Viernes, 22 de noviembre de 2024

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Respuesta a una de las preguntas más utilizadas

¿Se puede ser buena persona sin Dios? Los 7 obstáculos que encontrará el ateo en esta pregunta

¿Se puede ser buena persona sin Dios?  Los 7 obstáculos que encontrará el ateo en esta pregunta
Un ateo claro que puede realizar buenas acciones, pero el problema llega cuando se enfrenta a ciertas situaciones

ReL

Uno de los argumentos que desde el ateísmo se utiliza para defender sus tesis y para convencer a creyentes tibios es que se puede ser bueno sin necesidad de Dios.

Es verdad que hay buenas personas que hacen obras extraordinarias sin ser creyentes, pero el profesor de Filosofía en la Universidad de Texas, J. Budziszewski, reflexiona sobre este argumento y encuentra siete argumentos que ponen en duda esta afirmación.

Este profesor sabe de lo que habla y sabe por propia experiencia la dificultad que para muchos jóvenes, universitarios en su caso, supone este ambiente a la hora de mantener la fe. Sus alumnos se enfrentan a este debate interno al igual que le pasó a él. Perdió la fe en los años 60 debido al influjo que tuvo el radicalismo ideológico en la universidad.

De ateo a católico tras una gran crisis juvenil
En su infancia y adolescencia era un baptista sincero, aunque no especialmente virtuoso. Estudiando en la universidad dejó "primero a Cristo, luego a Dios, luego la distinción entre el bien y el mal", explicó en una entrevista en inglés. "Yo era ateo práctico y nihilista práctico". Ya como profesor, volvió a Cristo a través del anglicanismo y en 2004 entró en la Iglesia Católica.



Los siete problemas que encontrará el ateo
A raíz de su experiencia propia y profesional, Budziszewski habla en Mercatornet de siete obstáculos a los que se enfrenta el ateo en su intento de ser bueno sin Dios:

1.Puesto que el ateo no reconoce a Dios como el Bien Supremo por el cual todos los bienes creados existen y al cual están ordenados, no tendrá sentido para él que aunque haya actos que puedan dirigirse al Bien Supremo, otros actos no puedan. En consecuencia, le será difícil entender que un acto pueda ser intrínsecamente malo.Tenderá a pensar que para lograr un resultado suficientemente bueno, podemos hacer cualquier cosa. 

2. Como el ateo no reconoce la Divina Providencia, la idea de que él debería hacer lo correcto y dejar que Dios se ocupe de las consecuencias le parecerá insensato. Le parecerá que si no hay Dios, entonces él debe jugar a ser Dios mismo. 

3. Como no reconoce a Dios como creador, considera la conciencia como el resultado de un proceso sin sentido y sin propósito que él no tenía en mente. Debido a que será difícil creer que una colección heterogénea de impulsos e inhibiciones dejadas por los accidentes de la selección natural pueda tener algo que enseñarle, estará tentado a pensar que la autoridad de la conciencia es una ilusión

4. Como no tiene fe, es probable que vea sus dilemas morales como inevitables. Porque si no hay Dios, ¿cómo puede creer en la seguridad que da la fe de que "Dios es fiel y no le dejará ser tentado más allá de sus fuerzas, sino que en la tentación le proporcionará la vía de escape para que pueda resistirla"? (1 Co 10,13)




5. Como no cree en la Gracia divina, no podrá valerse de esta ayuda. Ciertamente, podrá realizar actos naturalmente buenos. Sin embargo, cuando se tope con los muros que se van presentando, cuando se dé cuenta de que está haciendo el mal que no quiere y no el bien que desea, no podrá pedir ayuda. 

6. Como no cree para su propia existencia en las virtudes espirituales que dependen de la gracia, el ateo no podrá practicarlas en absoluto. Por ejemplo, aunque pueda amar a su esposa con amor natural, fallará en esa caridad sobrenatural que le permite ver, que, dado que ella está hecha a imagen  de Dios, la única manera verdadera de amarla por su propio bien es amarla por el amor de Dios. 

7.  Finalmente, dado que una sola persona puede perdonar, la ley moral le parecerá un acusador severo con un corazón de piedra. Cuando haya hecho algo malo, como todos hacemos alguna vez, querrá apagar la voz de esta conciencia. Tendrá la tentación  de decirse a sí mismo que la ley es una fantasía, que no hay nada que perdonar, que la solución al problema de la culpa es que no existe tal cosa. O tal vez tratará de convencerse a sí misma. 

Para Budziszewski todas estas razones, algunas más lógicas y otras psicológicas, el ser humano necesita a Dios.
 

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