Monumento histórico de Buenos Aires; tendrá uso comercial
La misteriosa dueña del Luna Park, escenario de boxeo y música, lo lega a Cáritas y los salesianos
Ernestina Devecchi de Lectoure, dueña del mítico estadio deportivo-musical Luna Park de Buenos Aires (www.lunapark.com.ar), murió el 9 de febrero a los 95 años tras una larga enfermedad. No tenía hijos y ahora se ha sabido que ha dejado este emblemático edificio a los salesianos y a Cáritas (representada por el arzobispado de Buenos Aires), que deben repartirse el legado a partes iguales.
Fuentes eclesiales han adelantado que el Luna Park seguirá teniendo un uso comercial. En los próximos meses están programados allí conciertos de Ringo Starr, Sarah Brightman o Laura Pausini, entre otros.
El Luna Park fue declarado monumento histórico nacional de Argentina en 2007 y cualquier modificación que se quiera hacer necesitaría la autorización de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, de la Secretaría de Cultura de la Nación.
Una mujer emprendedora
La "señora Ernestina", como la llamaban en el Luna Park, llegó a Argentina como una inmigrante de la Italia de entreguerras. Fue esposa de José "Pepe" Lectoure (20 años mayor que ella), que junto a Ismael Pace crearon el Luna Park en verano de 1932 como un "templo" del boxeo, que acogiera los combates más impactantes.
Ernestina tomó las riendas del Luna Park cuando murió su esposo en 1950, teniendo ella 32 años. En la década de los 60 puso al frente de la organización a su entonces joven sobrino político, Juan Carlos "Tito" Lectoure. Ella fue quien abrió el Luna Park a los espectáculos musicales. Escasean las fotos de ella: bajo estas líneas, podemos verla en el centro, con abrigo largo claro.
No se dejaba ver
Ernestina era una mujer celosa de su anonimato. Sólo un par de veces se mostró en público en los últimos decenios: una de ellas durante la visita al país del legendario pugilista Muhammad Alí, en 1979. La otra vez fue la visita de Juan Pablo II a Buenos Aires en 1987.
Los trabajadores del estadio comentan que si aparecía en un concierto o espectáculo siempre era cuando ya había empezado y con las luces apagadas, muy discreta, para que no se le viese.
Por su edad y por problemas de salud, estaba alejada desde hacía muchos años de todo lo relacionado con la actividad del Luna. El único heredero de sangre hoy es Esteban Livera, que desde la muerte de su tío Tito, en 2002, es quien dirige el Luna y dispuso su reapertura para el boxeo, también en 2002.
¿Recitales inapropiados para la Iglesia?
En el testamento se especifica que Cáritas y la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco se repartirán el 95 % de Stadium Luna Park Lectoure y Lectoure SRL. El 5% restante es para un grupo de familiares y herederos de Juan Carlos "Tito" Lectoure, sobrino de Ernestina.
Miguel Ángel Lectoure, sobrino de ´Tito´ e integrante de la sociedad, planteó hace unas semanas: "¿Cómo van a hacer un recital de Village People en el Luna Park? Sería algo contrario a lo que promulga la Iglesia".
Pero otras voces señalan que Ernestina ya había limitado el tipo de espectáculos que tenían lugar en el estadio: no admitía cualquier cosa.
Sin duda, los ingresos que produzca la actividad artística y musical del Luna Park serán muy bien empleados por Cáritas y los salesianos en la atención a los más pobres de Buenos Aires y la educación de los niños y jóvenes.
Fuentes eclesiales han adelantado que el Luna Park seguirá teniendo un uso comercial. En los próximos meses están programados allí conciertos de Ringo Starr, Sarah Brightman o Laura Pausini, entre otros.
El Luna Park fue declarado monumento histórico nacional de Argentina en 2007 y cualquier modificación que se quiera hacer necesitaría la autorización de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos, de la Secretaría de Cultura de la Nación.
Una mujer emprendedora
La "señora Ernestina", como la llamaban en el Luna Park, llegó a Argentina como una inmigrante de la Italia de entreguerras. Fue esposa de José "Pepe" Lectoure (20 años mayor que ella), que junto a Ismael Pace crearon el Luna Park en verano de 1932 como un "templo" del boxeo, que acogiera los combates más impactantes.
Ernestina tomó las riendas del Luna Park cuando murió su esposo en 1950, teniendo ella 32 años. En la década de los 60 puso al frente de la organización a su entonces joven sobrino político, Juan Carlos "Tito" Lectoure. Ella fue quien abrió el Luna Park a los espectáculos musicales. Escasean las fotos de ella: bajo estas líneas, podemos verla en el centro, con abrigo largo claro.
No se dejaba ver
Ernestina era una mujer celosa de su anonimato. Sólo un par de veces se mostró en público en los últimos decenios: una de ellas durante la visita al país del legendario pugilista Muhammad Alí, en 1979. La otra vez fue la visita de Juan Pablo II a Buenos Aires en 1987.
Los trabajadores del estadio comentan que si aparecía en un concierto o espectáculo siempre era cuando ya había empezado y con las luces apagadas, muy discreta, para que no se le viese.
Por su edad y por problemas de salud, estaba alejada desde hacía muchos años de todo lo relacionado con la actividad del Luna. El único heredero de sangre hoy es Esteban Livera, que desde la muerte de su tío Tito, en 2002, es quien dirige el Luna y dispuso su reapertura para el boxeo, también en 2002.
¿Recitales inapropiados para la Iglesia?
En el testamento se especifica que Cáritas y la Sociedad Salesiana de San Juan Bosco se repartirán el 95 % de Stadium Luna Park Lectoure y Lectoure SRL. El 5% restante es para un grupo de familiares y herederos de Juan Carlos "Tito" Lectoure, sobrino de Ernestina.
Miguel Ángel Lectoure, sobrino de ´Tito´ e integrante de la sociedad, planteó hace unas semanas: "¿Cómo van a hacer un recital de Village People en el Luna Park? Sería algo contrario a lo que promulga la Iglesia".
Pero otras voces señalan que Ernestina ya había limitado el tipo de espectáculos que tenían lugar en el estadio: no admitía cualquier cosa.
Sin duda, los ingresos que produzca la actividad artística y musical del Luna Park serán muy bien empleados por Cáritas y los salesianos en la atención a los más pobres de Buenos Aires y la educación de los niños y jóvenes.
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