Jueves, 21 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Fray Santiago Cantera destaca la satisfacción de padres y alumnos

El prior del Valle de los Caídos ensalza su Escolanía: «Ofrece una experiencia única, imborrable»

El prior del Valle de los Caídos ensalza su Escolanía: «Ofrece una experiencia única, imborrable»
La Escolanía de la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos es la única del mundo que canta el repertorio gregoriano completo.

Carmelo López-Arias / ReL

Fundada en 1958 al mismo tiempo que la Abadía de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, su Escolanía ha ido consiguiendo con el paso de los años un doble reconocimiento: como grupo coral, es célebre en todo el mundo y participa en certámenes donde se valora la calidad de su formación e interpretación musical; como centro educativo, son palpables tanto la satisfacción de los padres (sus hijos cursan desde 4º de Primaria hasta 2º de la ESO en clases con un reducidísimo número de alumnos, en plena naturaleza y en un ambiente de estudio y concentración) como la de los alumnos, en quienes pervive para siempre un recuerdo imborrable del espíritu de compañerismo labrado día a día.

Fray Santiago Cantera ha sido durante muchos años profesor y director de la Escolanía, aunque ahora, como prior de la comunidad benedictina, sus ocupaciones son otras. Algunas de ellas, de notoria actualidad aunque ajenas a la finalidad espiritual que da sentido al ora et labora que caracteriza la vida de los monjes.

-¿Se ha visto afectada la Escolanía por las recientes polémicas?

-Gracias a Dios, no, porque la Escolanía y los escolanos viven su día a día normal, y lo mismo los monjes del monasterio: tratamos de vivir con normalidad nuestra jornada, enfocando bien nuestros objetivos reales, que apuntan hacia un objetivo superior que está por encima de cualquier polémica humana y pasajera: la gloria de Dios.

-¿Sigue abierta la cuestión económica?

-Sigue retenido el dinero que se nos debe de 2018, pero son muchas las personas e instituciones que se han volcado en nuestras necesidades desde que han sabido que no se nos ha pagado. La Escolanía y la Comunidad benedictina no reciben una subvención del Estado, sino que existe un régimen jurídico y económico por el que deben poder sostenerse y que se debe cumplir.

-Porque, a nivel académico, el reconocimiento es unánime...

-En cuanto a la acreditación académica no hay ningún problema. Además, en el aspecto musical ofertamos los títulos del Associated Board of Royal Schools of Music [Escuelas Reales de Música del Reino Unido], con habilitación en 90 países del mundo, institución que ha reconocido a nuestra Escolanía el máximo nivel como coro (Advanced Level). Varios de nuestros escolanos han obtenido ya sus títulos internacionales en instrumento, logrando las mejores calificaciones (Distinction y Merit).

Fray Santiago junto a algunos alumnos de la Escolanía.

-¿Qué vinculación personal ha tenido usted con la Escolanía?

-Durante el tiempo de formación, las relaciones del novicio y del profeso temporal con la Escolanía son mínimas. En ese período, nada más tenía algo de trato como sacristán de la capilla del monasterio, al atender cosas que pedían para la capilla de la Escolanía, o como ayudante del maestro de ceremonias a la hora de preparar algunas ceremonias litúrgicas en la Basílica. Poco más, aunque todos los escolanos me conocían y yo me sabía los nombres de todos o casi todos. Mi vinculación con la Escolanía comenzó en el curso 2008-2009, cuando fui nombrado director del área académica. En el curso 2011-2012 quedé al frente de todo, con otros directores y ayudantes para las distintas áreas (académica, musical y de régimen interno o disciplina y convivencia). En estos años, he impartido clases de Religión y de Geografía e Historia.

-¿Y ahora?

-Desde que fui nombrado prior administrador de la abadía en septiembre de 2014, no pude dedicarme ya a la Escolanía como antes y como ciertamente me gustaría.

-Pero sí sigue bajo su responsabilidad...

-Sí, he seguido al frente valiéndome de buenos colaboradores, tanto monjes como seglares, encargados de las áreas de la Escolanía y de diversas funciones. Hay además padres de escolanos que echan una mano para lo que haga falta y se muestran siempre disponibles para todo.

-Antes de ser monje, usted era profesor universitario, ¿añora la docencia a ese nivel?

-Disfruté mucho como profesor de universidad, pero soy tan feliz en mi vida como monje –también con mis cruces y cada vez más precisamente gracias a ellas– que no echo de menos el ser profesor de universidad ni deseo volver a la docencia universitaria. Además, por si pudiera tener algo de añoranza, de vez en cuando doy algunas conferencias en universidades o ambientes universitarios y doy algunas clases en el noviciado, que tienen prácticamente el nivel de tales. 

-¿Pervive en los chicos el espíritu de la Escolanía cuando la abandonan?

-Al igual que se decía del servicio militar y que ciertamente sucedía (yo mismo lo he experimentado), en la Escolanía se hacen amistades que son para toda la vida. Son varios años de convivencia, con sus rosas y sus espinas y en unas edades que son clave en la vida. Esos años ofrecen ocasiones de compartir bromas, juegos comunes, clases animadas y otras más tediosas, ilusiones en los viajes y en los conciertos, la tensión que generan a veces los nervios por los ensayos previos a las grandes actuaciones y éstas mismas. Hay ocasiones también de disfrutar de experiencias que otros chicos a esas edades jamás tendrán y, sobre todo, jamás las podrán tener con el encanto de vivirlas en un grupo pequeño que funciona como una gran familia: los viajes en avión, en barco, etc., visitar otros países… También, por supuesto, hay ocasiones de chocar con otros, de pelearse y discutir, de regañar, como todos los niños, para luego volver a la normalidad, pedirse perdón, jugar de nuevo y ser amigos como si nada hubiera pasado. Asimismo, hay ocasiones de ayudarse entre ellos para estudiar o de prestarse cosas que se necesitan, de cuidar o visitar a un compañero enfermo o de auxiliar en los desplazamientos al que se ha hecho un esguince u otra lesión.

Un alto en las clases para el recreo.

-Lo que se llama "espíritu de cuerpo"...

-Sí, todo lo cual hace que, cuando dos antiguos escolanos se encuentran, y aunque tal vez no hubieran sido los mayores amigos entre sí en la Escolanía e incluso estuvieran un tanto peleados, se den un gran abrazo y comiencen a compartir sus recuerdos, haciéndose otra vez niños. Aquí nos siguen visitando escolanos de las primeras generaciones, de 1958 y 1959 y de los primeros años 60, hasta los que han marchado más recientemente. Todos recuerdan a monjes entrañables que les dieron clase y que les cuidaron, e incluso recuerdan con gracia los genios y los enfados de algunos.

-¿Se ha institucionalizado esa continuidad?

-Actualmente, existe una Asociación de Antiguos Escolanos del Valle de los Caídos, aunque la mayor parte de sus integrantes son sobre todo de las generaciones que pasaron por aquí en los años 90. También hay un coro de antiguos escolanos de prestigio internacional, que es la Schola Antiqua; y otro que agrupa a chicos de las promociones más recientes, Nova Schola. En ocasiones, los antiguos escolanos de ciertos cursos organizan “quedadas”, viniendo un día a la Misa conventual de 11 h en la Basílica, reuniéndose después, comiendo en la Hospedería… Desde hace unos años, venimos facilitando a los antiguos escolanos, sobre todo de las promociones más recientes, que puedan pasar aquí fines de semana e incluso semanas de convivencia entre ellos, porque son ellos mismos los que lo piden y se organizan para venir.

-¿Sirve de ayuda ese espíritu a los nuevos alumnos?

-El espíritu de camaradería se fomenta sencillamente con la convivencia natural del día a día, que es la que da las ocasiones. Los mayores muchas veces apoyan a los pequeños si ven que uno lo pasa mal en algún momento, aunque también a veces hay pequeños que azuzan e incordian a los mayores hasta que éstos saltan y entonces hay que poner paz. Juegan chicos de diferentes edades entre sí. Nadie desprecia a otro por su origen social, nacional o racial. Aquí no hay clases sociales y conviven hijos de familias de mayor nivel cultural e intelectual con otras muy sencillas, sin que unos menosprecien a los otros y sin que hagan referencias a ello en sus conversaciones. El uniforme los iguala en su aspecto externo. En la actualidad, además de alumnos españoles, tenemos otros de origen ucraniano, hispanoamericano y africano, y los hemos tenido también de otras procedencias. Todos hacen una familia y una piña.

-¿Alguna problemática especial?

-Como son niños, tenemos que exhortarles muchas veces a no pelearse ni fastidiar a otros, a perdonarse cuando surgen diferencias y tensiones, a no insultar, a aceptar las bromas, etc. Debemos evitar casos de acoso escolar de unos contra algunos; sin que existan aquí propiamente los problemas tan graves que hoy se dan en otros centros (en parte, gracias a que en la Escolanía no están pegados al móvil y a las redes sociales, que es por donde muchas veces vienen y se difunden estos daños), en ocasiones se pueden iniciar o producir conatos y tenemos que ir a cortarlos. Hemos pedido varios años conferencias del Plan Director del Ministerio del Interior para que agentes de la Guardia Civil hablen a los escolanos de lo que es el acoso escolar y del daño que se puede hacer a un compañero, así como también les han hablado de los riesgos y el buen uso de internet y de las redes sociales o de los peligros del alcohol y las drogas (peligros que, gracias a Dios, no existen aquí, pero con los que se van a encontrar cuando retornen a sus hogares).

-¿Qué papel juega en todo ello la música, que al fin y al cabo es lo que da sentido a la Escolanía?

-Un elemento que les hace sentir espíritu de grupo, por supuesto, es la música, especialmente cuando cantan de cara al público. Entonces se dan cuenta de que son “la Escolanía”, que son un coro de reconocimiento nacional e internacional, que la gente les va a ver si cantan bien o mal, que les aplauden y les felicitan. Eso les une y les hace sentir un sano orgullo que queda impreso para toda la vida. Dentro de unos días viajarán a Alemania y saben que en un monasterio donde se van a alojar y cantar (la Abadía de Neresheim) tiene un coro de niños: esto les hace tomar conciencia de que lo deben hacer bien, que no pueden dejar mal el nombre de la Escolanía del Valle, que representan a España en otro país y que esos niños y la gente de la región quieren ir a escucharlos porque la Escolanía tiene mucho prestigio; por lo tanto, no pueden defraudar.

El padre Laurentino Sáenz de Buruaga, toda una institución en la Escolanía, durante un concierto en Chile en julio de 2018. Murió en enero de este año.

-Son ya muchos cientos los que han pasado por ella...

-Creo que una de las manifestaciones más hermosas del espíritu escolán en el último año se expresó con motivo del fallecimiento del padre Laurentino Sáenz de Buruaga, quien durante sus 60 años de existencia ha sido un gran impulsor de la Escolanía y una figura entregada a ella. A su entierro vinieron escolanos desde la generación del 58 hasta los actuales, pese a ser ya en las fiestas navideñas; nos vimos un poco desbordados de gente. Y todos estaban muy afectados y recordando su figura: un hombre de genio fuerte al que, sin embargo, recordaban con profundo afecto por lo mucho que de él aprendieron y porque descubrían en él una personalidad rica y en el fondo entrañable. Cantaron escolanos de diversas generaciones, agrupados en torno a la Escolanía actual, la Schola Antiqua y la Nova Schola.

-Supongamos que mi hijo quiere ser escolán y tengo dudas. Le voy a plantear tres objeciones para que me convenza (o no). Primera, me cuesta separarme de él..

-Mi experiencia es que es verdad que normalmente cuesta más la separación a los padres que al niño: éste se hace al grupo muy pronto, comienza a jugar, a entretenerse, se siente motivado empezando a cantar, etc. A los padres les cuestan más las despedidas, pero, al ir viendo que el niño es feliz, ellos lo van siendo también cada vez más. Al final de los años, ni unos ni otros quieren que se acabe la estancia en la Escolanía, no quieren irse y salir de ella.

-Segunda, no tengo claro si vale la pena la formación diferencial que va a recibir...

-Además de la formación musical (única sobre todo en el aspecto coral y desde luego sin equiparación en el canto gregoriano) y de la oportunidad de estar en clases escolares reducidas de muy pocos alumnos (12, 10… incluso 4), creo que sobre todo reciben un aprendizaje humano como personas: en la convivencia, en la disciplina y el orden, en la corrección en el trato, en la vida espiritual… Muchos padres nos dicen: “Se le ha notado mucho el tiempo que lleva en la Escolanía, resulta muy educado hablando con la gente”, o cosas similares. Aquí nos dan más guerra (dentro de que en general son niños buenos) porque la Escolanía es su casa, pero en cuanto salimos fuera o viene una visita, todos coinciden en la buena educación y las buenas maneras de los niños escolanos, así como en la alegría y la felicidad que transmiten. El entorno natural en plena Sierra de Guadarrama y la vida espiritual al calor de un monasterio benedictino de tradición secular ofrecen un ambiente inigualable para su crecimiento como personas. Participan de la vida sacramental, aprenden que ellos cantan sobre todo para Dios… Salen a la montaña con mucha frecuencia, conocen los animales del bosque que nos rodea, les encanta el verde de los árboles y el aire puro…

-Y queda la tercera: cuando concluya la Escolanía, aún tendrá que cambiar de colegio para terminar el bachillerato...

-Es totalmente cierto: cuando termine en la Escolanía y salga de ella, el escolán se va a encontrar con un cambio de colegio, en una clase más masificada, con un ambiente por lo general cada vez más enrarecido y absolutamente distinto del calor humano al que estaba habituado antes, muchas veces en un instituto en el que se va a encontrar con compañeros cuya diversión los fines de semana consiste en el botellón y en fumar porros… En definitiva, lo que muchas veces existe hoy en España y en Occidente a estas edades. Y este cambio les cuesta mucho: o se adaptan a ese ambiente o pueden ser considerados como “raros” por los demás.

-¿Hay alguna forma de paliar un poco ese contraste?

-Hemos querido fomentar en estos años varias iniciativas en orden a suavizar la salida: la prolongación de los cursos superiores, las venidas y convivencias de los antiguos escolanos en el Valle, el nacimiento de la Nova Schola… Además, solemos orientar a los padres a que les busquen entornos más favorables: colegios más parecidos en ideario y con buen ambiente de alumnos, grupos de amigos convenientes, participación en las parroquias, etc. El cambio se tiene que notar, pero creo que es preferible afrontar esa realidad viniendo de la Escolanía, que poco a poco dejarse arrastrar por el ambiente generalizado y tal vez sin darse cuenta: durante su tiempo aquí y cuando van a sus casas en vacaciones, muchos escolanos van viendo que sus antiguos amigos van cambiando y dejando de ser los que eran, porque el ambiente los va absorbiendo, y ellos no quieren dejarse arrastrar por esa ola, pues se mantienen más sanos y limpios.

-No son malos argumentos...

-Creo que el paso por la Escolanía ofrece una experiencia única, imborrable, cuya marca queda para toda la vida.

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-Escolanía del Valle de los Caídos: «Fueron los años más felices de mi vida»

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