Nueva Evangelización - Reflexionando sobre el Evangelio Mc 16,15-20.
Anuncien la Buena Noticia a toda la creación.
Hoy Domingo 16 de mayo, se celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Esta jornada fue instituida por el Concilio Vaticano II en el decreto Inter Mirifica sobre los medios de comunicación social. Cada año se celebra el día de la Ascensión del Señor ¿Comunicar? ¿Qué tenemos que comunicar? La respuesta es sencilla y viene bien definida en el Evangelio de hoy: llevar a todos la Buena Noticia, el Evangelio. Todo cristiano tiene el encargo directo de Cristo de evangelizar. Evangelizar es un mandato que se puede leer en el Evangelio de hoy. Un mandato que el Señor nos hace llegar para nuestro bien y para el bien de toda la humanidad. Entonces, ¿Por qué no evangelizamos? ¿Qué puede hacer que el sembrador no lance semillas por donde anda?
- La primera razón es que realmente no tengamos las “Semillas del Reino” en nosotros. Es evidente que quien no tiene las Semillas del Reino en su corazón, no puede lanzarlas.
- La segunda razón puede ser que no entendamos que necesitamos evangelizar. Si no lanzamos las Semillas del Reino no podremos recoger los frutos. ¿Qué frutos?
Hay frutos muy diversos. ¿Un ejemplo? Las virtudes que el Espíritu Santo induce en nosotros mientras evangelizamos: fe, esperanza y caridad. Templanza, humildad, paciencia, diligencia, castidad y generosidad. ¿Sentimos que la fe no nos llega? ¿La paciencia se agota? ¿La esperanza en Cristo desaparece y es reemplazada por otras esperanzas? Ya San Pablo decía: “Porque si predico el evangelio, no tengo nada de qué gloriarme, pues estoy bajo el deber de hacerlo; pues ¡ay de mí si no predico el evangelio!” (1Co 9, 16).
Miremos a la Iglesia del siglo XXI. Yace exhausta de trabajar, pero el número de creyentes disminuye constantemente. Cada vez hay menos vocaciones y más problemas con la estructura institucional que se creó para servir. Los sacramentos se olvidan y desprecian. No sé si ustedes lo ven claro, pero personalmente me doy cuenta que casi se nos ha olvidado la preeminencia de la evangelización.
Creemos que es suficiente con impartir unas clases de cultura religiosa a nuestros hijos. Creemos que con ser aparentemente “buena gente” nos basta. Hemos olvidado el sentido de los sacramentos y de la necesidad de su presencia en nuestra vida. Volvamos a preguntarnos: ¿Tenemos en nosotros la “Semilla del Reino”? Todos necesitamos ser evangelizados porque nos olvidamos de Cristo rápidamente. Somos duros de corazón. Nos parecemos a los judíos coetáneos de Cristo en muchos aspectos.
Increpa, pues, su dureza, para que oigamos nosotros sus avisos. "Por último, les dijo: Id por todo el mundo; predicad el Evangelio a todas las criaturas". Con el nombre de toda criatura señala al hombre, puesto que tiene algo de todas ellas, como el ser con las piedras, el vivir con los árboles, el sentir con los animales, el entender con los ángeles. Así que se predica el Evangelio a toda criatura cuando se predica para el hombre solo. Porque sólo Él es enseñado, y para Él ha sido creado todo, no siéndole extraño nada por cierta semejanza que tiene con todo. También se puede entender por todas las criaturas a todas las naciones. Antes había sido dicho: "No vayáis ahora a tierra de gentiles " ( Mt 10,5); ahora se dice: "Predicad el Evangelio a todas las criaturas"; para que la predicación apostólica, que antes fue rechazada por los judíos, venga en nuestro auxilio cuando, por haberla rechazado éstos en su soberbia, sea un testimonio de su condenación. (San Gregorio Magno, homilia in Evangelia, 29)
La soberbia es otra de las razones por la que olvidamos la evangelización. ¿Para qué comunicar que Dios ha nacido entre nosotros y que, en Él, todo y todos tenemos sentido? La soberbia y la pereza nos paraliza: ¿Evangelizar yo? Que sea otro quien “pierda el tiempo”. La soberbia nos impide comprender y señalar que Cristo es Camino, Verdad y Vida con nuestra propia vida. No podemos evidenciar que nos desborda la esperanza, cuando no entendemos que nuestra vida tenga sentido. Juan Pablo II y Benedicto XVI nos llamaron a volver a evangelizar el mundo. La Nueva Evangelización se promovió y muchas personas se unieron a este camino con esperanza y humildad. Por desgracia, hemos olvidado rápidamente todo esto. Como mucho, intentamos hacer actividades evangelizadoras-culturales para jóvenes. ¡Olvidamos que hay que evangelizar a todos! Yo diría que tenemos más premura de evangelizar a las personas según están más cercanos a la muerte.
La eutanasia tiene muchos profetas y medios para ofrecerse para salvarnos de la vida. ¿Se evangeliza a las personas maduras que tienen poco tiempo y cabeza por sus obligaciones cotidianas? Precisamente son personas que necesitan a Cristo. Son personas que llegan a sus casas pensando en desconectar. Para ello se encierran en las series de moda para desconectar el sinsentido de su vida.
Hay tanto que hacer y creemos que ya hemos hecho todo lo que podíamos. Las energías que usamos para enfrentarnos y maltratarnos mutuamente ¿Por qué no las empleamos para evangelizar? Sin duda el enemigo ha sabido hacer un maravilloso trabajo. Pero todo esto no debe hacernos desesperar. Todo lo contrario. Nos debería dar esperanzas. Tenemos sentido en Cristo y lo tenemos, porque podemos llevar las “Semillas del Reino” a todos aquellos que necesitan esperanza y sentido en sus vidas. Esto, humildemente, intento realizar mediante este pequeño y casi olvidado blog. También lo intento realizar diariamente a través de las redes sociales. Quiera el Señor seguir dándonos fuerza y ánimos para no desfallecer.