Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

El especialista John Rodden analiza la obra en su 75º aniversario

¿Habría aprobado Orwell el uso propagandístico de «Rebelión en la granja» por parte de la CIA?

George Orwell.
George Orwell describió el totalitarismo en dos obras de ficción, «Rebelión en la granja» (1946) y «1984» (1949). Pero también en su estremecedor reportaje «Homenaje a Cataluña» (1938), donde narra, desengañado de su inicial idealismo, el horror comunista y libertario durante la Guerra Civil.

ReL

Se cumplen 75 años de la primera edición de Rebelión en la granja [Animal Farm], la fábula anticomunista de George Orwell que, junto con 1984, ha definido desde entonces la comprensión literaria del totalitarismo.

John Rodden, profesor en las universidades de Virginia y de Texas en Austin, es uno de los principales expertos en la obra de Orwell. Le ha dedicado varios libros, entre ellos Understanding "Animal Farm", The unexamined OrwellBecoming George Orwell. Life and Letters, Legend and Legacy, publicado en 2020 por la Universidad de Princeton.

Rodden analiza Rebelión en la granja en un reciente artículo en The American Conservative:

"Rebelión en la granja" cumple 75 años

Hace 75 años, "una pequeña sátira" contribuyó decisivamente a cambiar la actitud de los estadounidenses hacia la Unión Soviética -nuestro aliado durante la Segunda Guerra Mundial- y, por ende, a lanzar la Guerra Fría. Esa ingeniosa obra fue Rebelión en la granja [Animal Farm], una sátira de 30.000 palabras que sigue la tradición de las fábulas de Esopo, protagonizadas por animales. El escritor que tan modestamente describió su propia obra fue el británico Eric Blair (1903-1950), más conocido por su pseudónimo, George Orwell, y más famoso por su siguiente y última novela, 1984

El 26 de agosto de 1946, exactamente doce meses después de que los aviones estadounidenses lanzaran las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, poniendo fin a la guerra en el Pacífico, la fábula de Orwell detonó en las costas estadounidenses: fue un arma nuclear literaria. Su impacto en el frente cultural de la Guerra Fría fue inmediato y duradero: nunca más el público estadounidense hablaría con cariño del dictador soviético "tío Joe" Stalin y su tiránico régimen.

La primera vez que leí Rebelión en la granja, hace más de medio siglo, la Guerra Fría seguía causando estragos. Como niño que era me entusiasmaba ser consciente, a medida que se desarrollaba el "cuento de hadas" de Orwell (este fue su subtítulo británico), de que este cuento sobre una granja trataba de asuntos geopolíticos de mucho mayor alcance que la crueldad de un granjero hacia sus animales, o de los cerdos hacia los llamados animales "inferiores", las bestias de carga como Boxer, el heroico caballo de tiro. Descubrí en un estado de ansiosa maravilla que los cerdos tiranos representan al Partido Comunista de la Unión Soviética, que el diabólico líder porcino Napoleón representa a Josef Stalin y que su elocuente rival Snowball representa a Trotsky, y así sucesivamente.

Primera edición de Animal Farm.

Primera edición de 'Rebelión en la granja' en 1946.

Me fascinó que el libro fuera una alegoría con correspondencias precisas entre la historia rusa y cada acontecimiento de ficción y personaje literario. La diversión y la emoción de leerlo fue desvelar las claves para entender la profundidad de esta aparente "historia de animales". En años posteriores, enseñé este libro con regularidad a estudiantes universitarios y visité institutos en los que se asignaba como material de estudio. Cuando vi que muchos profesores de secundaria y bachillerato no sabían mucho sobre la historia rusa escribí un libro de texto de secundaria [Understanding "Animal Farm"] sobre el complejo contexto histórico de la alegoría.

Sin embargo, como estudiantes -o, en realidad, como cualquier otra persona hasta la década de 1980-, poco sabíamos de que la sensacional popularidad de Rebelión en la granja en la posguerra, primero en Estados Unidos y, más tarde, en todo el mundo, tenía mucho que ver con la financiación y distribución secreta por la CIA [Agencia Central de Inteligencia] de la adaptación cinematográfica, junto con las traducciones a más de cinco docenas de idiomas. Por supuesto, todo esto ocurrió después de la muerte de Orwell, en enero de 1950. Sin embargo, gracias a los esfuerzos de la CIA, Orwell se convirtió en el principal, aunque póstumo, Guerrero Frío del Occidente de la posguerra.

"Animal Farm" fue, en 1954, el primer largometraje animado hecho en el Reino Unido, dirigido por Louis de Rochemont y con animación de John Halas. [El primer largometraje en color hecho en Europa fue español, "Garbancito de La Mancha", en 1945.] En el minuto 00:40 del tráiler se ejemplifica la más célebre frase del libro: "La granja donde todos los animales son iguales, pero unos son más iguales que otros".

¿Habría apoyado Orwell esta guerra cultural contra el comunismo? Es una pregunta que los historiadores sigue debatiendo hoy en día. Todo lo que podemos decir es esto: un hombre muerto no tiene medios para impedir el uso y el abuso de su obra en formas que él nunca imaginó. Mi propia respuesta es un definitivo, aunque cuidadosamente matizado, "sí".

He enseñado la fábula a estudiantes de secundaria y de universidad como una entretenida "historia de animales" con una moraleja seria al estilo de Esopo: el poder corrompe. Sin embargo, es peligroso limitarlo solo a eso y descuidar el estudio de las correspondencias históricas. Ese descuido hace que se reste importancia a los paralelos rusos, aunque los vínculos alegóricos entre la historia rusa y los personajes y acontecimientos de la fábula son bastante exactos.

Por otro lado, también se puede centrar demasiado en las correspondencias rusas y eludir así la advertencia más amplia de Orwell contra la tiranía política en general y no solo contra la dictadura de Stalin. Fui testigo directo de esto cuando entrevisté a espectadores chinos que habían asistido a una representación de Rebelión en la granja en Pekín. Me sorprendió que la oficina de censura cultural china hubiera aprobado la puesta en escena de una sátira sobre la bestialidad del comunismo. Me miraron extrañados.

"Verá, Rebelión en la granja es una alegoría", me dijeron. "Es una sátira de la historia rusa, no de la china".

Si alguna vez añado un capítulo a mi libro de texto sobre el contexto histórico de Rebelión en la granja, tendré que recordar esa inquietante lección, como si se tratara del pequeño Libro Rojo de Mao.  Aunque Rebelión en la Granja es, efectivamente, una alegoría del comunismo bolchevique, también trata de los regímenes malvados que pueden surgir en cualquier parte, no solo en la Unión Soviética bajo Lenin y el tío Joe.

Sin embargo, cuando Orwell escribió Rebelión en la granja el comunismo significaba estalinismo. A mediados de los años 40, la Unión Soviética era la única nación comunista del mundo, dado que la República Popular China se fundó oficialmente en octubre de 1949, tres meses antes de la muerte de Orwell, en enero de 1950. Por consiguiente, las dificultades a las que se enfrentó Orwell en tiempos de guerra al criticar a la Rusia aliada y al comunismo fueron diferentes a las de años posteriores, cuando el comunismo se extendió por todo el mundo.

No menos difícil para Orwell fue conseguir en la Inglaterra de la guerra, en 1944-1945, un editor para Rebelión en la granja: su libro fue rechazado por varios editores británicos y estadounidenses solo por motivos políticos. Los editores británicos consideraron "peligroso para el esfuerzo de guerra" criticar a la Unión Soviética, al menos hasta que el nazismo fuera finalmente derrotado. Los editores estadounidenses opinaron lo mismo cuando su agente se puso en contacto con él a mediados de 1945. (Algunos editores eran simplemente obtusos. Un ejemplo: al no entender la sátira, Dial Press de Nueva York le dijo a Orwell que no comercializaban "historias de animales").

Sin embargo, un año después del final de la guerra, la opinión pública occidental sobre Rusia ya se estaba enfriando. Y Rebelión en la granja se publicó en un momento perfecto en Estados Unidos. Los críticos aclamaron el libro como un clásico moderno a la altura de Esopo y Fontaine. Fue seleccionado por el Club del Libro del Mes y en otoño de 1946 se convirtió en un éxito de ventas arrollador, vendiendo más de medio millón de ejemplares a finales de año.

A mediados de la década de 1950, la obra de Orwell había entrado a formar parte del currículo escolar en las aulas de todo el mundo y llegó a venderse por decenas de millones: se calcula que 40 millones hasta 2021. Junto con el éxito aún mayor de su último libro, 1984, que sacudió a los lectores estadounidenses menos de tres años después, en junio de 1949, las dos sátiras políticas de Orwell establecieron el marco del totalitarismo en el que los estadounidenses llegaron a percibir el peligro cambiante del nazismo al estalinismo, y parte del lenguaje ideológico utilizado en la emergente Guerra Fría (un término acuñado por Orwell durante la Segunda Guerra Mundial).

Su doble ataque satírico contra el estalinismo ha definido la cuestión de la libertad frente al totalitarismo para la mayoría de los estadounidenses y británicos, una batalla entre el llamado Mundo Libre (Occidente) y un imperio malvado (orwelliano).

Traducido por Elena Faccia Serrano.

[Sobre George Orwell puedes también leer en ReL:

George Orwell argumentó de forma contundente contra el aborto en una de sus primeras novelas

Orwell anticipó en «1984» el yugo actual de la corrección política, pero también nos dio el antídoto]

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