Reflexionando sobre el Evangelio: Jn 6, 60-69
El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve
El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen (Jn 6, 63)
Esto lo dice Cristo y San Juan lo recoge para compartirlo y dar vida a todo el que lo lea y crea. No se trata de ideología, sino de la Palabra que da vida. Muchos dirán que esto no es correcto decirlo hoy en día y tienen toda la razón. No es correcto decirlo hoy en día ni en tiempos de Jesús. Anteponer el Espíritu a lo material y mundano conlleva que miles de políticos y líderes socio-culturales se rasguen las vestiduras. San Juan Crisóstomo señala claramente el sentido de las palabras del Señor:
A causa de esto presenta otra solución, diciendo: "El espíritu es el que da vida: la carne nada aprovecha". Lo que El dice es esto: conviene oír con el espíritu las cosas que me conciernen, porque quien las entiende de una manera carnal, nada aprovecha. Equivale a entender de una manera carnal el ver sencillamente lo que el Salvador había dicho, sin elevar el pensamiento. Mas conviene no juzgar de este modo, sino ver todos los Misterios con los ojos del espíritu, lo que siempre debe entenderse en sentido espiritual. Y era carnal el dudar acerca de cómo podría darnos a comer su carne. ¿Qué, no es verdadera carne? Sí, en verdad, y por esto dice: "La carne nada aprovecha", no refiriéndose a su carne, sino a aquéllos que entendían en sentido carnal lo que El les decía. (San Juan Crisóstomo, In Ioannem hom. 46)
Parémonos un momento y recordemos las noticias, mensajes, indicaciones que llevamos recibiendo desde dentro y fuera de la Iglesia. ¿Cuánto hay de Espíritu en estos mensajes? ¿Cuánto mundo hay en ellos? La Iglesia se reúne en torno a Cristo, pero no siempre comunica a Cristo con toda su extensión y profundidad. El Evangelio, tiende a ajustarse a lo que interesa, llegado a defender hasta que no todo lo que hay escrito en los Evangelios es Buena Noticia.
Hoy en día pensamos desde la carne y el mundo. Es decir, desde las condiciones de poder que nos imponemos a nosotros mismos, para ser aceptados por la sociedad. Ponemos las necesarias y excelente obras de misericordia como el fin de lo que llamamos erróneamente “espiritualidad”. Las obras de misericordia son el fruto de una vida que ve más allá del mundo, de la sociedad. Una vida que nos lleva a ver a Cristo en todo ser humano y por ello, le tratamos como deseamos ser tratados nosotros mismos. Por desgracia, atender a los hermanos desde el amor a Cristo, también se desecha en la sociedad que vivimos.
No es nada sencillo ser cristiano en el siglo XXI. Somos apestados y despreciados por vivir Esperanza y confianza en Cristo. Como dice San Juan Crisóstomo, se trata de “ver todos los Misterios con los ojos del espíritu, lo que siempre debe entenderse en sentido espiritual”. Sentido espiritualidad que nace en el corazón de cada uno de nosotros y que hace que elevemos la mirada hacia del Señor. Por eso había tantas personas que se escandalizaban al escuchar a Cristo decir que era necesario “comer su carne y beber su sangre”. Por eso seguimos escandalizándonos actualmente cuando defendemos que todo el Evangelio es Palabra de Dios y Buena Noticia. Por eso lo sacramentos parece ritos pasados de moda a tantas personas. Ritos que es necesario ajustar al mundo y a la sociedad actual. Quiera el Señor ayudarnos a no perder la Gracia que llega a nosotros gracias a los sacramentos.