Jueves, 26 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

El 20 de septiembre se celebra al joven mártir coreano San Andrés Kim: una película nos lo acerca

«Nacimiento»: un espectáculo visual único, una historia de fe que nos traslada muy lejos

Un personaje coreano mira mapas en la película Nacimiento
Viajes, mapas y exploraciones... la Corea del siglo XVIII se ve asaltada por el mundo en Nacimiento

Pablo J. Ginés

La Iglesia celebra el 20 de septiembre la vida y muerte del joven coreano San Andrés Kim. La película que cuenta su historia, Nacimiento, se estrenó en cines españoles en febrero de 2024, y luego fue llegando a otros países hispanos. Es un espectáculo visual y cinematográfico único.

Desde su inicio, Nacimiento está pensada como la historia de una encrucijada: entre la tradición y la modernidad, entre la fe cristiana y Asia, y entre los chinos, los coreanos, los ingleses y los franceses. Buena parte de la acción y de las decisiones se toman en Macao (un cruce de caminos naval) y en una ciudad de frontera china.

En un fotograma vemos trajes coreanos, con sus extraños sombreros; en otro, chinos; en otro, europeos, con uniformes azules franceses o rojos británicos. Y el negro de los sacerdotes. Lo específico de esta película es su asombrosa combinación, su convivencia de varios mundos visuales, arquitectónicos, incluso gestuales.

Es además un gozo para lingüistas: se filmó en varios idiomas, los distintos actores aprendieron suficiente chino, latín y francés para dar realismo a las escenas. Todo eso, combinado, es fascinante y nos transporta a un lugar donde nunca estuvimos antes.

Fronteras extrañas, abriendo rutas

Las fronteras son lugares de indeterminación: las reglas de tu país, de tu pasado, ahí cambian. Y el hombre que se forja para esa frontera es el joven Andrés Kim, que vuela con su imaginación estudiando y copiando mapas, que explora Manchuria en solitario buscando una ruta para pasar de China a Corea, que busca rutas marítimas y se embarca pese a las prohibiciones.

Es la historia de San Andrés Taegon (1821-1846), que fue al seminario a Macao con 15 años y moriría mártir con 25, tras muchos viajes complicados pero solo un par de años sirviendo como sacerdote entre los coreanos.

Es una película larga, que a veces insiste en detallar rutas y lugares que al espectador no le interesan mucho. Además, los espectadores occidentales pueden confundirse con los personajes orientales.

San Andrés Kim, joven seminarista, asiste como traductor y testigo a un tratado humillante para China

San Andrés Kim, joven seminarista, asiste como traductor y testigo a un tratado humillante para China.

Sentido cuaresmal: desierto y entrevistas con "el demonio"

Tiene mucho de cuaresmal: igual que Jesús pasó 40 días en el desierto de preparación, Andrés pasa años y años viajando por mares y desiertos, buscando rutas y entrevistándose con el demonio (a veces inglés, a veces francés, con tanteos políticos) antes de poder empezar su ministerio público de sacerdote, mucho más breve que el de Cristo.

La película quiere rendir homenaje también a otros santos y víctimas de la persecución del siglo XVIII en Corea, que dejó unos 10.000 mártires. Muchos eran mujeres sencillas y pobres, otros eran hombres de negocio que con discreción lo ponían todo al servicio de la misión clandestina. También había funcionarios obligados a llevar una doble vida, y personas de convicciones católicas pero que no llegaban a dar el paso a bautizarse hasta el último momento. Todos ellos quedan reflejados.

Quizá una debilidad espiritual de la película es que casi nadie habla en realidad de Jesús. Ni con Jesús. Ni se le ve: Scorsese sí mostraba a Jesús en Silencio, en iconos y visiones.

La película Nacimiento parece enamorada de la Iglesia, pero no muy interesada en Cristo, que es el mártir por excelencia. Es posible que esperen que encontremos a Cristo en sus santos y mártires, pero es extraño que casi nunca hablen de Él, y menos como una relación personal.

En cambio, abundan las escenas de liturgia y sacramentos: misas, confesiones, ordenación diaconal, sacerdotal... en latín, con trajes chinos y coreanos. Somos nosotros, en otra época, en otro lugar.

Mujeres cristianas en la Iglesia clandestina de Corea en el s.XVIII en la película Nacimiento

Las mujeres tuvieron mucha importancia en la Iglesia clandestina en la Corea del s.XVIII, transmitiendo la fe allí donde los hombres no podían, y con el testimonio de las mártires.

Buen presupuesto, interiores, vestuario

Se trata de un drama histórico filmado con un presupuesto digno, de 15 millones de dólares, volcado en escenarios e interiores y algunos barcos, bien juncos, bien fragatas y goletas occidentales. La Guerra del Opio, con sus cañoneos navales, queda bien reflejada como trasfondo inicial. Estamos en la época final de los barcos de vela, poco antes del vapor.

Es curioso que esta película coincida en España con la nueva teleserie norteamericana de Shogun, el remake de la historia de un marinero inglés en el Japón de los samurai, incluyendo sus persecuciones a cristianos. Pero Nacimiento es distinta, sobre todo, por su punto de vista único: el de los cristianos coreanos y el de Andrés Kim, explorador que abre mundos.

El actor protagonista, Yoon Shi-Yoony, encantará al público. Es el hijo que todos los padres querrían tener. Es amable, inteligente, animoso, creativo, compasivo, valiente y no es jactancioso. Según los manuales de Hollywood debería tener más defectos, evolucionar del pecado a la iluminación, etc... Pero a los cineastas de Corea el manual de Hollywood les da igual: Andrés es un gran muchacho, y su evolución consiste en que va aprendiendo cosas, como seminarista, como misionero clandestino, como joven que recorre países...

Hombres pequeños en un mundo enorme

Veremos varias escenas de paisajes enormes a vista de dron: nos quieren recordar que los protagonistas son hombres muy pequeños en un mundo muy grande, y eso nos ayuda a entender lo valientes y esforzados que eran.

San Andrés Kim, asombrado con los instrumentos de navegación en la película Nacimiento

San Andrés Kim (interpretado por Yoon Shi-Yoony), asombrado con los instrumentos de navegación occidentales, fue capaz de calcular distancias y posiciones para intentar desembarcar en Corea, donde estaba prohibido.

La película nos dice desde el principio que aunque los primeros católicos de Corea eran de familias nobles, las persecuciones enseguida acabaron con ellos, y quien mantuvo la iglesia (sin sacerdotes) fueron los plebeyos, campesinos y mujeres sencillas.

En 1836 entra camuflado como un enfermo un primer cura extranjero, el padre Imbert. Tiene su simbolismo: para el gobierno coreano, el cristianismo es una especie de enfermedad. El misionero se esfuerza con el idioma y hace confesiones con reloj de arena, viajando de forma clandestina.

Es él quien ve en Kim, de familia noble, madera de sacerdote. "Si eres cura vivirás escondido en la montaña, no quiero forzar tu vocación", le dice su padre, que morirá mártir. "Mi corazón arde", responde Andrés Kim: es Dios que llama.

Una Iglesia que fascina

La Iglesia que vemos es doble: la de los misioneros que viven al estilo europeo, pero anhelan llegar a Corea y están dispuestos a cambiar atuendos, costumbres e idiomas para ello. Por el otro lado, la Iglesia coreana, casi sin curas, donde los laicos son líderes, organizadores, entusiastas... una iglesia llena de jóvenes, y llena del vigor que dan esos jóvenes.

Uno de los guías campesinos explica lo que le asombra más: él, del linaje más humilde, comparte comida, viajes, peligros y amistad, con nobles del más prestigioso linaje. A todos les une Cristo en cercanía. También vemos una comunidad de cristianos clandestinos en la montaña, devotos, generosos... "Ojalá pudiéramos vivir así, con virtud, compartiendo, sin persecuciones", anhela un personaje, animándonos a nosotros, los espectadores.

Película de mártires, pero no angustiosa

Es una película de mártires, pero no se regodea en los sufrimientos ni en las torturas. Comparada con la angustiante Silencio, de Scorsese, las torturas de Nacimiento son una salpicadura rápida. Es cierto que se ven cabezas pinchadas en picas y alguna cabeza cortada más, pero sin ensañamiento. El martirio de Andrés, con verdugos bailarines que hacen coreografías es hermoso y elegante.

Tras el martirio, como en La Pasión de Mel Gibson, llueve, y el agua arrastra la sangre que fertiliza la Tierra: así se da el "nacimiento" del título, el nacimiento de la Iglesia. En la misma familia de Kim, en 4 generaciones, hubo 11 parientes mártires, varios hoy beatificados.

Hoy hay unos 6 millones de católicos coreanos, y es una iglesia muy viva que ha enviado mil misioneros al extranjero (700 son religiosas). En 2022 se ordenaron en Corea casi 100 sacerdotes (igual que en España ese año, pero España tiene 70 diócesis y muchos más millones de católicos). Decenas de miles de jóvenes católicos visitarán el país y los santuarios de sus mártires en la JMJ de Seúl de 2027. Quizá muchos conozcan a San Andrés Kim y sus compañeros por esta película.

Más datos sobre la película: https://nacimientolapelicula.com

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