Sánchez Garrido, monseñor Martínez Camino y el Dr. Cabezas Cañavate
«¡Qué me importa, Jesús Sacramentado, si al fin he conseguido hacerte amar!»
Tras el rezo de laudes, hemos comenzado con la primera conferencia de esta mañana del 19 de octubre, con la conferencia de don PABLO SÁNCHEZ GARRIDO, director del Centro CEU de Patrimonio Cultural Español de Madrid.
Su tema: La espiritualidad y la oración en los mártires de la Asociación Católica de Propagandistas.
Estamos en un lugar fantástico de Barcelona, a la falda del Tibidabo. Junto al edificio de la Universidad Abad Oliba está la torre de Bellesguard del gran Antonio Gaudí.
[La Casa Figueras, más conocida como Torre Bellesguard, fue proyectada por el arquitecto modernista Antoni Gaudí y construida entre 1900 y 1909, aunque diversos trabajos secundarios se prolongaron hasta 1916, finalizados ya por los ayudantes de Gaudí. Se encuentra a los pies de la sierra de Collserola, en la Ciudad Condal].
El pasado 25 de junio se colocó está cruz martirial en los jardines de la Universidad. La cruz se levanta en memoria de los cinco mártires de la Asociación Católica de Propagandistas, de la cual es obra la UAO CEU: Luis Belda, Luis Campos Górriz, Ricardo Plá, Alfonso Sebastiá y Miguel Vilatimó.
De todos ellos ha hablado don Pablo Sánchez Garrido. Aquí los trabajos de la ACdP:
LA ESPIRITUALIDAD Y LA ORACIÓN EN LOS MÁRTIRES DE MADRID
Monseñor Juan Antonio Martínez Camino ha presentado su ponencia con el testimonio de vida interior del seminarista
Ignacio Aláez Vaquero - Causa Martires (archimadrid.es)
Y nos ha regalado la lectura de este hermoso poema:
Cuantas veces, Jesús divino, miro
tu Sagrario pequeño y recogido
y las auras me llegan del copón,
yo quisiera volar por las ciudades
y gritar por las plazas y las calles:
¡Amor... reparación!
Yo quisiera arrastrar las multitudes
al olor de suavísimas virtudes
que destilas, Jesús,
y volver en mis hombros ovejuelas
que en las breñas del mundo se prendieran
¡y salvase tu Cruz!
Yo quisiera incendiar el orbe entero.
Yo quisiera volverme misionero
y al infiel tus "locuras" predicar.
Y morirme después martirizado.
¡Qué me importa, Jesús sacramentado,
si al fin he conseguido hacerte amar!
Y en cenizas Jesús, cuando me torne,
cuando en alas del viento me transporte,
¡dondequiera!, he de darte adoración;
como un rezo de allá de la ultratumba,
hágase oír mi voz, fuerte cual nunca:
¡Amor... reparación!
Y en las noches de invierno, solitarias,
cuando nadie recite sus plegarias
al oculto Señor...
allá, en el pavimento solitario,
mi espíritu estará junto al Sagrario:
¡Qué más fuerte que muerte es el Amor!
En segundo lugar, nos habló don Juan Antonio de las monjas de la Visitación, citadas por el papa Francisco en el nº 141 de Gaudete et exsultate [insistiendo en la lectura de la misma: Gaudete et exsultate: Exhortación Apostólica sobre la llamada a la santidad en el mundo contemporáneo (19 de marzo de 2018) | Francisco (vatican.va)].
La santificación es un camino comunitario, de dos en dos. Así lo reflejan algunas comunidades santas. En varias ocasiones la Iglesia ha canonizado a comunidades enteras que vivieron heroicamente el Evangelio o que ofrecieron a Dios la vida de todos sus miembros. Pensemos, por ejemplo, en las siete beatas religiosas del primer monasterio de la Visitación de Madrid, que se prepararon juntos para el martirio.
Monseñor Martínez Camino ha recomendado la lectura de sus vida escrita por José Luis Gutiérrez:
Finalmente, el testimonio del párroco de El Pardo de Madrid. Aquí su vida:
Cipriano Martínez Gil - Causa Martires
Sor Cristina de la Cruz de Arteaga (1902-1984), reformadora de las Jerónimas, cuenta en la biografía de don Cipriano, que en aquellos dias su pensamiento era este: -¿Por qué me habrá mandado el Señor Obispo al Pardo, sabiendo cuán distinta era mi vocación (quería ser jerónimo)? No me lo explico... pero, sí, ya sé por qué me ha mandado. Somos dos. El de arriba y el de abajo. Yo he venido a ser el Cristo del Pardo...
Luego, don Juan Antonio, como colofón de su intervención ha leído también esta poesía del siervo de Dios Cipriano Martínez:
- Aterido del cierzo de la noche,
en ti vengo, ángel mío, a descansar.
¡No me quieren, me ofenden, me desprecian,
me desairan, me hieren, me sentencian
a muerte acerba y dura sin igual!
¿Me das tu corazón? Lo harás, ¿no es cierto?
Como un vergel, do suave es respirar
la pureza, la fe y el sacrificio,
el soplo blanco del amor castísimo
que embalsama cual aura matinal.
-¡Ven Amado, ven Lirio, ven Cordero,
que inmolo cada día sin cesar!
Tu carne... ¿no es mi carne, fino Amante?
Tu sangre... ¿quién la inmola a cada instante?
¿Quién llora ante las gradas de tu altar?
Reclina tu cabeza aquí en mis manos,
que con ellas la quiero acariciar.
Ponla en mi corazón... ¡Que yo la sienta!
Aspira tú el amorque en el alienta,
no la dejes dormir ni reposar.
Un abrazo estrechó aquellos dos pechos,
un amor las dos vidas engarzó,
y un dolor, al juntarse las dos frentes,
arrancó con dulzura y pena fuerte
la corona de espinas del Señor.
Tras la intervención del Obispo auxiliar ha sido el turno del Dr. Juan Manuel Cabezas Cañavate, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad San Dámaso de Madrid. El tema dictado tenía por titulo: La esperanza y la oración en los mártires de Cuenca.
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