Gil Tamayo: «Sin información religiosa de calidad, no hay una comunidad cristiana madura»
«La información religiosa no es un género menor», dijo en la noche del jueves 12 de diciembre el Secretario General de la Conferencia Episcopal Española, José María Gil Tamayo, al entregar al periodista de Vida Nueva Fran Otero el Premio Juan Pablo II de Comunicación, de la Fundación Crónica Blanca.
«Marginar la información religiosa es un acto de injusticia informativa», dijo Gil Tamayo, que resaltó además que «sin una información religiosa de calidad, no hay una comunidad cristiana madura y adulta».
Fran Otero (fotografiado bajo estas líneas), nacido en 1984 en Marín (Pontevedra), ha desarrollado su carrera profesional en el Faro de Vigo, La Gaceta de los Negocios, Expansión, Europa Press y Vida Nueva.
«Ser voz de los que no tienen voz» y «defender la dignidad humana en todas sus dimensiones» son, para él, dos grandes retos profesionales, que se propone lograr en el día a día con la guía de dos Papas.
De Juan Pablo II, Otero destacó su invitación a «no tener miedo a ir contracorriente».
Y de Francisco, toma como símbolo su abrazo a un hombre con el rostro desfigurado, modelo para esa información cercana, que debe serlo especialmente «con los más pobres».
Le entregó el Premio el sacerdote y periodista José María Gil Tamayo, Secretario General de la Conferencia Episcopal, que reivindicó la importancia de una información religiosa de calidad.
Recibir información sobre la vida de la Iglesia es un derecho de los católicos, dijo, pero además, esa información hace referencia a una «realidad esencial en la vida de las personas y de la sociedad».
«Marginar la información religiosa –añadió– es un acto de injusticia informativa».
«Una información religiosa de calidad» es también fundamental en la vida interna de la Iglesia, afirmó el portavoz del episcopado. Sin ella, «no hay una comunidad cristiana madura y adulta».
El Secretario General tuvo palabras muy elogiosas hacia Fran Otero, pero su presencia en el acto del jueves –aclaró– quería ser también un homenaje al sacerdote y periodista Manuel María Bru (en la foto bajo estas líneas), que, al frente de la Fundación Crónica Blanca, realiza «un gran servicio apostólico», al armonizar esas dos realidades que confluyen en la persona del joven comunicador católico: la fe y la profesión periodística.
Manuel Bru, al presentar el acto, habló de la dificultad de hacer una información religiosa de calidad, en un entorno en el que, a menudo, se quiere interpretar la realidad de la vida de la Iglesia según categorías puramente humanas. «La Iglesia no es una realidad política, sino espiritual», dijo.
El sacerdote destacó también la importancia de una pluralidad de medios de comunicación católicos que, desde la diversidad de matices y enfoques, coincidan sin embargo en lo esencial.
Bru hizo referencia a que, si este año, el Premio Crónica Blanca recaía en un periodista de Vida Nueva, el año pasado el premiado fue un miembro del equipo del semanario Alfa y Omega.
«Igual que se dice que nada hay más parecido a un obispo que otro obispo, nada se parece más a un semanario católico que otro semanario católico», dijo. Al compararlos con las demás publicaciones que se encuentran en el quiosco –argumentó–, «son muchas más las similitudes que las diferencias».
«Marginar la información religiosa es un acto de injusticia informativa», dijo Gil Tamayo, que resaltó además que «sin una información religiosa de calidad, no hay una comunidad cristiana madura y adulta».
Fran Otero (fotografiado bajo estas líneas), nacido en 1984 en Marín (Pontevedra), ha desarrollado su carrera profesional en el Faro de Vigo, La Gaceta de los Negocios, Expansión, Europa Press y Vida Nueva.
«Ser voz de los que no tienen voz» y «defender la dignidad humana en todas sus dimensiones» son, para él, dos grandes retos profesionales, que se propone lograr en el día a día con la guía de dos Papas.
De Juan Pablo II, Otero destacó su invitación a «no tener miedo a ir contracorriente».
Y de Francisco, toma como símbolo su abrazo a un hombre con el rostro desfigurado, modelo para esa información cercana, que debe serlo especialmente «con los más pobres».
Le entregó el Premio el sacerdote y periodista José María Gil Tamayo, Secretario General de la Conferencia Episcopal, que reivindicó la importancia de una información religiosa de calidad.
Recibir información sobre la vida de la Iglesia es un derecho de los católicos, dijo, pero además, esa información hace referencia a una «realidad esencial en la vida de las personas y de la sociedad».
«Marginar la información religiosa –añadió– es un acto de injusticia informativa».
«Una información religiosa de calidad» es también fundamental en la vida interna de la Iglesia, afirmó el portavoz del episcopado. Sin ella, «no hay una comunidad cristiana madura y adulta».
El Secretario General tuvo palabras muy elogiosas hacia Fran Otero, pero su presencia en el acto del jueves –aclaró– quería ser también un homenaje al sacerdote y periodista Manuel María Bru (en la foto bajo estas líneas), que, al frente de la Fundación Crónica Blanca, realiza «un gran servicio apostólico», al armonizar esas dos realidades que confluyen en la persona del joven comunicador católico: la fe y la profesión periodística.
Manuel Bru, al presentar el acto, habló de la dificultad de hacer una información religiosa de calidad, en un entorno en el que, a menudo, se quiere interpretar la realidad de la vida de la Iglesia según categorías puramente humanas. «La Iglesia no es una realidad política, sino espiritual», dijo.
El sacerdote destacó también la importancia de una pluralidad de medios de comunicación católicos que, desde la diversidad de matices y enfoques, coincidan sin embargo en lo esencial.
Bru hizo referencia a que, si este año, el Premio Crónica Blanca recaía en un periodista de Vida Nueva, el año pasado el premiado fue un miembro del equipo del semanario Alfa y Omega.
«Igual que se dice que nada hay más parecido a un obispo que otro obispo, nada se parece más a un semanario católico que otro semanario católico», dijo. Al compararlos con las demás publicaciones que se encuentran en el quiosco –argumentó–, «son muchas más las similitudes que las diferencias».
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