El pequeño de siete hermanos
La visita de la Madre Teresa al pequeño Joe da esperanzas a sus padres, que lo ven morir de cáncer
Los Whalin cifran toda su ilusión en un milagro, después de que el niño, de dos años y medio, viese también a dos ángeles.
Joseph, JoeJoe, es el pequeño de siete hermanos. Sus padres, Chad y Kim, viven en la base naval norteamericana en Nápoles, donde recibieron un diagnóstico tajante: el niño padece un cáncer y no se podrá hacer nada por salvar su vida. La metástasis alcanza a los riñones, a la columna, a los pulmones e incluso al cráneo.
Pero la esperanza no ha abandonado a los Whalin después de que hayan tenido lugar en estos últimos días dos hechos extraordinarios de los que fue testigo el padre de Joe y que ha relatado un religioso amigo de la familia, Mark Withoos, erigido en su portavoz, a la agencia CNA.
Una tarde en la que Chad estaba tumbado junto a su hijo, éste miró hacia los pies de la cama y le dijo de repente: «Estaba aquí la abuela de mamá». Joe no la conoce y sólo ha visto fotos de ella, pero... la señora tiene un extraordinario parecido con la Madre Teresa de Calcuta, explica Chad.
Eso no fue todo. Una noche, en el hospital, el niño se despertó y se encontró a su padre al lado, en la cama, llorando. Le dijo: «¿Por qué lloras? ¿No ves los dos ángeles que hay junto a la cama? Son preciosos».
Estos dos hechos han sido vistos por la familia como una puerta a la esperanza de una curación milagrosa que salve a su hijo, y por eso están pidiendo a todos los que van conociendo su historia para que la pidan por intercesión de la religiosa, fallecida en 1997 y beatificada en 2003 por Juan Pablo II.
Actualmente los Whalin están con su hijo en un hospital de Washington, donde les han visitado misioneras de la Caridad. «Pedimos incansablemente un milagro», dice el padre Withoos, con la ilusión de que sea el segundo que es preciso para la canonización de la beata: «Y porque si no lo pedimos, no sucederá. Nuestro mundo necesita a veces de milagros. Pero se hará en cualquier caso la voluntad de Dios», concluye para resumir el espíritu de dolor y esperanza que embarga ahora mismo a toda la familia.
Pero la esperanza no ha abandonado a los Whalin después de que hayan tenido lugar en estos últimos días dos hechos extraordinarios de los que fue testigo el padre de Joe y que ha relatado un religioso amigo de la familia, Mark Withoos, erigido en su portavoz, a la agencia CNA.
Una tarde en la que Chad estaba tumbado junto a su hijo, éste miró hacia los pies de la cama y le dijo de repente: «Estaba aquí la abuela de mamá». Joe no la conoce y sólo ha visto fotos de ella, pero... la señora tiene un extraordinario parecido con la Madre Teresa de Calcuta, explica Chad.
Eso no fue todo. Una noche, en el hospital, el niño se despertó y se encontró a su padre al lado, en la cama, llorando. Le dijo: «¿Por qué lloras? ¿No ves los dos ángeles que hay junto a la cama? Son preciosos».
Estos dos hechos han sido vistos por la familia como una puerta a la esperanza de una curación milagrosa que salve a su hijo, y por eso están pidiendo a todos los que van conociendo su historia para que la pidan por intercesión de la religiosa, fallecida en 1997 y beatificada en 2003 por Juan Pablo II.
Actualmente los Whalin están con su hijo en un hospital de Washington, donde les han visitado misioneras de la Caridad. «Pedimos incansablemente un milagro», dice el padre Withoos, con la ilusión de que sea el segundo que es preciso para la canonización de la beata: «Y porque si no lo pedimos, no sucederá. Nuestro mundo necesita a veces de milagros. Pero se hará en cualquier caso la voluntad de Dios», concluye para resumir el espíritu de dolor y esperanza que embarga ahora mismo a toda la familia.
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