Un episodio espeluznante
La policía investiga el asesinato de una bebé por una secta hace 30 años
Un miembro del grupo ha denunciado que la enterraron en un caserío de Navarra.
Se llamaba Ainara, y poco más se sabe de los escasos catorce meses que duró su vida. Con esa edad desapareció, hace casi treinta años, y su huella quedó sepultada en el olvido. Pero no todos los que conocieron al bebé y las extrañas circunstancias que le tocó vivir la borraron de su mente. Según ha podido saber ABC, hace un tiempo alguien decidió que ya era hora de hablar y denunció un episodio espeluznante, una confabulación de fanatismo y miedo de la que la pequeña Ainara fue la víctima.
Esta persona contó que los padres de esa niña pertenecían a una secta, un grupo de sumisos que habían establecido su base en un caserío de Lesaka (Navarra). Allí debió de criarse la niña, en ese ambiente de anulación, hasta el día de su muerte. Según el denunciante, los propios padres ofrecieron a la hija en sacrificio a su comunidad como los adeptos que entregan su patrimonio, su voluntad y su dinero. Y el sacrificio se consumó: Ainara —explicó— fue asesinada y enterrada cerca de la casona en la que vivía el grupo.
A raíz de esta información, el Juzgado de Instrucción número 1 de Pamplona abrió una investigación, que está en marcha, para intentar aclarar este oscuro episodio. La «operación Ainara», de la Comandancia de la Guardia Civil de Navarra, busca poner luz a un delito de asesinato y encubrimiento. Los agentes han buscado y encontrado a casi una decena de supuestos miembros de la secta, que según el informante se disolvió al cabo de unos años.
Esta misma semana han sido imputados y llamados a declarar ex adeptos en Elda (Alicante), L´ Escala (Gerona), Rota (Cádiz) y Hoyo de Manzanares (Madrid), además de llevarse a cabo numerosas gestiones en Navarra. La investigación es secreta, por el delicado asunto y el tiempo transcurrido. Según ha podido saber ABC, el pacto de silencio se ha mantenido inquebrantable y los que en su día fueron partícipes, autores o encubridores del asesinato de Ainara han retomado una vida normal, con una perfecta integración que lava su pasado de miedo y adhesión. En Gerona viven tres de los ex miembros de la secta, y otros dos en Madrid. Uno de los imputados es médico.
Cuando Ainara desapareció, hubo quien preguntó por ella. Sus padres confirmaron a algunos allegados que había muerto. Inventaron un viaje al Reino Unido, donde, según explicaron, la pequeña sufrió un ictus del que no se recuperó, y decidieron enterrarla allí. Con esa farsa justificaron que no hubiera partida de defunción de la niña. La Guardia Civil no ha confirmado si entre los imputados están los progenitores. El denunciante marcó una zona donde supuestamente enterraron a la niña, pero ahora hay que encontrarla. Han pasado treinta años y era un bebé. La tarea no será sencilla.
Esta persona contó que los padres de esa niña pertenecían a una secta, un grupo de sumisos que habían establecido su base en un caserío de Lesaka (Navarra). Allí debió de criarse la niña, en ese ambiente de anulación, hasta el día de su muerte. Según el denunciante, los propios padres ofrecieron a la hija en sacrificio a su comunidad como los adeptos que entregan su patrimonio, su voluntad y su dinero. Y el sacrificio se consumó: Ainara —explicó— fue asesinada y enterrada cerca de la casona en la que vivía el grupo.
A raíz de esta información, el Juzgado de Instrucción número 1 de Pamplona abrió una investigación, que está en marcha, para intentar aclarar este oscuro episodio. La «operación Ainara», de la Comandancia de la Guardia Civil de Navarra, busca poner luz a un delito de asesinato y encubrimiento. Los agentes han buscado y encontrado a casi una decena de supuestos miembros de la secta, que según el informante se disolvió al cabo de unos años.
Esta misma semana han sido imputados y llamados a declarar ex adeptos en Elda (Alicante), L´ Escala (Gerona), Rota (Cádiz) y Hoyo de Manzanares (Madrid), además de llevarse a cabo numerosas gestiones en Navarra. La investigación es secreta, por el delicado asunto y el tiempo transcurrido. Según ha podido saber ABC, el pacto de silencio se ha mantenido inquebrantable y los que en su día fueron partícipes, autores o encubridores del asesinato de Ainara han retomado una vida normal, con una perfecta integración que lava su pasado de miedo y adhesión. En Gerona viven tres de los ex miembros de la secta, y otros dos en Madrid. Uno de los imputados es médico.
Cuando Ainara desapareció, hubo quien preguntó por ella. Sus padres confirmaron a algunos allegados que había muerto. Inventaron un viaje al Reino Unido, donde, según explicaron, la pequeña sufrió un ictus del que no se recuperó, y decidieron enterrarla allí. Con esa farsa justificaron que no hubiera partida de defunción de la niña. La Guardia Civil no ha confirmado si entre los imputados están los progenitores. El denunciante marcó una zona donde supuestamente enterraron a la niña, pero ahora hay que encontrarla. Han pasado treinta años y era un bebé. La tarea no será sencilla.
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