Los sacramentos al alcance de los niños (2)
por Un obispo opina
TEMA: CHARLANDO CON JESÚS SOBRE
EL BAUTISMO, LA CONFIRMACIÓN Y LA EUCARISTÍA
Niño: Jesús, yo soy cristiano; sé que eso significa ser discípulo tuyo, pero he oído que los cristianos no sólo somos discípulos, sino hermanos tuyos, hijos del Padre celestial, que tenemos tu misma vida... quisiera hacerte algunas preguntas para que me explicases todo esto.
Jesús: Algo ya te he explicado antes, pero pregunta, pregunta, porque es muy importante que lo entiendas bien, ya que hay muchos que no saben en qué consiste ser cristiano y tú no puedes ser uno de ellos.
Bautismo
Niño: Una primera pregunta. ¿Cómo nos hacemos cristianos?
Jesús: Os hacéis cristianos cuando recibís el bautismo. Es en ese momento cuando se os quita todo lo que es pecado, desde el pecado original hasta el último pecado cometido si el que se bautiza es mayor; desde ese momento empezáis a vivir mi misma vida divina. El bautismo es algo así como conectar un televisor u otro aparato a la electricidad; es cuando empieza a funcionar. O, si quieres otro ejemplo, es como un injerto; cuando se pone un injerto en un árbol, empieza a vivir de la savia del árbol y se hace una misma cosa con él. Podemos decir que vosotros empezáis a vivir la misma vida divina que yo tengo, desde el momento en que habéis sido injertados en mí por el bautismo.
Niño: Decimos que en el bautismo nacemos de nuevo y somos hechos hijos de Dios. Pero ¿no somos hijos de Dios todos los hombres?
Jesús: Todos los hombres sois hijos de Dios porque os ha dado la vida a través de vuestros padres. Pero vuestra vida es humana. Sin embargo, en el bautismo se os da la vida divina, es decir, la vida propia de Dios. Por eso, el cristiano es hijo de Dios de manera especial y única.
Niño: He oído decir que tú y nosotros formamos un solo cuerpo. ¿Es así?
Jesús: Sí. Desde el bautismo formáis parte de mi cuerpo que es la Iglesia, de la que yo soy la cabeza y vosotros, los miembros. Y al ser miembros de mi cuerpo, participáis de mi misma vida divina.
Niño: Oye, Jesús, es bonito eso que me dices de que participamos de tu misma vida, pero, ¿cómo hay cristianos que viven como si no lo fueran?
Jesús: Porque después de recibir mi misma vida que llamamos gracia, no se preocupan de desarrollarla. Es como si tú fueses muy listo, pero si no te preocupases de estudiar, serías un ignorante. A propósito, ¿estudias mucho o poco?
Niño: No está mal, pero podría esforzarme un poquito más.
Yo ya sé que para desarrollar mi inteligencia he de estudiar; pero ¿qué he de hacer para desarrollar mi vida cristiana?
Jesús: No vas a poder hacerlo si yo no te ayudo.
Niño: ¡Hombre! si me has hecho cristiano, me has de querer ayudar, digo yo.
Confirmación
Jesús: Claro que te quiero ayudar; a ti y a todos. Y porque os quiero ayudar, además del bautismo, le he dado a mi Iglesia otro sacramento, el de la Confirmación. ¿Has oído hablar de la Confirmación?
Niño: Sí. Se confirman cuando ya van siendo mayores, aunque después aparecen poco por la iglesia. ¿Por qué eso? Porque si nos ayudas...
Jesús: Hombre, no querrás echarme a mí las culpas de que algunos confirmados se olvidan de la confirmación. Lo que pasa es que el sacramento de la confirmación, como los otros, si no se recibe con el deseo de ser ayudados para ser de verdad amigos míos, de poco puede servir; no porque yo no esté dispuesto a ayudar a todos, sino porque hay quienes no quieren ser ayudados.
Niño: ¿Y cómo nos ayudas con el sacramento de la confirmación?
Jesús: Mira, por el sacramento de la confirmación, os doy mi Espíritu que procede del Padre y de mí. Y os lo doy para que os acompañe en vuestra vida como me acompañó a mí, y como acompañó a mi Madre, y a mis apóstoles, y a los mártires, y a todos los santos. Os acompaña con suavidad, os va ayudando a conocer y amar a Dios, dándoos la fuerza necesaria para que podáis superar las dificultades con que os vais encontrando.
Niño: Bien; te entiendo pero ¿me podrías poner un ejemplo?
Jesús: Sí. Suponte que tu vida es como una travesía que has de hacer en una barca. Vas remando y te cansas. Empieza a soplar el viento, despliegas las velas y tu barca corre que vuela.
El viento es como un símbolo de los dones del Espíritu. Cuando recibes sus dones, no hay quien pueda contigo. Pero ¡ojo!, hay que desplegar las velas; de lo contrario, apenas avanzas nada porque te cansas; y si no despliegas las velas y te cansas de remar, ya me dirás qué travesía vas a hacer. Eso es lo que les puede pasar a algunos que se confirman. Por eso hay algunos que, después de confirmarse ni aparecen por la iglesia.
Niño: Es que los hay que...
Jesús: Sí; los hay muy cómodos; pero esos no me sirven como amigos. Yo quiero que mis amigos me quieran de verdad y que no tengan miedo a nada ni a nadie cuando se trata de obedecer al Padre y de darle gusto; es lo que hice yo. Y para eso les doy mi Espíritu, para que les ayude a ser como yo.
José Gea
EL BAUTISMO, LA CONFIRMACIÓN Y LA EUCARISTÍA
Niño: Jesús, yo soy cristiano; sé que eso significa ser discípulo tuyo, pero he oído que los cristianos no sólo somos discípulos, sino hermanos tuyos, hijos del Padre celestial, que tenemos tu misma vida... quisiera hacerte algunas preguntas para que me explicases todo esto.
Jesús: Algo ya te he explicado antes, pero pregunta, pregunta, porque es muy importante que lo entiendas bien, ya que hay muchos que no saben en qué consiste ser cristiano y tú no puedes ser uno de ellos.
Bautismo
Niño: Una primera pregunta. ¿Cómo nos hacemos cristianos?
Jesús: Os hacéis cristianos cuando recibís el bautismo. Es en ese momento cuando se os quita todo lo que es pecado, desde el pecado original hasta el último pecado cometido si el que se bautiza es mayor; desde ese momento empezáis a vivir mi misma vida divina. El bautismo es algo así como conectar un televisor u otro aparato a la electricidad; es cuando empieza a funcionar. O, si quieres otro ejemplo, es como un injerto; cuando se pone un injerto en un árbol, empieza a vivir de la savia del árbol y se hace una misma cosa con él. Podemos decir que vosotros empezáis a vivir la misma vida divina que yo tengo, desde el momento en que habéis sido injertados en mí por el bautismo.
Niño: Decimos que en el bautismo nacemos de nuevo y somos hechos hijos de Dios. Pero ¿no somos hijos de Dios todos los hombres?
Jesús: Todos los hombres sois hijos de Dios porque os ha dado la vida a través de vuestros padres. Pero vuestra vida es humana. Sin embargo, en el bautismo se os da la vida divina, es decir, la vida propia de Dios. Por eso, el cristiano es hijo de Dios de manera especial y única.
Niño: He oído decir que tú y nosotros formamos un solo cuerpo. ¿Es así?
Jesús: Sí. Desde el bautismo formáis parte de mi cuerpo que es la Iglesia, de la que yo soy la cabeza y vosotros, los miembros. Y al ser miembros de mi cuerpo, participáis de mi misma vida divina.
Niño: Oye, Jesús, es bonito eso que me dices de que participamos de tu misma vida, pero, ¿cómo hay cristianos que viven como si no lo fueran?
Jesús: Porque después de recibir mi misma vida que llamamos gracia, no se preocupan de desarrollarla. Es como si tú fueses muy listo, pero si no te preocupases de estudiar, serías un ignorante. A propósito, ¿estudias mucho o poco?
Niño: No está mal, pero podría esforzarme un poquito más.
Yo ya sé que para desarrollar mi inteligencia he de estudiar; pero ¿qué he de hacer para desarrollar mi vida cristiana?
Jesús: No vas a poder hacerlo si yo no te ayudo.
Niño: ¡Hombre! si me has hecho cristiano, me has de querer ayudar, digo yo.
Confirmación
Jesús: Claro que te quiero ayudar; a ti y a todos. Y porque os quiero ayudar, además del bautismo, le he dado a mi Iglesia otro sacramento, el de la Confirmación. ¿Has oído hablar de la Confirmación?
Niño: Sí. Se confirman cuando ya van siendo mayores, aunque después aparecen poco por la iglesia. ¿Por qué eso? Porque si nos ayudas...
Jesús: Hombre, no querrás echarme a mí las culpas de que algunos confirmados se olvidan de la confirmación. Lo que pasa es que el sacramento de la confirmación, como los otros, si no se recibe con el deseo de ser ayudados para ser de verdad amigos míos, de poco puede servir; no porque yo no esté dispuesto a ayudar a todos, sino porque hay quienes no quieren ser ayudados.
Niño: ¿Y cómo nos ayudas con el sacramento de la confirmación?
Jesús: Mira, por el sacramento de la confirmación, os doy mi Espíritu que procede del Padre y de mí. Y os lo doy para que os acompañe en vuestra vida como me acompañó a mí, y como acompañó a mi Madre, y a mis apóstoles, y a los mártires, y a todos los santos. Os acompaña con suavidad, os va ayudando a conocer y amar a Dios, dándoos la fuerza necesaria para que podáis superar las dificultades con que os vais encontrando.
Niño: Bien; te entiendo pero ¿me podrías poner un ejemplo?
Jesús: Sí. Suponte que tu vida es como una travesía que has de hacer en una barca. Vas remando y te cansas. Empieza a soplar el viento, despliegas las velas y tu barca corre que vuela.
El viento es como un símbolo de los dones del Espíritu. Cuando recibes sus dones, no hay quien pueda contigo. Pero ¡ojo!, hay que desplegar las velas; de lo contrario, apenas avanzas nada porque te cansas; y si no despliegas las velas y te cansas de remar, ya me dirás qué travesía vas a hacer. Eso es lo que les puede pasar a algunos que se confirman. Por eso hay algunos que, después de confirmarse ni aparecen por la iglesia.
Niño: Es que los hay que...
Jesús: Sí; los hay muy cómodos; pero esos no me sirven como amigos. Yo quiero que mis amigos me quieran de verdad y que no tengan miedo a nada ni a nadie cuando se trata de obedecer al Padre y de darle gusto; es lo que hice yo. Y para eso les doy mi Espíritu, para que les ayude a ser como yo.
José Gea
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