Los Ángeles: 70% de feligreses hispanos, sólo un 20% de seminaristas lo son; ¿qué falta?
Juan Cano nació en Ciudad Juárez, México, con un tumor en el cerebro y los médicos lo desahuciaron. Llena de fe, su madre pidió a Dios un milagro con esta condición: “Si lo dejas vivir te lo entrego”. Treintaiún años después, Juan está sano y ya tiene fecha para su ordenación sacerdotal, el año 2015.
En el seminario católico St. John en Camarillo, California, él cuenta que la vocación le nació por una relación cercana con ministros de la Iglesia en su casa en Hawthorne. “Desde muy chico pude ver la otra cara del sacerdocio, la cara humana, eso me cautivó mucho”, dice.
En 2003, él decidió prepararse personal, académica y espiritualmente para ser cura, esto a pesar de que no tenía papeles.
Para ejercer el sacerdocio se exige un permiso de trabajo. La arquidiócesis de Los Ángeles, como hace en estos casos, cubrió los gastos legales para su legalización.
En 2008, Cano recibió la residencia y ahora aplica para la ciudadanía. “Gracias a Dios hubo una ayuda”, celebra.
Antes que Cano, Juan Ochoa, un jalisciense que a los tres años jugaba a celebrar misas con sus amigos, hará sus votos sacerdotales. Su ordenación será el 31 de mayo en la imponente Catedral de Los Ángeles.
Una diócesis enorme
Cinco seminaristas -incluido Ochoa- se convertirán en curas el próximo año y en 2015 se espera que lo hagan entre seis y ocho –es la generación de Cano-, una cifra que preocupa a la Iglesia considerando que esta arquidiócesis sirve a 4.4 millones de católicos, el número más grande de todo EEUU.
La inscripción al seminario St. John para el período académico 201314 subió 33%, comparado con 2008. Con un total de 92 estudiantes, 25 de ellos nuevos, el sitio tiene la mayor matrícula en años. Pero pocos hispanos han sentido el llamado de servir a una iglesia compuesta cada vez más por esta etnia.
“Aquí, en el seminario, somos alrededor de 50 seminaristas de la Arquidiócesis de Los Ángeles, pero solo 11 somos latinos. Solamente somos un cuarto de los seminaristas, cuando las personas [hispanas] que están asistiendo a las misas son el 70%”, señala Ochoa.
Traer curas de México a EEUU
La estrategia de la Iglesia ha sido traer a curas de países latinoamericanos, principalmente de México, pero también enseñar a sus futuros sacerdotes el idioma que habla la mayoría de los feligreses.
“Intentamos que al menos una vez a la semana haya una misa en español”, explicó Craig Cox, rector del seminario St. John.
“Incluso los no latinos aprenden la belleza de las tradiciones hispanas”, agregó.
Dicha comunidad es la piedra angular del catolicismo en Estados Unidos. Desde 1960, el 71% del crecimiento de la población católica se atribuye a la llegada de inmigrantes, que a su vez modificó los servicios que ofrece la Iglesia: al menos 4,800 parroquias (25% del total) tienen el ministerio hispano.
“Los católicos nacidos aquí están dejando la Iglesia en grandes cantidades. El hecho de que la cifra de católicos se ha mantenido estable en los últimos 15 años es resultado directo de la migración latina”, explica Patrick Whelan, experto en religión y dirigente del grupo Católicos Demócratas.
Buscar vocaciones... contra la corriente social
Samuel Ward, encargado de las vocaciones de la arquidiócesis angelina, dice que intentan tener más curas por todos los medios (incluso usando las redes sociales y videos en YouTube). Pero en este país, dice, es casi remar contra la corriente. “La fe no es algo que muchos estén contemplando”.
Ochoa y Cano dudan que dos causas de peso sean los escándalos sexuales y el celibato. “La crisis de vocación no sólo existe con la Iglesia Católica, sino en todas las comunidades religiosas”, asegura Ochoa.
Entre los pocos “elegidos de Dios” está Luis Estrada, quien nació en Guanajuato hace 41 años. Desde hace 13 se prepara para ser cura. Él, que atribuye la apatía religiosa al “mundo materialista”, hará sus votos en dos años.
“Es algo que se siente dentro de uno. Y hay otras cosas que quizás lo atraen a uno: formar una familia, tener bienes materiales, pero este deseo es aún más fuerte que eso”, dice.
En el seminario católico St. John en Camarillo, California, él cuenta que la vocación le nació por una relación cercana con ministros de la Iglesia en su casa en Hawthorne. “Desde muy chico pude ver la otra cara del sacerdocio, la cara humana, eso me cautivó mucho”, dice.
En 2003, él decidió prepararse personal, académica y espiritualmente para ser cura, esto a pesar de que no tenía papeles.
Para ejercer el sacerdocio se exige un permiso de trabajo. La arquidiócesis de Los Ángeles, como hace en estos casos, cubrió los gastos legales para su legalización.
En 2008, Cano recibió la residencia y ahora aplica para la ciudadanía. “Gracias a Dios hubo una ayuda”, celebra.
Antes que Cano, Juan Ochoa, un jalisciense que a los tres años jugaba a celebrar misas con sus amigos, hará sus votos sacerdotales. Su ordenación será el 31 de mayo en la imponente Catedral de Los Ángeles.
Una diócesis enorme
Cinco seminaristas -incluido Ochoa- se convertirán en curas el próximo año y en 2015 se espera que lo hagan entre seis y ocho –es la generación de Cano-, una cifra que preocupa a la Iglesia considerando que esta arquidiócesis sirve a 4.4 millones de católicos, el número más grande de todo EEUU.
La inscripción al seminario St. John para el período académico 201314 subió 33%, comparado con 2008. Con un total de 92 estudiantes, 25 de ellos nuevos, el sitio tiene la mayor matrícula en años. Pero pocos hispanos han sentido el llamado de servir a una iglesia compuesta cada vez más por esta etnia.
“Aquí, en el seminario, somos alrededor de 50 seminaristas de la Arquidiócesis de Los Ángeles, pero solo 11 somos latinos. Solamente somos un cuarto de los seminaristas, cuando las personas [hispanas] que están asistiendo a las misas son el 70%”, señala Ochoa.
Traer curas de México a EEUU
La estrategia de la Iglesia ha sido traer a curas de países latinoamericanos, principalmente de México, pero también enseñar a sus futuros sacerdotes el idioma que habla la mayoría de los feligreses.
“Intentamos que al menos una vez a la semana haya una misa en español”, explicó Craig Cox, rector del seminario St. John.
“Incluso los no latinos aprenden la belleza de las tradiciones hispanas”, agregó.
Dicha comunidad es la piedra angular del catolicismo en Estados Unidos. Desde 1960, el 71% del crecimiento de la población católica se atribuye a la llegada de inmigrantes, que a su vez modificó los servicios que ofrece la Iglesia: al menos 4,800 parroquias (25% del total) tienen el ministerio hispano.
“Los católicos nacidos aquí están dejando la Iglesia en grandes cantidades. El hecho de que la cifra de católicos se ha mantenido estable en los últimos 15 años es resultado directo de la migración latina”, explica Patrick Whelan, experto en religión y dirigente del grupo Católicos Demócratas.
Buscar vocaciones... contra la corriente social
Samuel Ward, encargado de las vocaciones de la arquidiócesis angelina, dice que intentan tener más curas por todos los medios (incluso usando las redes sociales y videos en YouTube). Pero en este país, dice, es casi remar contra la corriente. “La fe no es algo que muchos estén contemplando”.
Ochoa y Cano dudan que dos causas de peso sean los escándalos sexuales y el celibato. “La crisis de vocación no sólo existe con la Iglesia Católica, sino en todas las comunidades religiosas”, asegura Ochoa.
Entre los pocos “elegidos de Dios” está Luis Estrada, quien nació en Guanajuato hace 41 años. Desde hace 13 se prepara para ser cura. Él, que atribuye la apatía religiosa al “mundo materialista”, hará sus votos en dos años.
“Es algo que se siente dentro de uno. Y hay otras cosas que quizás lo atraen a uno: formar una familia, tener bienes materiales, pero este deseo es aún más fuerte que eso”, dice.
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