«Si Dios está en las llagas, hay que tocar las llagas»
Javier López y el católico medroso: «Muchos no han entendido que la casa de Dios es la intemperie»
Los lectores de ReL le siguen a diario cuando escribe y le echan en falta cuando no. Desde su provocador blog Soy católico, ¿pasa algo?, Javier López posa cotidianamente su mirada escrutadora y su pluma maestra sobre la actualidad más viva y reciente, con esa fidelidad perruna al asunto del día que caracteriza a los buenos periodistas, y con la habilidad de encontrar el sustrato religioso y moral donde atacar al enemigo y defender al amigo, siempre con elegancia y siempre con humor.
"Se atreve a defender al catolicismo, lo que casi nadie hace de manera tan abierta y franca... defendiendo aquellas causas de las que la poderosa progresía abomina y margina", elogia el ex ministro de Trabajo y talentoso editor Manuel Pimentel en el prólogo a El pudor del macho alfa (Enfoques Educativos).
Que es su último libro y lo que nos da pie y pretexto para comentar con él este tormentoso primer año del "fenómeno Podemos". Pues lo de "macho alfa" se refiere, como recordarán quienes sigan la política española, a la presunción de Pablo Iglesias de no ser lo que sus hechos demuestran que pretende ser, como buen leninista: el amo de la manada.
-¿Es un signo de descomposición social el éxito de partidos como Podemos?
- Toda sociedad es en esencia populista. Los casos de Venezuela, Cuba y Argentina aclaran que prometer pan para todos tiene más eficacia electoral que planificar la batalla contra el hambre. La sociedad española también es un buen ejemplo populista. Si aparenta lo contrario es porque hasta ahora nadie le había prometido la luna tan a las claras.
-Pero también los partidos "de la casta" prometen y no cumplen...
-El pragmatismo de los partidos tradicionales circunscribe sus propuestas de gobierno al ámbito de lo probable, pero el español quiere lo imposible, que es lo que le ofrece Podemos. Su auge, pues, no es un signo de descomposición, sino la evidencia de que la sociedad estaba carcomida antes de su llegada. La raíz populista siempre ha estado ahí.
-¿Y qué parte tiene en ella la descomposición moral?
- Una sociedad sin certezas es una sociedad vulnerable. El humanismo cristiano, consecuente con el derecho natural, ha sido el escudo que ha preservado en el último medio siglo al europeo del totalitarismo. El humanista diferencia entre Navacerrada y Gulag como destinos para las vacaciones de invierno, mientras que el totalitario sólo ofrece la opción de Siberia. Si se erradican los valores, esa será la que triunfe.
-¿Se atrevería Podemos, como ha amenazado, a prohibir la Semana Santa de Sevilla o robarle a la Iglesia la catedral de Córdoba?
-Por supuesto, aunque el cacique no cometerá el error de prohibir las procesiones en un par de días. Primero intentará desprestigiarlas, para que más tarde, sin apenas presión ciudadana, desaparezcan, a imitación de lo ocurrido con las corridas de toros en Cataluña. En cuanto a la catedral de Córdoba, ahora que la izquierda ha alcanzado el poder municipal, arreciarán desde el primer momento los ataques para convertir el templo en un negociado de cultura. O en un zoco.
Javier López, durante la presentación del libro el 7 de mayo en Jaén.
-Dice usted que algunas ovejas salen del redil no porque sean negras, sino porque quieren enfrentarse al lobo en la lobera. ¿Quién es el lobo para los católicos hoy?
- El problema no es quién es el lobo, sino quién es la oveja. El católico medroso, mayoritario en el rebaño, es la oveja. Ningún padre acepta que vituperen a su hijo en su presencia, pero dos de cada tres católicos callan cuando insultan a su religión (el mohín no vale como réplica), en lugar de poner en su sitio a los laicistas, lo que les resultaría fácil porque, en general, no son tan fieros como se creen. Entre el laicismo hay mucho cordero con piel de lobo.
-¿Nos hemos relajado tras la movilización de la primera legislatura de Zapatero? ¿Nos pondremos de nuevo las pilas si gobierna la extrema izquierda anticristiana?
- Aunque no es mi caso, cualquiera que se haya peleado a puñetazos un par de veces sabe que el ataque frontal tiene sus riesgos. La legislatura de Zapatero activó al catolicismo porque le atacó directamente, pero el laicismo ha aprendido modales, es decir, hipocresía. No hay más que ver la suavidad con que Podemos expone su anticlericalismo. Como oculta sus intenciones, el catolicismo cree que no las tiene.
-Pero las tiene...
-¡Vaya si las tiene! Y peores, a mi juicio, que las de anteriores gobiernos. Habrá que estar alerta: si yo fuera defensa central temería menos la carrera de Arbeloa que la pasividad de Romario.
-¿Por qué los católicos, siendo tantos, pesamos tan poco?
- Porque, en mi opinión, muchos no han entendido que la casa de Dios es la intemperie. No han entendido que si Dios está en las llagas, hay que tocar las llagas. Quien lo busca sólo en el reclinatorio no comprende el mandato de Jesucristo de evangelizar. Hay que dar la cara por él, pero, claro, dar la cara presupone que te la partan y no todo el mundo está dispuesto a pasar la noche en el dispensario.
Manuel Pimentel, ministro de Trabajo durante poco más de un año en la primera legislatura de José María Aznar, es empresario y editor y prologa El pudor del macho alfa, de Javier López.
-O sea, que hay que entrar al trapo...
-En mi propio blog de Religión en Libertad hubo un lector que me reprochó educadamente que introdujera temas políticos en este medio de comunicación. Con todos mis respetos, creo que la reflexión que debe de hacerse es justo la contraria: ¿Por qué no pisa el católico más charcos? El catolicismo tendrá tanto más peso cuanto más se deje ver en el exterior.
-Usted mira siempre la realidad con humor. ¿Se toma en serio la ideología de género?
-Siempre me tomo en serio la injusticia. Cuando era corresponsal de ABC en Granada redacté una información que aclara el despropósito: una pareja joven se había apuñalado mutuamente, de manera leve, en la vivienda que compartían. A ella le imputaron una falta y a él un delito. Una ley que determina responsabilidades diferentes para hechos idénticos no es una ley justa. Lo que no quita que se tenga que avanzar en la erradicación de la violencia en el ámbito doméstico, que origina, casi siempre, el hombre y que sufre, casi siempre, la mujer. Pero eso es una cosa y la ideología de género, otra.
-¿Cómo la resumiría?
-La ideología de género convierte a los hombres en ñus y no beneficia en nada a las mujeres porque ellas no quieren convivir con un ñu, sino con un hombre. El feminismo tiene sentido, pero llevado a la radicalidad deriva en fascismo con trenzas.
-¿Qué sería hoy para los católicos una victoria?
- Resistir, con la que cae, ya es una victoria. En realidad lo es desde San Pablo. Resistimos a Diocleciano y resistiremos al laicismo porque esta guerra, está escrito, la ganan los buenos. El católico no resiste por masoquismo, sino por coherencia con el Evangelio. Y por responsabilidad con el ser humano. El laicismo quiere desterrar a Dios, pero el destierro de Dios animaliza al hombre.
-¿Por qué?
-Sin un sentido de la trascendencia, poco nos diferenciaría de los monos, que también se despiojan, o de los suricatos, que también hacen guardia.
-¿Para qué nos está preparando Francisco? ¿Para una victoria o para una “escabechina”?
- Para la victoria, sin duda. Francisco desconcierta a algunos católicos, pero, sobre todo, a la progresía. No juzga a los homosexuales, pero no acepta el matrimonio entre personas del mismo sexo. Clama contra la pobreza, pero no suscribe la teología de la liberación. Además, instala duchas para vagabundos en el Vaticano, besa úlceras y condena el aborto. Su mensaje es llano, pero no populista, atrevido, pero ortodoxo.
"Se atreve a defender al catolicismo, lo que casi nadie hace de manera tan abierta y franca... defendiendo aquellas causas de las que la poderosa progresía abomina y margina", elogia el ex ministro de Trabajo y talentoso editor Manuel Pimentel en el prólogo a El pudor del macho alfa (Enfoques Educativos).
Que es su último libro y lo que nos da pie y pretexto para comentar con él este tormentoso primer año del "fenómeno Podemos". Pues lo de "macho alfa" se refiere, como recordarán quienes sigan la política española, a la presunción de Pablo Iglesias de no ser lo que sus hechos demuestran que pretende ser, como buen leninista: el amo de la manada.
-¿Es un signo de descomposición social el éxito de partidos como Podemos?
- Toda sociedad es en esencia populista. Los casos de Venezuela, Cuba y Argentina aclaran que prometer pan para todos tiene más eficacia electoral que planificar la batalla contra el hambre. La sociedad española también es un buen ejemplo populista. Si aparenta lo contrario es porque hasta ahora nadie le había prometido la luna tan a las claras.
-Pero también los partidos "de la casta" prometen y no cumplen...
-El pragmatismo de los partidos tradicionales circunscribe sus propuestas de gobierno al ámbito de lo probable, pero el español quiere lo imposible, que es lo que le ofrece Podemos. Su auge, pues, no es un signo de descomposición, sino la evidencia de que la sociedad estaba carcomida antes de su llegada. La raíz populista siempre ha estado ahí.
-¿Y qué parte tiene en ella la descomposición moral?
- Una sociedad sin certezas es una sociedad vulnerable. El humanismo cristiano, consecuente con el derecho natural, ha sido el escudo que ha preservado en el último medio siglo al europeo del totalitarismo. El humanista diferencia entre Navacerrada y Gulag como destinos para las vacaciones de invierno, mientras que el totalitario sólo ofrece la opción de Siberia. Si se erradican los valores, esa será la que triunfe.
-¿Se atrevería Podemos, como ha amenazado, a prohibir la Semana Santa de Sevilla o robarle a la Iglesia la catedral de Córdoba?
-Por supuesto, aunque el cacique no cometerá el error de prohibir las procesiones en un par de días. Primero intentará desprestigiarlas, para que más tarde, sin apenas presión ciudadana, desaparezcan, a imitación de lo ocurrido con las corridas de toros en Cataluña. En cuanto a la catedral de Córdoba, ahora que la izquierda ha alcanzado el poder municipal, arreciarán desde el primer momento los ataques para convertir el templo en un negociado de cultura. O en un zoco.
Javier López, durante la presentación del libro el 7 de mayo en Jaén.
-Dice usted que algunas ovejas salen del redil no porque sean negras, sino porque quieren enfrentarse al lobo en la lobera. ¿Quién es el lobo para los católicos hoy?
- El problema no es quién es el lobo, sino quién es la oveja. El católico medroso, mayoritario en el rebaño, es la oveja. Ningún padre acepta que vituperen a su hijo en su presencia, pero dos de cada tres católicos callan cuando insultan a su religión (el mohín no vale como réplica), en lugar de poner en su sitio a los laicistas, lo que les resultaría fácil porque, en general, no son tan fieros como se creen. Entre el laicismo hay mucho cordero con piel de lobo.
-¿Nos hemos relajado tras la movilización de la primera legislatura de Zapatero? ¿Nos pondremos de nuevo las pilas si gobierna la extrema izquierda anticristiana?
- Aunque no es mi caso, cualquiera que se haya peleado a puñetazos un par de veces sabe que el ataque frontal tiene sus riesgos. La legislatura de Zapatero activó al catolicismo porque le atacó directamente, pero el laicismo ha aprendido modales, es decir, hipocresía. No hay más que ver la suavidad con que Podemos expone su anticlericalismo. Como oculta sus intenciones, el catolicismo cree que no las tiene.
-Pero las tiene...
-¡Vaya si las tiene! Y peores, a mi juicio, que las de anteriores gobiernos. Habrá que estar alerta: si yo fuera defensa central temería menos la carrera de Arbeloa que la pasividad de Romario.
-¿Por qué los católicos, siendo tantos, pesamos tan poco?
- Porque, en mi opinión, muchos no han entendido que la casa de Dios es la intemperie. No han entendido que si Dios está en las llagas, hay que tocar las llagas. Quien lo busca sólo en el reclinatorio no comprende el mandato de Jesucristo de evangelizar. Hay que dar la cara por él, pero, claro, dar la cara presupone que te la partan y no todo el mundo está dispuesto a pasar la noche en el dispensario.
Manuel Pimentel, ministro de Trabajo durante poco más de un año en la primera legislatura de José María Aznar, es empresario y editor y prologa El pudor del macho alfa, de Javier López.
-O sea, que hay que entrar al trapo...
-En mi propio blog de Religión en Libertad hubo un lector que me reprochó educadamente que introdujera temas políticos en este medio de comunicación. Con todos mis respetos, creo que la reflexión que debe de hacerse es justo la contraria: ¿Por qué no pisa el católico más charcos? El catolicismo tendrá tanto más peso cuanto más se deje ver en el exterior.
-Usted mira siempre la realidad con humor. ¿Se toma en serio la ideología de género?
-Siempre me tomo en serio la injusticia. Cuando era corresponsal de ABC en Granada redacté una información que aclara el despropósito: una pareja joven se había apuñalado mutuamente, de manera leve, en la vivienda que compartían. A ella le imputaron una falta y a él un delito. Una ley que determina responsabilidades diferentes para hechos idénticos no es una ley justa. Lo que no quita que se tenga que avanzar en la erradicación de la violencia en el ámbito doméstico, que origina, casi siempre, el hombre y que sufre, casi siempre, la mujer. Pero eso es una cosa y la ideología de género, otra.
-¿Cómo la resumiría?
-La ideología de género convierte a los hombres en ñus y no beneficia en nada a las mujeres porque ellas no quieren convivir con un ñu, sino con un hombre. El feminismo tiene sentido, pero llevado a la radicalidad deriva en fascismo con trenzas.
-¿Qué sería hoy para los católicos una victoria?
- Resistir, con la que cae, ya es una victoria. En realidad lo es desde San Pablo. Resistimos a Diocleciano y resistiremos al laicismo porque esta guerra, está escrito, la ganan los buenos. El católico no resiste por masoquismo, sino por coherencia con el Evangelio. Y por responsabilidad con el ser humano. El laicismo quiere desterrar a Dios, pero el destierro de Dios animaliza al hombre.
-¿Por qué?
-Sin un sentido de la trascendencia, poco nos diferenciaría de los monos, que también se despiojan, o de los suricatos, que también hacen guardia.
-¿Para qué nos está preparando Francisco? ¿Para una victoria o para una “escabechina”?
- Para la victoria, sin duda. Francisco desconcierta a algunos católicos, pero, sobre todo, a la progresía. No juzga a los homosexuales, pero no acepta el matrimonio entre personas del mismo sexo. Clama contra la pobreza, pero no suscribe la teología de la liberación. Además, instala duchas para vagabundos en el Vaticano, besa úlceras y condena el aborto. Su mensaje es llano, pero no populista, atrevido, pero ortodoxo.
FICHA TÉCNICA | COMPRA ONLINE | |||
Título: | El pudor del macho alfa | Ocio Hispano | ||
Autor: | Javier López | |||
Editorial: | Enfoques Educativos | |||
Páginas: | 110 páginas | |||
Precio | 10,00 € | |||
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