Lleva 75 años como monja de clausura en Jerez: «Dios no me ha abandonado en todos estos años»
María Auxiliadora Ruiz Valenzuela acaba de cumplir 93 años, y lo ha celebrado en el convento de las agustinas de Santa María de Gracia en Jerez de la Frontera. En él esta religiosa ha vivido ya 75 años, por lo que toda la comunidad quiso celebrar esta boda de diamantes.
Hay que remontarse a 1943 cuando la entonces jovencita decidió ingresar como postulante en este convento de clausura. La actual priora de este cenobio agustino, sor Fátima Román, aclara además que “son tres cuartos de siglo desde la profesión de los votos simples. Además, habría que añadir dos años más de postulantado y noviciado”.
"Un ejemplo a seguir tras una vida dedicada al Señor"
La priora reconoce, tal y como recoge el Diario de Jerez, que “para nosotros (María Auxiliadora) es un referente, un ejemplo a seguir tras una vida dedicada al Señor”.
“Eran tiempos duros cuando ella ingresó en el monasterio. Recuerda que había muchas necesidades. Las celdas de las hermanas no tenían ni techumbre. Había que poner plásticos para que en las noches de lluvia no se mojaran. Lo refiere mucho y nos dice que ahora sí que tenemos calidad de vida”, agrega sor Fátima Román.
Toda la comunidad quiso acompañar a sor María Auxiliadora en esta fecha / Edith Nije
Y para celebrarlo, nada mejor que una Eucaristía, en la que participó toda la comunidad, un total de 22 religiosas, de la que 16 de ellas provienen de distintos países de África (Tanzania y Kenia).
"Dios no me ha abandonado"
Sor María Auxiliadora afirma encontrarse en un buen estado de salud y afirma estar agradecida al Señor por todos estos años de vida en el convento. Además, asegura estar igual de contenta que el primer día en el que con 16 años entró por primera vez en los muros de este convento jerezano.
“Dios no me ha abandonado en todos estos años de vida contemplativa”, asegura orgullosa esta veterana religiosa.
El convento, situado en la zona intramuros de la ciudad, se funda el 3 de octubre de 1526. Desde entonces, ininterrumpidamente, se ha venido ofreciendo a Dios la dulce música de la oración con la liturgia de las horas. "Nuestras reglas se centran en Oficio Divino y en la hospitalidad. Tratando a todos los que se acercan a nuestra casa como si fueran el mismo Jesucristo quien nos visitara", afirma sor Fátima.