servicio.
-¿Y cómo le han recibido los aragoneses? ¿Le ha costado despedirse de Cantabria?
-Todas las despedidas son tristes... ya se dice que algo se muere en el alma cuando un amigo se va. En los siete años que he estado en esa bella tierra he sido acogido y querido, por eso me ha costado salir. Pero en Zaragoza he encontrado una tierra noble, con gente muy acogedora. Me siento muy a gusto, estoy contento y le doy las gracias a los ciudadanos por su cariño.
-Parece que el relevo del arzobispo emérito, Manuel Ureña, ha sido muy apresurado. Se descubrió un pago sospechoso a un diácono y fue usted nombrado en tiempo récord. ¿Cree que tuvo relación?
-Pues no sé, porque yo no sabía nada de esto. Supe de la noticia oficial: que por razones de salud había habido renuncia en la sede de Zaragoza, pero no sabía los motivos. Ni he preguntado ni tampoco me los han dicho. No he indagado en las causas de la renuncia y tengo que creer lo que él ha dicho.
-Cuando fue elegido obispo de Santander también lo hizo entre un enorme revuelo porque se dijo que su predecesor había sido excesivamente permisivo con algunos excesos... ¿Se repite la historia?
-Cada situación se produce en un momento determinado y cada obispo tiene un estilo de pastorear. A mí me gusta el diálogo, la cercanía, estudiar las cosas a fondo y tomar decisiones bien asesorado, porque cuatro ojos ven más que dos. Vengo con los ojos limpios, la mirada abierta y sin prejuicios. Vengo para formular juicios, no prejuicios.
-¿En qué ha quedado la investigación del Arzobispado por el pago?
-Sigue abierta porque es bueno escuchar a todos: es una realidad un poco enmarañada, porque dos y dos son cuatro, pero las personas no son tan sencillas. En estas cuestiones también hay anónimos o faltan pruebas, y eso lo hace todo más difícil.
-¿Llegar a este arzobispado supone subir en el escalafón en la carrera eclesiástica?
-Yo no lo veo así, siempre he aceptado lo que la Iglesia me ha pedido, he servido desde parroquias muy humildes y desde cargos que nadie quería. No quiero medrar ni tengo esas aspiraciones. Solo aspiro a servir. Quiero ser un pastor de todos y para todos, me gustaría ser un hombre de concordia y de unidad.
-De momento, ya se ha reunido con los principales representantes aragoneses. ¿Le ha pedido a la consejera de Educación más ayudas para la escuela concertada?
-No se ha pedido nada que afecte al concierto con los centros. Sí que, con la aplicación de la Lomce en Aragón, se mantenga la carga horaria de religión y las condiciones de los profesores de esta materia. Los obispos de las diócesis de Zaragoza, Tarazona, Teruel-Albarracín y Huesca ya lo tenían dialogado y han esperado a que yo llegara, pero hay buena voluntad por todas las partes.
-También habrán hablado de la devolución de los bienes eclesiásticos que siguen en Lérida. ¿Piensa reclamarlos?
-He estudiado las sentencias eclesiásticas y civiles, y siempre han dado la razón sobre la titularidad y propiedad a Aragón. No tengo competencias jurisdiccionales en la diócesis de Barbastro-Monzón, pero la apoyo y me parece bien moralmente que esos bienes vuelvan.
-No es el único patrimonio en peligro. Muchos pueblos de Aragón necesitan ayuda para salvar su riqueza ligada a los bienes religiosos.
-He mostrado mi deseo de que la DGA apoye la restauración y la conservación del patrimonio histórico artístico de la región, si bien es cierto que ellos también dicen que es una época de vacas flacas. Invertir dinero público en la conservación del patrimonio es una inversión legítima y justa porque repercute en el bien del pueblo, y ese patrimonio genera turismo y riqueza.
-Creo, además, que como soriano que es, conoce algo el territorio aragonés y es sensible a sus necesidades.
-La tierra de Soria es trabajadora, humilde, y mucha gente ha encontrado la oportunidad del empleo en Aragón, algo que siempre hay que agradecer. Yo cuando era obispo de Soria decía que el pueblo más grande de Soria era Zaragoza. Ha habido momentos en los que aquí ha habido 50.000 ‘soriagozanos’, y la capital no tiene 50.000. Cuando jugó el Numancia con el Barcelona, en tiempos de Cruyff, toda la provincia de Soria cabía en el Nou Camp.
-Usted es del Numancia, pero dijo que se hizo del Rácing... ¿Se hará del Real Zaragoza?
-No, dije que tenía el corazón un poco partido, pasa como si ahora juega el Real Zaragoza con el Numancia... Pues bueno, que gane el mejor, pero ojalá empaten (ríe).
-¿Rezará para que subamos a Primera?
-Eso sí, para que suban los dos. El Zaragoza va el séptimo y el Numancia, el undécimo.
-Del fútbol a la política. Ahora que está tan de moda Podemos... ¿Hay casta en la Iglesia? ¿Hay una jerarquía que no pisa tierra?
-Yo creo que no, porque los pastores de la Conferencia Episcopal estamos bastante cerca del pueblo, vivimos con austeridad, nuestro tiempo está entregado a los fieles y queremos estar cerca de los humildes con obras como Cáritas y otras muchas. Eso no es ser casta, eso es estar oliendo a oveja, como dice el Papa, con cercanía y con roce. La Iglesia del boato del Renacimiento, de los privilegios, ya no existe.
-Se habla de la profesionalización de la política. ¿No cree que también existe esa profesionalización en el sacerdocio?
-El ministerio sacerdotal es una vocación, no una profesión, pero es cierto que el Papa habla del riesgo de que seamos más funcionarios que pastores. El pastor tiene que dedicar todo su tiempo, noche y día, a estar con los fieles, dar esperanza, escuchar sus problemas, ofrecer consuelo y aliento... Un funcionario tiene un horario, pero el pastor no.
-Hace unos días, dio la vuelta al mundo la imagen del Sumo Pontífice con un transexual español. ¿Es el Papa un transgresor?
-Es un Papa muy sensible a las necesidades del corazón del hombre y la mujer de hoy, y una cosa es la persona, que tiene su dignidad siempre, y otra su situación objetiva. La persona es primero persona, y su dignidad es sagrada, y hay que quererla y respetarla, y no se le puede tratar mal, vejarla o difamarla. Otra cosa es su situación objetiva, con la que se puede estar de acuerdo o no. Sin cambiar la doctrina sí que se puede cambiar la actitud con la que acercarse a ellos.
-Entonces, matrimonio homosexual, ¿sí o no?
-En principio, matrimonio como lo entendemos nosotros, como unión de hombre y mujer, no. Pero a los homosexuales no se les puede atacar, merecen ser queridos y respetados como personas. Su situación no es condenable.
-¿Y los atentados del yihadismo? Sus protagonistas invocan a la fe, en este caso al Islam, para perpetrarlos. ¿Cómo lo ve usted, como hombre de fe que es?
-Todas las religiones tienen una doctrina de paz y reconciliación y ninguna es violenta. Otra cosa es que las personas que las profesan lo hagan desde el fundamentalismo dando lugar a un terrorismo condenable.
-Ellos se sienten ultrajados por la ridiculización de Alá que hizo el ‘Charlie Hebdo’. ¿Tiene límites la libertad de expresión?
-Ahí siempre hay una tensión dialéctica entre la verdad, el derecho a la libertad de expresión y el derecho al honor. Hay que conjugar todo, y toda libertad tiene un límite, porque el derecho de uno acaba donde empieza el del otro. La libertad de expresión es legítima pero tendrá un límite cuando ofenda cosas sagradas como los sentimientos religiosos. Antonio Machado ya decía: «Tu verdad no, la verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela». Es la tolerancia.
-Y mientras, siguen salpicando a la Iglesia casos de abusos y pederastia. ¿Les ha dado el Papa directrices en este sentido?
-Sí que hay unas directrices desde el tiempo de Benedicto XVI. Hay que condenar estos escándalos, en los que sufren inocentes, hay que estar con las víctimas y tener tolerancia cero contra cualquier abuso a un menor. Las personas que han podido caer en eso deben ser apartadas preventivamente del ejercicio del ministerio y se debe colaborar con la Justicia para que todo se esclarezca.
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