«Mi obispo cree que esto puede suscitar vocaciones», explica uno de estos sacerdotes
Los curas COVID-19 de Cuernavaca: papeleo, trajes, formación, nervios... todo para llegar al enfermo
En Cuernavaca (México), como en otros lugares del mundo, los sacerdotes que quieren atender a los enfermos en los hospitales golpeados por el COVID necesitan conseguir equipos de protección, aprender a usarlos, lograr los permisos -México es un régimen laicista, burocráticamente hostil a lo religioso- y superar los propios miedos, llenándose de paciencia y confianza en Dios.
“Respondimos voluntariamente a Dios y a nuestro Obispo, monseñor Ramón Castro Castro, para hacer este servicio en los hospitales. No somos héroes, lo hacemos por amor a Dios, al prójimo y a nuestra vocación. Estamos haciendo lo que nos toca”, señala el padre Edgar Olivera Mavil, uno de los entrevistados por el semanario DesdeLaFe.mx, de la diócesis de México.
Hospitales que no quieren sacerdotes
La paciencia para conseguir trajes y permisos ha sido un reto mayor que el miedo o el trato con la enfermedad en sí, explica. Por desgracia, varios hospitales se han negado a aceptar a los sacerdotes. Sólo el Hospital General Regional 1 -en Cuernavaca- y el Hospital General de Zona/MF 5 -en Zacatepec-, ambos del IMSS, han aceptado sus servicios de atención espiritual.
“Después de los trámites burocráticos, comenzamos a buscar el equipo de seguridad; nos sentimos muy confiados, pues estamos en zona industrial. Pero justo cuando nos dieron luz verde en esos hospitales, la pandemia iba en aumento. Un mes antes del pico de contagios, habíamos hecho un pedido de 100 batas a un proveedor; las compramos gracias al apoyo de los fieles para poder donarlas a los hospitales. Fuimos entonces a preguntar y gracias a Dios aún tenían batas disponibles”.
“Dios nos había puesto estas pruebas para saber si estábamos dispuestos a continuar con el servicio que voluntariamente habíamos aceptado”, cree el padre Edgar.
Las familias de los curas desconocían la misión
“Tomamos cursos virtuales, pero la prueba más difícil fue la capacitación presencial con médicos del IMSS para aprender a revestirnos. Cuando la fecha de nuestro servicio estaba cerca, todos teníamos temor. También pensábamos en la angustia que generaría en nuestras familias, pues ellos no estaban enterados de esta misión”, relata el sacerdote del decanato de María Madre de Dios.
Orando con los sanitarios en el hospital de Cuernavaca: hay buen ánimo, dicen los sacerdotes
El obispo de Cuernavaca, Ramón Castro presidió la Misa de envío el 2 de junio, los ocho sacerdotes fueron encomendados a Dios para que pudieran ser instrumento de Su Gracia. “A cada uno, nuestro obispo nos escribió una carta pastoral; en la mía me decía que esperaba que esta experiencia motivara muchas vocaciones, ‘pues el sacerdote (en estos tiempos) se había quedado en la iglesia’, así que esto es un aliciente para que los jóvenes quieran estar en los lugares donde se les requiere”.
Rezando con el personal del hospital
Había mucho nerviosismo entre los curas el primer día, pero una vez empezaron a servir se sintieron mejor.
“Nos revestimos, y antes de entrar a la sala COVID hicimos una oración con el personal de salud. Nos esperábamos un panorama apocalíptico. Pero no percibí un lugar de muerte, tristeza o dolor; el espíritu que impera en esos hospitales es hermoso, pues el personal está lleno de optimismo para superar esta pandemia. No obstante, tienen incertidumbre porque no cuentan con el equipo necesario para evitar un contagio del personal médico; sin embargo, eso no les impide entregarse a su vocación”, señala el padre Olivera Mavil.
“Hubo varios padres que querían ayudar, pero por su salud o por su edad no tuvieron la posibilidad. Es un momento muy difícil para todos y nos duele mucho no poder acompañar a todos los enfermos. No obstante, creo firmemente que si ayudo a uno solo a reconciliarse con Dios antes de morir, eso significa que mi sacerdocio ha valido la pena”, añade el sacerdote.
Según el obispo, el protocolo diocesano requería sacerdotes de no más de 55 años, sin enfermedades como diabetes, hipertensión y cáncer. “Originalmente eran 10 sacerdotes, pero en las semanas de preparación uno tuvo problemas de hipertensión y otro ya no pudo tomar el curso de capacitación final que les impartieron médicos del IMSS”, informó el obispo de Cuernavaca a Desde la fe.
Los sacerdotes que prestan sus servicios espirituales, junto con el sacerdote Olivera Mavil, son: los padres Héctor Rodríguez Campuzano, del Decanato de Santiago Apóstol; Heriberto Jiménez Enríquez, del decanato de Guadalupe; Mario Jesús Pulido Pulido y Cristian Arroyo Delgadillo, del Decanato de San Francisco, con José Abraham Cruz Mejía, del decanato de San Felipe; Edgar Morales Oliver y David Zagal Maldonado, del decanato de Nuestra Señora de los Milagros.
Habrá un giro en la pastoral
“Dios ha sacudido la conciencia de toda la humanidad, lo que trae consigo un cambio de vida, el acercamiento a la santidad y las implicaciones para una verdadera conversión. Nosotros, en la Diócesis, nos dimos cuenta de que estábamos desperdiciando otros medios pastorales, como las redes sociales, para acercarnos a las personas, sobre todo a los jóvenes, quienes necesitan conocer a Dios en profundidad. Sin duda, nuestra pastoral dará un giro hacia ese sentido”, puntualiza el obispo.