El Salmo 66,8 dice: "Haced oír bien alto su alabanza"
«¿Cantar no mola?»: un cura expulsa a 250 chavales de misa porque no cantaban fuerte
«Consideré que ya había suficiente falta de respeto e irreverencia y que podía expulsar a los alumnos como un momento de aprendizaje», explicó luego el párroco.
El salmo 66, versículo 8, es claro: "Bendecid pueblos a nuestro Dios, haced oír bien alto su alabanza". De hecho, los Salmos insisten en la idea de que la alabanza ha de "resonar" o "retumbar"... en el Salmo 150, el último ("alabad al Señor en su templo"), se mencionan dos veces los "platillos sonoros, platillos vibrantes", la percusión ruidosa. El mismo Dios que habla al profeta Elías en la suave brisa, que pide ser adorado "en Espíritu y Verdad", es también un Dios que pide un culto en voz alta.
Pero estos argumentos bíblicos no convencieron a los padres de 250 chavales adolescentes y pre-adolescentes de la parroquia de San Esteban Mártir (www.stephen.org) de Omaha (Nebraska), cuando el párroco expulsó en bloque a los chicos a mitad de la misa porque no cantaban fuerte.
Sucedió en Cuaresma, el pasado 24 de marzo, en la misa de las 8.15 de la mañana, y la iglesia estaba llena de 250 chicos del colegio ligado a la parroquia, junto con 30 adultos maestros o parientes suyos. A los diez minutos de empezada la misa, acabada la primera lectura y llegado el salmo, el párroco, James Tiegs, se puso la mano tras la oreja indicando que no se oía la canción.
Bajó del altar y se acercó a los chicos. "Consideré que ya había suficiente falta de respeto e irreverencia y que podía expulsar a los alumnos como un momento de aprendizaje", explicó luego el párroco al diario local "The World-Herald".
Testigos adultos dicen que Tiegs cruzó sus brazos y dijo algo así como: "¿Qué pasa, no mola cantar?"
Entonces el párroco dijo al director del colegio que los chavales se fuesen a clase, ellos se marcharon, y la misa siguió con solo los 30 adultos.
Después la feligresía se dividió en dos bandos: los que apoyaban el acto "valiente y pedagógico" del párroco, y los que protestaban porque "mi hijo tiene derecho a la misa y a comulgar, y más en plena cuaresma". Unos decían que la liturgia ha de ser activa, hay que participar cantando, y los chavales no estaban por la labor. Otros, que los padres tienen el derecho de quejarse y fiscalizar al párroco.
Varios padres se quejaron al arzobispo de Omaha (que curiosamente se llama George Lucas, como el director de La Guerra de las Galaxias). El arzobispo no se pronunció, pero sí su portavoz y canciller, el diácono Tim McNeil, quien aseguró que "la diócesis no apoya esa lección".
"Conseguir que los chavales, o ya que estamos, también los adultos, participen en misa plenamente, es un tema que tiene 2.000 años de historia en la Iglesia, pero nunca propondríamos que se expulse a 250 chicos en medio de misa por no cantar", dijo el portavoz.
Bridgid McCormick es una de las madres enfadadas porque se negara la misa y la comunión a su hija, que, según ella, sí estaba cantando. "Mi hija quedó confusa y asustada", se queja.
En cambio, Donna Garrett, que estaba presente cuando los hechos sucedieron, confirma que los chicos no solo no cantaban sino que ni siquiera fingían hacerlo y de hecho muchos estaban distraídos. Describe al párroco como un buen pastor, "bueno con los chicos" y apoya el gesto docente.
Tiegs es el párroco desde 2004, acompañado de otros 2 sacerdotes y media docena de diáconos, para atender una parroquia muy viva, con su colegio, su grupo pro vida, clases de regulación natural de la fertilidad, scouts, actividades para jóvenes y adultos jóvenes, y 3.000 familias con unos 13.000 miembros.
Pero estos argumentos bíblicos no convencieron a los padres de 250 chavales adolescentes y pre-adolescentes de la parroquia de San Esteban Mártir (www.stephen.org) de Omaha (Nebraska), cuando el párroco expulsó en bloque a los chicos a mitad de la misa porque no cantaban fuerte.
Sucedió en Cuaresma, el pasado 24 de marzo, en la misa de las 8.15 de la mañana, y la iglesia estaba llena de 250 chicos del colegio ligado a la parroquia, junto con 30 adultos maestros o parientes suyos. A los diez minutos de empezada la misa, acabada la primera lectura y llegado el salmo, el párroco, James Tiegs, se puso la mano tras la oreja indicando que no se oía la canción.
Bajó del altar y se acercó a los chicos. "Consideré que ya había suficiente falta de respeto e irreverencia y que podía expulsar a los alumnos como un momento de aprendizaje", explicó luego el párroco al diario local "The World-Herald".
Testigos adultos dicen que Tiegs cruzó sus brazos y dijo algo así como: "¿Qué pasa, no mola cantar?"
Entonces el párroco dijo al director del colegio que los chavales se fuesen a clase, ellos se marcharon, y la misa siguió con solo los 30 adultos.
Después la feligresía se dividió en dos bandos: los que apoyaban el acto "valiente y pedagógico" del párroco, y los que protestaban porque "mi hijo tiene derecho a la misa y a comulgar, y más en plena cuaresma". Unos decían que la liturgia ha de ser activa, hay que participar cantando, y los chavales no estaban por la labor. Otros, que los padres tienen el derecho de quejarse y fiscalizar al párroco.
Varios padres se quejaron al arzobispo de Omaha (que curiosamente se llama George Lucas, como el director de La Guerra de las Galaxias). El arzobispo no se pronunció, pero sí su portavoz y canciller, el diácono Tim McNeil, quien aseguró que "la diócesis no apoya esa lección".
"Conseguir que los chavales, o ya que estamos, también los adultos, participen en misa plenamente, es un tema que tiene 2.000 años de historia en la Iglesia, pero nunca propondríamos que se expulse a 250 chicos en medio de misa por no cantar", dijo el portavoz.
Bridgid McCormick es una de las madres enfadadas porque se negara la misa y la comunión a su hija, que, según ella, sí estaba cantando. "Mi hija quedó confusa y asustada", se queja.
En cambio, Donna Garrett, que estaba presente cuando los hechos sucedieron, confirma que los chicos no solo no cantaban sino que ni siquiera fingían hacerlo y de hecho muchos estaban distraídos. Describe al párroco como un buen pastor, "bueno con los chicos" y apoya el gesto docente.
Tiegs es el párroco desde 2004, acompañado de otros 2 sacerdotes y media docena de diáconos, para atender una parroquia muy viva, con su colegio, su grupo pro vida, clases de regulación natural de la fertilidad, scouts, actividades para jóvenes y adultos jóvenes, y 3.000 familias con unos 13.000 miembros.
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