Miércoles, 06 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Carta abierta al obispo de San Sebastián

Un pequeño pero revoltoso rebaño de ovejas vascas acribilla sin piedad a su pastor Munilla

750 laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas progres de la diócesis vasca critican duramente a su propio obispo y defienden al ex fraile Arregui.

Gilberto Pérez/ReL

Ovejas y lobo
Ovejas y lobo
Las presiones de la minúscula y poco representativa corriente crítica al obispo de San Sebastián no cesan. Tras el abandono voluntario de la orden franciscana del aún sacerdote José Arregui, 750 laicos y sacerdotes, religiosos y personas de pastoral (todos ellos representantes del sector “progre” del anterior establishment eclesiástico de la diócesis vasca) han escrito una carta abierta a monseñor José Ignacio Munilla en la que critican su proceder respecto al polémico teólogo.
 
Un pastor que no ama a sus ovejas
La carta utiliza, manipulando, la figura evangélica del pastor y las ovejas, para acusar ferozmente a su propio prelado de mal pastor, que en lugar de amar y defender a su rebaño, expulsa sin misericordia del redil a la pobre ovejilla que no responde a la voz caprichosa y autoritaria de su guía. Todo ello, por supuesto, envuelto en un lenguaje suave y sereno, lleno de sorpresa, llanto y lamento.
 
Sintiéndose aludidos por el calificativo de “agua sucia”, presuntamente utilizado por el obispo (sostenido por Arregui, desmentido por Munilla), los autores de la epístola dicen estar sorprendidos “que a esa ‘agua’ se le califique de ‘sucia’ y si esas palabras salen del pastor que esperábamos defendiera a sus ovejas, las amara como son y uniendo sus diferencias y experiencias, ayudara a formar un ‘rebaño’ con miembros diferentes pero en comunión, cuando eso es así, el dolor es más profundo y la esperanza se nos hace muy difícil”.
 
Defensa de Arregui
La misiva, caracterizada por el victimismo, reprocha a Munilla su conducta respecto a Arregui, achacándole la culpa de que el teólogo haya colgado el hábito al franciscano. Exculpa, pues, a Arregui,  “gracias a usted en el exilio de lo que es su vocación y de la llamada que Dios le hizo y le sigue haciendo, aunque ahora tenga que realizar su camino de otra manera”. Es decir, el obispo sería quien le está impidiendo al sacerdote responder a la llamada de Dios.
 
Tras invocar a “Dios Padre-Madre”, el grupo de firmantes aseguran que con el ex franciscano “hemos aprendido a contemplar y admirar la tierra que Dios nos ha dado, vamos aprendiendo a no quedarnos con los brazos cruzados y buscar la verdad y comprometernos, como Jesús de Nazareth con los más necesitados, los últimos, los marginados”.
 
Un pastor malo
A modo de inocentes preguntas, los 750 cargan la artillería pesada contra su propio obispo por la supuesta expulsión (cosa que no ha existido) de Arregui: “¿cómo puede una persona elegida por la Iglesia para ayudar y acoger como Jesús, expulsar a un hermano? ¿Cómo puede una persona llamada a ser presencia del Padre expulsar a un hijo?”.
 
En su intento de presentar una imagen negativa de Munilla, los nacional-progresistas se preguntan confusos y escandalizados: “¿Cómo puede un ‘buen’ pastor dejar que se pierda e incluso empujar para que caiga una oveja de su rebaño porque esa oveja quiera descubrir o descubra otros caminos, explore los montes y bosques, busque pastos nuevos… cómo puede hacer eso un pastor ‘bueno’?”.
 
Tratando de presentar a Munilla como un obispo sin misericordia, presto a condenar en vez de perdonar, los firmantes vuelven a la carga, con tono inocente, “¿se equivocaba Jesús cuando acogía a los pecadores, a la pecadora, a los fariseos de noche…? ¿Expulsaría hoy Jesús, tendría miedo a perder poder, se enfadaría porque los que le seguían descubrían la maravillosa experiencia de Dios-Madre-Padre?” (esta vez “Madre” primero para no ser machistas).
 
Un pastor que teme perder su poder
El texto también pretende presentar la imagen de un Munilla que teme perder el poder y cierto status y que no solo no busca el bien de su rebaño sino que lamenta profundamente que lo obtenga.
 
“¿No puede usted disfrutar con que haya seguidores de Jesús que descubran y nos ayuden a descubrir, la presencia de Dios en nuestra vida diaria, la verdad de su ternura y compasión, la certeza de que perdonar, aun al enemigo, es bueno, la seguridad de que esos descubrimientos no le van a quitar a usted, ni a nadie, el poder, ni la categoría?”.
 
Recurriendo otra vez a la manoseada estrategia del victimismo, los firmantes dicen sentirse “profundamente” dolidos por el hecho de que su obispo quiera confundirlos y hacer “sufrir tanto”.
 
Llamamiento a la humildad
Hacia el final de la carta abierta, invitan a su obispo a que sea humilde y reconozca el supuesto error que está cometiendo. “La humildad es la verdad (nos lo enseña la Iglesia) una verdad que sólo es absoluta si es Dios mismo, pero lo demás, su verdad, la nuestra siempre es humana y abierta a errores”.
 
“No somos ‘agua sucia’, somos pequeños manantiales, también Joxe y otros, a quienes ama Dios y va llevando nuestras sencillas y débiles corrientes, al manantial, al río infinito de su conocimiento, o sea de su amor. Con el respeto y afecto dolorido de quienes queremos a la Iglesia "santa y pecadora" pero donde el Señor Jesús nos acogió y queremos permanecer”, concluye la misiva.
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