Sábado, 23 de noviembre de 2024

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Mañana del 20 de septiembre, en el cementerio de Pozoblanco

por Jorge López Teulón

Beata Teresa Cejudo Redondo
Teresa nació en Pozoblanco (Córdoba), el 15 de octubre de 1890, en una familia de hondas raíces cristianas. Sus padres fueron José Cejudo Muñoz e Isabel Redondo Caballero. Siendo muy joven, perdió a su madre. Como la mayor entre los hermanos, tuvo que dejar el colegio a la edad de 15 años para cuidar a sus hermanos más pequeños. En 1925 contrajo matrimonio con el arquitecto Juan Caballero Cabrera. Por este motivo la llamaban “la arquitecta”. Tuvieron una hija. Los que la conocieron insisten en que cumplió muy bien sus deberes de esposa y madre.
Cuando los salesianos llegaron a la ciudad, se hizo entusiasta cooperadora y, al erigirse la Asociación de María Auxiliadora, fue elegida secretaria. También fue presidenta de las Mujeres de Acción Católica, de las Conferencias de San Vicente de Paúl y de las Marías de los Sagrarios.


Nunca negó en el juicio ser católica
Cuando en julio de 1936 se desató la persecución religiosa, se ofreció al Señor como víctima por el triunfo de su causa. Seis días después del asesinato del párroco Siervo de Dios Antonio María Rodríguez Blanco, el 22 de agosto de 1936, fue detenida por su condición de católica comprometida.
Después de despedirse de su familia, fue conducida a prisión. Allí se mantuvo serena y tranquila, animando a quienes con ella estaban en la cárcel y dando un ejemplo sublime de caridad. El esposo fue asesinado unos días antes que Teresa, pero ésta no llegó a saberlo.
Un compañero de prisión dirá después que daba ánimos a los que con ella estaban en la cárcel. Muchos le oyeron recitar una jaculatoria en verso: “Jesús en el ara/ Jesús en la cruz/ Jesús en el alma/ mil veces Jesús”. Fue allí modelo de caridad. Al llegar la hora de las comidas, servía primero a los demás y sólo después tomaba su alimento. “Se sacrificó mucho, como siempre”, declara otra persona que vio su comportamiento en tan difíciles momentos.
Fue juzgada el 16 de septiembre de 1936. Fue acusada por sus prácticas de piedad y por hacer propaganda política en contra de las ideas marxistas. Su respuesta fue: “No ha sido por defender el capital, sino la ley de Jesucristo”. Nunca negó en el juicio ser católica. Cuando fue condenada a muerte, el numeroso público asistente comenzó a gritar y a aplaudir. Al oír la sentencia, dijo muy tranquila: “Esto lo esperábamos nosotros. Nos reclama Jesucristo y nos vamos con él, que estaremos mejor que aquí entre esta familia”. Uno que se encontraba próximo a ella pudo escuchar de sus labios que, a ejemplo de Jesús, perdonaba a sus enemigos.


Cuando recibió la visita de dos hermanas que le llevaban a su propia hija, las abrazó. La hija de Teresa se abrazó a la madre. A las hermanas dijo: “Nos encontraremos en el cielo”. Vuelta a la hija, añadió: “Te quedarás con las tías. Todos te querrán mucho, incluso estos milicianos que nos rodean. Tú tienes a tu madre en el cielo”.
Saliendo de la cárcel para el suplicio, decía a sus compañeras de prisión: “Hasta el cielo”. Era el 20 de septiembre de 1936. Ya en las tapias del cementerio, quiso caer la última para animar a todos sus compañeros con la esperanza de la vida eterna. Quisieron vendarle los ojos, pero se negó porque no temía a la muerte. “Los perdono, hermanos. ¡Viva Cristo Rey!”, fueron sus últimas palabras. Tenía cuarenta y cinco años. Sus reliquias se guardan en la capilla del colegio salesiano de Pozoblanco.
Fue beatificada por el Papa Benedicto XVI el 28 de octubre de 2007. A la semana siguiente, el 9 de noviembre, se bendijo el altar de los mártires en el Santuario de María Auxiliadora de Sevilla obra de Martín Lagares. "El altar de líneas sencillas pero rotundas, según explica el propio escultor, gira en torno a la figura de un arcángel de más de dos metros que porta sobre su mano la palma del martirio. Él mismo reposa sobre una Cruz de mármol, y en torno a él los nombres de los 21 mártires de la Inspectoría Bética de Sevilla (bajo el brazo izquierdo de la cruz está el nombre de la Beata Teresa Cejudo). Al día siguiente y, con el mismo motivo, se presentaron dos nuevos altares, uno en Morón de la Frontera y otro en Pozoblanco. En este último, se reconstruyó la parte inferior de un altar existente para la colocación de los restos de los Beatos mártires".

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