Un tratado sobre este juego llegó a rivalizar con la Biblia
Los lazos del ajedrez con la Iglesia: la pasión cruzada, el libro del monje, Isabel como «reina»...
¿Qué influencia ha tenido la historia de la Iglesia sobre el ajedrez, y al revés? Una cuestión de la que pueden extraerse muchas lecciones, y que plantea Andrew Bartel en Catholic World Report (los ladillos son de ReL):
Las pistas y la evidencia de los acontecimientos históricos están por todas partes. A veces olvidamos que la historia no se limita a los libros de texto; sus influencias y repercusiones están a nuestro alrededor, desde los planos de nuestras casas hasta las carreteras por las que conducimos o las tiendas en las que compramos. El tiempo y el espacio son un continuo que se moldean mutuamente a medida que la realidad se expande y se despliega, y esta interconexión dinámica atraviesa desde las cosas más pequeñas hasta las más grandes de este universo.
Quizá esto suene un poco exagerado, así que pongámoslo a prueba: ¿podemos aprender algo sobre la historia de la Iglesia católica estudiando el antiguo juego de ajedrez? ¿O podemos mostrar cómo el desarrollo de la doctrina y la cultura de la Iglesia a lo largo del tiempo está simbolizado por treinta y dos piezas talladas que se mueven en sesenta y cuatro casillas? Muchos historiadores piensan que sí, y algunos profesores incluso recomiendan integrar el juego y su historia en los programas escolares para ayudar a los alumnos a comprender mejor la sociedad europea medieval.
El vínculo entre el ajedrez y la Iglesia
El ajedrez es un juego de guerra. De entrada, nos enfrentamos a una visión del tablero que se alinea con la cosmovisión judeocristiana. "¿No es acaso milicia la vida del hombre sobre la tierra?", dice Job (7, 1), y Cristo advierte a sus discípulos de que no piensen que ha venido a traer la paz a la tierra; más bien, ha traído la espada (Mt 10, 34). El ajedrez es una visualización y aplicación concretas de dos mentes enzarzadas en el combate de un mundo de ideas que, de otro modo, sería invisible, por lo que representa a la perfección la lucha espiritual que tiene lugar en el campo de batalla de la creación física.
¿La realidad está determinada por el destino, el azar o el libre albedrío de los seres inteligentes? A diferencia de los dados o las cartas, el ajedrez se decanta firmemente por el libre albedrío, al igual que la Iglesia católica. Los cristianos también reconocen que el mundo en el que opera el libre albedrío es inteligible y está regido por leyes, ya que Dios "todo lo ha dispuesto con peso, número y medida" (Sab 11, 20). Como observa Thomas E. Woods, esta visión de la racionalidad del universo fue el catalizador que lanzó la investigación científica moderna, un método cuantitativo para desentrañar los misterios del universo. Ya vemos que el mundo de un juego está en congruencia con un juego de los mundos, una pequeña epifanía de la guerra cósmica (Gn 3, 15).
El periodo que va desde la Edad Media hasta principios del Renacimiento en particular demuestra cómo la historia de la Iglesia dio forma al ajedrez, y cómo el ajedrez influyó en el pensamiento de los cristianos y en los hechos e instituciones de la época. Durante las largas campañas de las Cruzadas, se produjo una transferencia masiva de conocimientos y costumbres entre soldados, eruditos y líderes religiosos y políticos musulmanes y cristianos.
El historiador Richard Eales ha señalado que "es un hecho paradójico pero bien establecido que incluso en el periodo de las Cruzadas llegaron a Occidente más nuevos conocimientos procedentes del 'enemigo' musulmán que a través de la civilización cristiana oriental. Esto era cierto no solo para la ciencia y las matemáticas, algunas de las cuales, como el ajedrez, se originaron en la India, sino también para la literatura clásica". Así, en este campo de batalla entre Oriente y Occidente, el ajedrez hizo su gran entrada en la cultura cristiana.
Con el tiempo, el juego se convirtió en una especie de herramienta de pensamiento escolástico, un espejo para que los individuos comprendieran la moralidad y sus roles sociales en el feudalismo medieval. Esto se debió principalmente a un fraile dominico del siglo XIII, Jacobo de Cessolis, que escribió Liber de moribus hominum et de officiis nobilium super ludum scacchorum [Libro de las costumbres humanas y de los oficios nobles, a la manera del juego del ajedrez].
Miniaturas de ajedrez del 'Liber Scacorum', como también es conocido el libro de Jacobo de Cessolis. Foto: Facsimiles.com.
Este tratado se copió y tradujo más que ninguna otra obra de la Edad Media, y su popularidad casi rivalizó con la de la propia Biblia en aquella época. En él, de Cessolis describe los diferentes rangos sociales y las profesiones campesinas de la época, asignando a cada uno de ellos una pieza del tablero y esbozando las virtudes, los derechos y las responsabilidades propios de cada uno (la importancia que tiene la Iglesia en este sistema queda significada por los obispos que se sitúan a ambos lados del rey y la reina, dos piezas que originalmente eran elefantes en la versión india). El fraile también incluía instrucciones sobre cómo jugar al juego, animando a sus lectores a experimentar "el simbolismo en acción".
El ajedrez estaba ahora entretejido en el tapiz de la cristiandad y, a medida que esta crecía y se expandía, también lo hacía el ajedrez. Un ejemplo de ello fue el cambio de actitud hacia las mujeres y el emergente ideal de caballerosidad y amor cortés. El padre John Vidmar, O.P., historiador de la Iglesia, destaca este hecho como un desarrollo notable que surgió de la exposición de los cruzados al mayor respeto dado a las mujeres en Oriente, que también contribuyó a un aumento correlativo de la devoción a la Virgen Madre de Cristo durante este tiempo.
Isabel la Católica, la "Reina" por excelencia
Esto sentó las bases para el ascenso y el poder de ciertas religiosas, nobles y reinas en los siglos XIV y XV, como Brígida de Suecia, Catalina de Siena e Isabel de España. Aunque fue probablemente en algún momento del siglo X cuando la pieza conocida como ministro del rey pasó a llamarse reina (inspirada por la reina Adelaida, esposa de Otón I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico), fue la inspiración de la indomable reina española Isabel la que dotó a la reina del ajedrez de los poderes superiores que ejerce hoy sobre el tablero (Shenk, pág. 66).
Desde la guerra espiritual cósmica entre el bien y el mal, pasando por los descubrimientos científicos y culturales durante las Cruzadas, hasta los desarrollos escolásticos en moral y sociología, la sociedad ha dado forma al ajedrez y el ajedrez ha dado forma a la sociedad. Esto incluye a la sociedad humana y divina de la Iglesia, que también ha tenido una relación histórica recíproca con este noble juego. Expresando con elocuencia esta fascinante realidad, Paula Rivera, del National Catholic Register, escribe: "La Iglesia católica siempre ha utilizado símbolos y arte para plasmar las batallas espirituales por nuestras almas, como se ve en nuestras catedrales con la ayuda de Miguel Ángel y Dante, y el juego del ajedrez continúa esa tradición. Jesús era y es el rey con la Santísima Virgen María, la reina, a su lado y en el centro del juego. Cada pieza de ajedrez confiere algunos atributos morales al juego y representa una muestra visual de la majestuosidad de la Iglesia en un tablero de juego".
Mosaico ajedrecístico en el suelo de la basílica de San Savino en Piacenza (Italia).
Como se ha señalado, las ideas y las acciones históricas de la humanidad a lo largo del tiempo conforman y son conformadas por los espacios que creamos, incluso hasta algo tan mundano como un plano. Al entrar en iglesias católicas históricas de todo el mundo, descubriremos que muchas de ellas tienen suelos de baldosas con un diseño a cuadros.
Aunque puede argumentarse que en algunos casos se trata de una mera elección estética y que su relación con el ajedrez es, como mucho, implícita o casual, hay al menos una en la que es más explícito: se trata de la basílica de San Savino, del siglo XII, situada en Piacenza (Italia), en la que puede verse un mosaico de una partida de ajedrez. Se trata al menos de una prueba concreta, argumenta David Shenk, "de hasta qué punto el ajedrez se entretejió en el tejido -y literalmente se alicató en el suelo- de la sociedad medieval cristiana europea".
Traducido por Helena Faccia Serrano.