Los misioneros en Ecuador constatan que «la fe de la gente es más fuerte que las casas derrumbadas»
Ante la tragedia humanitaria de Ecuador y el asombro por las fuerzas desatadas de la naturaleza y su capacidad destructiva, contrasta la fortaleza de la fe y del espíritu humano. Es algo que constatan con asombro los misioneros españoles que trabajan en Ecuador (hay más de 200). Obras Misionales Pontificias ha difundido la experiencia de distintos misioneros que cuentan lo que están viviendo tras el seísmo.
Andrés Drouet: "Dios sostiene"
El misionero diocesano de Cádiz, desde su misión en Manta, escribe en cuanto han restablecido la electricidad.
“Ha sido una experiencia terrible pero Dios nos ha sostenido y nos sigue sosteniendo. Estoy en uno de los puntos más afectados, Manta, y las necesidades empiezan a salir a la luz. Hay gente sin casas, sin comida, sin agua y sin luz. Lo han perdido todo, incluso familias enteras bajo los escombros. Las ayudas no abastecen y la población está agotada.
»Llevamos aún dos días y la tierra sigue temblando a nuestros pies, los nervios están a flor de piel y la gente se muestra angustiada pero no desesperanzada. La fe de este pueblo y esta gente es fuerte, más fuerte que los cimientos de las casas que se han derrumbado. Ahora empieza la parte más difícil. Devolverles la calma y la paz. Levantar a los caídos, enterrar a los muertos y mantener a los que se tambalean. Dios es fiel y no falla. Él nos levantará”.
Luis Fernando Criado Reca: "fortaleza y serenidad"
El misionero y sacerdote diocesano de Jaén, desde la provincia de Esmeraldas, explica que numerosas poblaciones como Portoviejo, Manta, Canoa, Pedernales, etc., han sido muy destruidas y los cadáveres se cuentan ya por centenares.
“Hoy día, pasadas apenas cuarenta y ocho horas, el país está movilizado y la solidaridad no se ha hecho esperar. Voluntarios de todas partes se han movilizado, recogiendo agua, mantas y víveres no perecederos.
Estas comunidades asoladas necesitan nuestro apoyo desde las necesidades más básicas hasta nuestra oración, pidiendo al Señor de la vida que les dé la fortaleza para afrontar con serenidad el desastre, que su fe no decaiga y sepan levantarse con ánimo para seguir adelante”.
Oración y solidaridad de una familia en la Amazonía
Este es el testimonio de Álex Holgado y Karen Margalet, padres de Sergio, Pablo, Lucía y Martina, miembros de una familia misionera en el vicariato apostólico de Puyo, en la Amazonía ecuatoriana:
Álex Holgado y su esposa Karen Margaret, fueron enviados junto a sus cuatro hijos por el obispo de Terrasa, en Barcelona, a la misión como miembro del Vicariato de Puyo durante tres años. “Somos una familia misionera, no hemos tenido, gracias a Dios, ninguna desgracia personal, puesto que estamos sirviendo en el Vicariato Apostólico de Puyo, en la provincia amazónica de Pastaza, muy alejada del epicentro. Sólo notamos un pequeño temblor. Ahora, y esto es lo importante, estamos volcados junto con los ciudadanos pastacenses, en hacer llegar la ayuda a los compatriotas costeños", relata Álex.
»Mi esposa Karen y yo hemos organizado la recogida de alimentos y productos de primera necesidad en la Unidad Educativa Fisco-misional San Vicente Ferrer, donde damos clase y ayudamos en la Pastoral. Al mismo tiempo, estamos haciendo una convocatoria abierta a todos los colegios religiosos para celebrar una Eucaristía conjunta, el miércoles, en la Catedral, para rezar por las almas de los fallecidos y pedir fortaleza para sus familiares.
»Además, yo me encuentro en Radio Puyo, emisora del Vicariato, haciendo una maratón de recogida de ayuda e informando de dónde se puede remitir donativos. También informamos de la maratón de oración que se iniciará esta tarde, a las 15 horas, ante el Santísimo en la Catedral de Puyo. Todas las parroquias, por medio de Cáritas, están trabajando duro para coordinar el manejo de estas aportaciones.
»Nuestro obispo, Rafael Cob García, burgalés con más de 20 años como misionero acá, está liderando la organización de esta labor”.
María José Carrero: en el epicentro
En el momento del terremoto se encontraba desempeñando su labor como misionera comboniana en Muisne, Esmeraldas. “Fue el epicentro en nuestra zona. Gracias a Dios las hermanas estamos todas bien, y la gente, no hay que lamentar muchas pérdidas humanas. En la zona de la isla, un joven falleció, y sí hubo muchos heridos. El 60% de la población ha perdidos sus casas , estamos en la iglesia de Pueblo Nuevo a 4 Km. de la costa, abierta, acogiendo a todos los que podemos repartiendo comida pues la isla está vacía. En fin, rezad por nosotros, es muy triste”, cuenta.
[Para apoyar con donativos desde España]
Andrés Drouet: "Dios sostiene"
El misionero diocesano de Cádiz, desde su misión en Manta, escribe en cuanto han restablecido la electricidad.
“Ha sido una experiencia terrible pero Dios nos ha sostenido y nos sigue sosteniendo. Estoy en uno de los puntos más afectados, Manta, y las necesidades empiezan a salir a la luz. Hay gente sin casas, sin comida, sin agua y sin luz. Lo han perdido todo, incluso familias enteras bajo los escombros. Las ayudas no abastecen y la población está agotada.
»Llevamos aún dos días y la tierra sigue temblando a nuestros pies, los nervios están a flor de piel y la gente se muestra angustiada pero no desesperanzada. La fe de este pueblo y esta gente es fuerte, más fuerte que los cimientos de las casas que se han derrumbado. Ahora empieza la parte más difícil. Devolverles la calma y la paz. Levantar a los caídos, enterrar a los muertos y mantener a los que se tambalean. Dios es fiel y no falla. Él nos levantará”.
Luis Fernando Criado Reca: "fortaleza y serenidad"
El misionero y sacerdote diocesano de Jaén, desde la provincia de Esmeraldas, explica que numerosas poblaciones como Portoviejo, Manta, Canoa, Pedernales, etc., han sido muy destruidas y los cadáveres se cuentan ya por centenares.
“Hoy día, pasadas apenas cuarenta y ocho horas, el país está movilizado y la solidaridad no se ha hecho esperar. Voluntarios de todas partes se han movilizado, recogiendo agua, mantas y víveres no perecederos.
Estas comunidades asoladas necesitan nuestro apoyo desde las necesidades más básicas hasta nuestra oración, pidiendo al Señor de la vida que les dé la fortaleza para afrontar con serenidad el desastre, que su fe no decaiga y sepan levantarse con ánimo para seguir adelante”.
Oración y solidaridad de una familia en la Amazonía
Este es el testimonio de Álex Holgado y Karen Margalet, padres de Sergio, Pablo, Lucía y Martina, miembros de una familia misionera en el vicariato apostólico de Puyo, en la Amazonía ecuatoriana:
Álex Holgado y su esposa Karen Margaret, fueron enviados junto a sus cuatro hijos por el obispo de Terrasa, en Barcelona, a la misión como miembro del Vicariato de Puyo durante tres años. “Somos una familia misionera, no hemos tenido, gracias a Dios, ninguna desgracia personal, puesto que estamos sirviendo en el Vicariato Apostólico de Puyo, en la provincia amazónica de Pastaza, muy alejada del epicentro. Sólo notamos un pequeño temblor. Ahora, y esto es lo importante, estamos volcados junto con los ciudadanos pastacenses, en hacer llegar la ayuda a los compatriotas costeños", relata Álex.
»Mi esposa Karen y yo hemos organizado la recogida de alimentos y productos de primera necesidad en la Unidad Educativa Fisco-misional San Vicente Ferrer, donde damos clase y ayudamos en la Pastoral. Al mismo tiempo, estamos haciendo una convocatoria abierta a todos los colegios religiosos para celebrar una Eucaristía conjunta, el miércoles, en la Catedral, para rezar por las almas de los fallecidos y pedir fortaleza para sus familiares.
»Además, yo me encuentro en Radio Puyo, emisora del Vicariato, haciendo una maratón de recogida de ayuda e informando de dónde se puede remitir donativos. También informamos de la maratón de oración que se iniciará esta tarde, a las 15 horas, ante el Santísimo en la Catedral de Puyo. Todas las parroquias, por medio de Cáritas, están trabajando duro para coordinar el manejo de estas aportaciones.
»Nuestro obispo, Rafael Cob García, burgalés con más de 20 años como misionero acá, está liderando la organización de esta labor”.
María José Carrero: en el epicentro
En el momento del terremoto se encontraba desempeñando su labor como misionera comboniana en Muisne, Esmeraldas. “Fue el epicentro en nuestra zona. Gracias a Dios las hermanas estamos todas bien, y la gente, no hay que lamentar muchas pérdidas humanas. En la zona de la isla, un joven falleció, y sí hubo muchos heridos. El 60% de la población ha perdidos sus casas , estamos en la iglesia de Pueblo Nuevo a 4 Km. de la costa, abierta, acogiendo a todos los que podemos repartiendo comida pues la isla está vacía. En fin, rezad por nosotros, es muy triste”, cuenta.
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