Reflexionando sobre el Evangelio. Mc 7,1-8.14-15.21-23
Cumplir la Ley de Dios o las costumbres humanas
No seré yo quien hable en contra de costumbre o hábitos, que son sanos, higiénicos, socialmente positivos o incluso, necesarios para la convivencia. ¿Dónde está el problema con lavarse las manos, como hacían los fariseos? El problema no es tener buenos hábitos, sino confundirlos con la Ley de Dios y despreciar a quienes no los siguen. Cristo señaló claramente el problema: la hipocresía que conlleva poner lo humano por encima de lo directamente revelado por Dios.
Como no era de trasgresión de la ley, sino de las tradiciones de los antiguos de lo que acusaban injustamente a los discípulos, los humilla llamándolos hipócritas, porque recomendaban con cierto respeto lo que no convenía. Añade la palabra de Isaías como dirigida a ellos, y que viene a decir: Así como aquellos de quienes se dice que honran a Dios con los labios, pero que tienen bien lejos de Él su corazón, se jactan en vano de observar las reglas de la piedad, no observando sino las doctrinas de los hombres, así vosotros, que abandonáis el mal interior que puede curarse, acusáis a los que respetan la justicia. (Pseudo - Crisóstomo. Catena Aurea. Marcos, 7:1-13)
¿Qué llevamos en nuestro corazón, nuestro ser más profundo? ¿Costumbres, convenciones, comportamientos aceptados socialmente? En nuestro corazón debería haber la Ley de Dios y nuestros actos ser reflejo de esta Ley. Ley que no es letra muerta, sino espíritu que nos da vida. Hay personas que relativizan los Mandamientos o los sustituyen por cientos de convenciones humanas. Hay personas que olvidan que los Mandamientos son líneas que marcan el precipicio que nos destroza. ¿A dónde nos lleva sustituir a Dios, que nos ama, por ídolos que nos esclavizan? ¿A dónde nos lleva amar lo humano por encima de Dios? ¿A dónde nos lleva mentir, robar, engañar o despreciar a nuestros hermanos? No muy lejos. Nos lleva a ser esclavos de nuestras bajas pasiones y a olvidar que Dios nos creó a imagen y semejanza de Él.
Por desgracia, toda sociedad o institución humana tiene el peligro de convertirse en una Torre de Babel. ¿Qué es una Torre de Babel? Es una obra humana que se crea para llegar a Dios. La estructuración y reglamentación sustituye a Dios mismo. Cristo es Camino, Verdad y Vida. No puede ser sustituido por ninguna obra humana. Cristo llamá hipócritas a los fariseos y lo hace porque estudian la Ley, pero al mismo tiempo se aprovechan de ella para poner su ideología, costumbres, modos, por encima de Dios mismo.
Tristemente, el ser humano lleva consigo la tendencia a crear Torres de Babel. La historia sagrada nos muestra cientos de desprecios a Dios y sus consecuencias. La historia humana también nos ayuda a ver qué este es un error recurrente. Lo llevamos en la herida que lleva consigo nuestra naturaleza caída y limitada. Hoy en día es tan frecuente como en cualquier otra época. Damos más valor a las normas humanas, que a la Ley de Dios.