Martes, 05 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

La Catedral Basílica de la Encarnación

El obispo de Málaga contruirá la sacristía, la cubierta y la torre de «La Manquita»

La diócesis elabora un proyecto a partir de los planos del siglo XVIII que ocuparía parte de los jardines de la calle Císter.

Jesús Hinojosa/Sur

Catedral de Málaga
Catedral de Málaga

Ya lo advirtió el obispo de la diócesis, Jesús Catalá, en una de sus primeras comparecencias ante los medios de comunicación, a finales de 2009, al cumplirse un año de su toma de posesión. Uno de sus objetivos iba a ser terminar la Catedral, y aquel anuncio no ha quedado en el olvido. Según ha podido confirmar este periódico, el Obispado ha dado ya varios pasos para impulsar la culminación del primer templo de la diócesis que, más allá de la realización de la torre que le falta -cuestión que no es prioritaria para los responsables de la Iglesia en Málaga aunque no se descarta- pasa por dotarlo de estancias y elementos que son necesarios para celebrar el culto en las mejores condiciones posibles y para garantizar la conservación del que puede considerarse como principal monumento de la ciudad.

En ese sentido, la diócesis trabaja para dotar al edificio de una sacristía acorde con sus dimensiones, que llegó a ser proyectada, al menos en lo que a planta se refiere, en los planos de terminación del templo elaborados en el siglo XVIII por el arquitecto Antonio Ramos, y que nunca llegó a materializarse. La actual sacristía, ubicada junto a la entrada a la Catedral por el patio de los Naranjos, es en realidad el vestíbulo o antesala de la sacristía que nunca se hizo. Gracias a los planos de Antonio Ramos, que han llegado hasta la actualidad mediante varios grabados fechados en 1784, puede saberse que la sacristía iba a tener una planta hexagonal que ocuparía una parte de lo que hoy son los jardines de la Catedral, enmarcados por las calles Císter y Cañón.

Terrenos de la diócesis
Una de las cuestiones de las que el Obispado se ha preocupado en los últimos meses ha sido recopilar los documentos que avalan que tanto el patio de los Naranjos como los jardines hasta la calle Cañón son propiedad de la Iglesia. Según fuentes consultadas por SUR, en el sitio de los jardines existieron edificios de viviendas que el Cabildo catedralicio fue comprando poco a poco para dejar al descubierto el perímetro del monumento. Algunas de esas casas estuvieron incluso habitadas por canónigos del templo.

En la época de Pedro Luis Alonso como alcalde de la ciudad, se acometieron los jardines, de uso público, pero la Iglesia se reservó la propiedad del suelo, con lo que ya tiene ese obstáculo salvado para la construcción de la sacristía.

Así se lo han hecho saber los responsables del Obispado al Ayuntamiento de la capital. Ambas partes mantuvieron recientemente un encuentro en el que se abordaron, entre otras, algunas de estas cuestiones. Es más, según las fuentes, ya existe incluso un boceto o anteproyecto de cómo podría ser esa sacristía, que conformaría un nuevo hito monumental en el paisaje urbano de este rincón del casco antiguo, que ha sido recientemente objeto de un proyecto, cofinanciado por el Consistorio y la Junta de Andalucía, para peatonalizar la calle Císter.

Ese plan para mejorar el entorno de la Catedral continuará próximamente en la citada calle Cañón, que discurre junto al ábside del templo, y en la calle Postigo de los Abades, donde los planos de Antonio Ramos también contemplan una sala que no entra dentro de los planes del Obispado porque ocuparía una calle que ya es pública y que ha quedado con el paso de los años a un nivel muy inferior respecto al suelo de la Catedral.
Además de la cubierta, otra de las prioridades para los responsables diocesanos, la finalización de la basílica pasa por terminar sus fachadas. En ese sentido, faltan por realizar los remates que Ramos planteó a modo de balaustrada por todo el perímetro del techo, jalonada por unos pedestales en los que se proyectaron figuras de santos. En la fachada principal que da a la plaza del Obispo se puede apreciar que esa especie de crestería que remata la iglesia está inacabada. Su función era la de ocultar la visión de la cubierta desde la calle, un techo que en el siglo XVIII se planteó como un tejado de dos aguas, según los planos del arquitecto Ventura Rodríguez.

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