Sábado, 23 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

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El legado de África en esta Copa del Mundo

por Rafa Cervera

Una internada milimétrica y un pase preciso dejó a Yakubu solo delante de la portería sudcoreana con el meta asiático batido. Sin embargo, incomprensiblemente, el delantero nigeriano chutó el balón fuera. El fallo fue comparado con el de Cardeñosa ante Brasil en el Mundial de Argentina 1978. Pocos minutos después, el propio Yakubu empataría el partido de penalti, pero ya no sería suficiente. Las Águilas quedaban apeadas del camino, como lo hiciera horas antes Sudáfrica, primer país que alberga el Mundial y no es capaz de superar la primera ronda.

Pero las desgracias de Nigeria y Sudáfrica no han sido las únicas sufridas por los equipos del continente africano. Costa de Marfil fue vapuleada por Brasil (31) el domingo; Camerún cayó eliminada el sábado al perder frente a Dinamarca (21). De hecho, si Ghana pierde ante Alemania, ningún equipo del continente local podrá disputar los octavos de final, algo extraño si tomamos en cuenta que, desde el Mundial de México 1986, siempre un país africano se había clasificado para la segunda manga.

Entonces, ¿cuál será el legado de África para el resto del planeta en este Campeonato del Mundo? Futbolísticamente hablando podríamos concluir que mínimo. En un siglo XXI en que tantos partidos se televisan y los ojeadores pueden seguir a un jugador en cualquier rincón de la Tierra, la aportación de los equipos africanos será paupérrima. Sin embargo, yo siento verdadera admiración por un continente que ha podido organizar un acontecimiento grandioso como el Mundial por primera vez, por un continente que muestra –al menos en sus futbolistas- una fe sencilla y sin ningún tipo de respeto humano.

Cuando la FIFA expresa claramente, según remarcó su propio presidente, Joseph Blatter, que "cualquier manifestación religiosa debe quedar fuera del fútbol”, cuando el mismísimo jefe de prensa de la selección inglesa prohíbe a su estrella, Wayne Rooney, hablar de su fe a los medios de comunicación, los jugadores de Costa de Marfil no se esconden.

Al ser sustituido mediada la segunda parte en el duelo contra Portugal, el defensa Emmanuel Eboué no dudó en santiguarse. Y no se persignó doce veces supersticiosamente (como hacen otros) antes del inicio de un match, lo hizo como agradecimiento, una vez y mirando al cielo. Al finalizar el encuentro –y su país no ganó-, Eboué reunió a sus compañeros en el centro del campo –algo que suele hacer también la selección de Brasil (o por lo menos lo hacía en el Mundial 2002 disputado en Asia) y que las cámaras obvian transgrediendo el derecho que todos tenemos a estar informados- y dirigió una oración a la que se unieron el resto de jugadores costamarfileños. En España, debemos dar las gracias a Tele 5 por mostrarnos estas imágenes en su programa resumen. ¡Qué gran trabajo está haciendo mi amigo Paco González!

Al ver a Los Elefantes (sobrenombre que reciben los miembros de la selección de Costa de Marfil) dar gracias, me acordé de una conversación con tres sacerdotes nigerianos. Los tres habían venido a Barcelona para el Congreso Internacional de Médicos Católicos que se celebró en 2006. El Padre Agustín de la Vega, un sacerdote Legionario de Cristo muy amigo de mi familia, hizo de cicerone a varios religiosos africanos y los tres en cuestión, grandes forofos del fútbol, le pidieron ir a visitar el Camp Nou. Ni corto ni perezoso, el Padre Agustín me llamó y pude conseguir entradas para que visitaran el museo azulgrana. Los tres, sonriendo de oreja a oreja, se fotografiaron con la Copa de Europa, recién ganada por el Barça al Arsenal, y nos explicaron las mil peripecias que tenían que hacer los fines de semana para ver algún partido importante de la liga española.

Al compartir mesa, entre plato y plato de arroz, su comida por excelencia, los sacerdotes nos explicaron que la fe católica está muy arraigada en Nigeria entre la gente joven; que no hay casi personas mayores en unas iglesias abarrotadas por jóvenes cada domingo… No pude evitar pensar: “como aquí”.

Y es que la Iglesia está viva, pero su corazón no late siguiendo nuestros parámetros “lógicos”, sino los de las gentes sencilla, personas que tienen muchísimo que enseñarnos con simples manifestaciones pequeñas, pero firmes, como las de Eboué.

Europa se encuentra en un proceso de reevangelización, un proceso en el que juegan un papel fundamental tantos sacerdotes venidos desde Hispanoamérica y en el que tomarán también un rol destacado religiosos africanos. ¡Ya lo verán! En el fondo, es la sangre de tantos mártires que han dejado su vida y que revierte ahora como esperanza de salvación.
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