Nicaragua: El gobierno sandinista construirá un museo en homenaje a san Juan Pablo II en 2015
Miguel d’Escoto vuelve a celebrar misa treinta años después de que Juan Pablo II lo sancionara con la prohibición de ejercer el ministerio sacerdotal; Ernesto Cardenal, hermano de hábito de D’Escoto, ya no aspira a celebrar los sacramentos aunque le llegara el indulto, que de todos modos no ha solicitado. Él también fue reprendido públicamente por el Papa polaco en su propia casa y suspendido a divinis pocos meses después, pero hoy no se cansa de elogiar al sucesor argentino y su “revolución evangélica” en la Iglesia posconciliar.
El sandinista Daniel Ortega, varias veces presidente de Nicaragua y actualmente en el poder, recibió a Wojtyla en 1983 y en aquel momento no perdió la oportunidad de organizar una multitud exaltada de militantes sandinistas que al grito de “entre cristianismo y revolución no hay contradicción” interrumpieron constantemente la misa papal en la plaza de la Revolución de Managua.
Sin duda eran otros tiempos.
Hoy, un Ortega que pinta canas anunció que quería dedicarle un museo a quien antes era el Papa adversario, el enemigo de la revolución y de la “iglesia popular”. “Un museo especial”, aclaró la primera dama y esposa, Rosario Murillo, portavoz del gobierno sandinista, y agregó que se hará todo lo posible para que esté terminado y abierto al público en marzo, aniversario del primer viaje de Wojtyla a Nicaragua.
El museo “Juan Pablo II” será construido en una explanada a orillas del lago de Managua, que llevará el nombre de Plaza de la Fe. Quiere ser un regalo para el 58 por ciento de la población que se reconoce católica en el último censo del Instituto nacional de estadísticas. Un homenaje sobre todo al Papa Francisco y a las buenas relaciones con el Vaticano, y al cardenal emérito de Managua, Manuel Obando y Bravo, que será también el principal donante del museo.
El purpurado nicaragüense saludó con aprobación la creación del museo y enumeró puntillosamente los regalos recibidos de Juan Pablo II que, se presume, aportará a la nueva institución: un rosario negro que el Papa estaba usando y puso en sus manos camino al aeropuerto, cuando terminaba su visita; un segundo rosario de color blanco que recibió en el segundo viaje a Nicaragua, el 7 de febrero de 1996, dos casullas usadas en las celebraciones, un pectoral, una medalla conmemorativa y una réplica de la catedral de Managua.
Hasta el momento no se registran comentarios de los obispos del país ni de Leopoldo Brenes, actual arzobispo de Managua y primer cardenal centroamericano de la era Bergoglio.
El sandinista Daniel Ortega, varias veces presidente de Nicaragua y actualmente en el poder, recibió a Wojtyla en 1983 y en aquel momento no perdió la oportunidad de organizar una multitud exaltada de militantes sandinistas que al grito de “entre cristianismo y revolución no hay contradicción” interrumpieron constantemente la misa papal en la plaza de la Revolución de Managua.
Sin duda eran otros tiempos.
Hoy, un Ortega que pinta canas anunció que quería dedicarle un museo a quien antes era el Papa adversario, el enemigo de la revolución y de la “iglesia popular”. “Un museo especial”, aclaró la primera dama y esposa, Rosario Murillo, portavoz del gobierno sandinista, y agregó que se hará todo lo posible para que esté terminado y abierto al público en marzo, aniversario del primer viaje de Wojtyla a Nicaragua.
El museo “Juan Pablo II” será construido en una explanada a orillas del lago de Managua, que llevará el nombre de Plaza de la Fe. Quiere ser un regalo para el 58 por ciento de la población que se reconoce católica en el último censo del Instituto nacional de estadísticas. Un homenaje sobre todo al Papa Francisco y a las buenas relaciones con el Vaticano, y al cardenal emérito de Managua, Manuel Obando y Bravo, que será también el principal donante del museo.
El purpurado nicaragüense saludó con aprobación la creación del museo y enumeró puntillosamente los regalos recibidos de Juan Pablo II que, se presume, aportará a la nueva institución: un rosario negro que el Papa estaba usando y puso en sus manos camino al aeropuerto, cuando terminaba su visita; un segundo rosario de color blanco que recibió en el segundo viaje a Nicaragua, el 7 de febrero de 1996, dos casullas usadas en las celebraciones, un pectoral, una medalla conmemorativa y una réplica de la catedral de Managua.
Hasta el momento no se registran comentarios de los obispos del país ni de Leopoldo Brenes, actual arzobispo de Managua y primer cardenal centroamericano de la era Bergoglio.
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