BENEDICTO XVI SE DESPIDE DE INGLATERRA
El Primer Ministro Cameron agradece al Papa que «haya retado a todo el país a sentarse y pensar»
La diversidad de Gran Bretaña moderna es un "reto" pero también una "gran oportunidad", afirmó Benedicto XVI este domingo despidiéndose del Reino Unido al término de su visita pastoral de cuatro días.
El Papa fue despedido en el aeropuerto internacional de Birmingham por el Primer Ministro británico, David Cameron, al cual expresó el propio reconocimiento “por el intenso trabajo de preparación, tanto del Gobierno actual como del precedente, del servicio civil, de las autoridades locales y la policía, y de los numerosos voluntarios que pacientemente han ayudado a preparar los eventos de estos cuatro días”.
“Gracias por vuestra calurosa acogida y por la hospitalidad que me habéis dispensado”, exclamó.
El Pontífice observó que en los cuatro días de su visita pudo visitar a “representantes de muchas comunidades, culturas, lenguas y religiones que componen la sociedad británica”.
“La gran diversidad de la moderna Gran Bretaña es un desafío para su Gobierno y su pueblo, pero también representa una gran oportunidad de mayor diálogo intercultural e interreligioso que enriquecerá a toda la comunidad”, constató.
Agradeciendo la oportunidad de encontrarse con la Reina Isabel II, con el propio Cameron y otros políticos, y de haber podido discutir “cuestiones de mutuo interés”, el Obispo de Roma confesó sentirse “particularmente honrado al recibir la invitación para dirigirme a las dos Cámaras del Parlamento en el histórico recinto de Westminster Hall”.
“Deseo sinceramente que estos encuentros contribuyan a confirmar y fortalecer las excelentes relaciones entre la Santa Sede y el Reino Unido, especialmente en la cooperación para el desarrollo internacional, el cuidado del medio ambiente y la construcción de una sociedad civil con un renovado sentido de valores compartidos y metas comunes”, auguró.
Agradecimiento a las autoridades anglicanas
“Fue asimismo una satisfacción visitar a Su Gracia, el Arzobispo de Canterbury, y a los Obispos de la Iglesia de Inglaterra, orando posteriormente con ellos y nuestros hermanos cristianos en los sugerentes alrededores de la Abadía de Westminster, un lugar que habla con mucha elocuencia de las tradiciones y cultura que compartimos”.
“Puesto que Gran Bretaña acoge a muchas tradiciones religiosas, he agradecido la oportunidad de encontrar a sus representantes y compartir con ellos algunas ideas acerca de la contribución que las religiones pueden ofrecer al desarrollo de una sana sociedad plural.”, añadió.
El universo de Newman
Benedicto XVI subrayó que, “naturalmente”, su visita estaba dirigida de forma especial a los católicos del Reino Unido.
“Aprecio muchísimo el tiempo que he pasado con los Obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, y con los profesores, alumnos y personas mayores. Ha sido especialmente conmovedor celebrar con ellos, aquí en Birmingham, la beatificación de un gran hijo de Inglaterra, el cardenal John Henry Newman”.
“Con su vasto legado de escritos académicos y espirituales, tiene todavía mucho que enseñarnos sobre la vida y el testimonio cristiano en medio de los desafíos del mundo actual, desafíos que él previó con sorprendente claridad”, concluyó.
Palabras de despedida de Cameron
En su discurso al Papa, el Primer Ministro Cameron afirmó que los cuatro días de la visita papal han sido “increíblemente impresionantes”.
“Usted habló a una nación de seis millones de católicos, pero ha sido escuchado por una nación de más de 60 millones de ciudadanos y por muchos otros millones en todo el mundo”, añadió, subrayando que el Papa ha ofrecido “un mensaje no solo a la Iglesia católica sino a cada uno de nosotros, de cualquier fe o de ninguna”.
Cameron recordó al cardenal Newman y su convicción de que en la sociedad todos compartimos un “vínculo de unidad común”, y subrayó que este vínculo “ha sido una parte increíblemente importante” del mensaje del Papa a los británicos, que quieren construir sobre esta base “una nueva cultura de la responsabilidad social”.
“Las personas de fe son grandes arquitectos de esta cultura”, añadió.
“La fe forma parte del tejido de nuestro país”, prosiguió Cameron. “Siempre ha sido así y siempre será así”. “Usted verdaderamente ha retado a todo el país a sentarse y pensar, y esto sólo puede ser un bien”, concluyó dirigiéndose al Pontífice.
El de Gran Bretaña ha sido el viaje internacional número 17° del pontificado de Benedicto XVI.
“Gracias por vuestra calurosa acogida y por la hospitalidad que me habéis dispensado”, exclamó.
El Pontífice observó que en los cuatro días de su visita pudo visitar a “representantes de muchas comunidades, culturas, lenguas y religiones que componen la sociedad británica”.
“La gran diversidad de la moderna Gran Bretaña es un desafío para su Gobierno y su pueblo, pero también representa una gran oportunidad de mayor diálogo intercultural e interreligioso que enriquecerá a toda la comunidad”, constató.
Agradeciendo la oportunidad de encontrarse con la Reina Isabel II, con el propio Cameron y otros políticos, y de haber podido discutir “cuestiones de mutuo interés”, el Obispo de Roma confesó sentirse “particularmente honrado al recibir la invitación para dirigirme a las dos Cámaras del Parlamento en el histórico recinto de Westminster Hall”.
“Deseo sinceramente que estos encuentros contribuyan a confirmar y fortalecer las excelentes relaciones entre la Santa Sede y el Reino Unido, especialmente en la cooperación para el desarrollo internacional, el cuidado del medio ambiente y la construcción de una sociedad civil con un renovado sentido de valores compartidos y metas comunes”, auguró.
Agradecimiento a las autoridades anglicanas
“Fue asimismo una satisfacción visitar a Su Gracia, el Arzobispo de Canterbury, y a los Obispos de la Iglesia de Inglaterra, orando posteriormente con ellos y nuestros hermanos cristianos en los sugerentes alrededores de la Abadía de Westminster, un lugar que habla con mucha elocuencia de las tradiciones y cultura que compartimos”.
“Puesto que Gran Bretaña acoge a muchas tradiciones religiosas, he agradecido la oportunidad de encontrar a sus representantes y compartir con ellos algunas ideas acerca de la contribución que las religiones pueden ofrecer al desarrollo de una sana sociedad plural.”, añadió.
El universo de Newman
Benedicto XVI subrayó que, “naturalmente”, su visita estaba dirigida de forma especial a los católicos del Reino Unido.
“Aprecio muchísimo el tiempo que he pasado con los Obispos, sacerdotes, religiosos y laicos, y con los profesores, alumnos y personas mayores. Ha sido especialmente conmovedor celebrar con ellos, aquí en Birmingham, la beatificación de un gran hijo de Inglaterra, el cardenal John Henry Newman”.
“Con su vasto legado de escritos académicos y espirituales, tiene todavía mucho que enseñarnos sobre la vida y el testimonio cristiano en medio de los desafíos del mundo actual, desafíos que él previó con sorprendente claridad”, concluyó.
Palabras de despedida de Cameron
En su discurso al Papa, el Primer Ministro Cameron afirmó que los cuatro días de la visita papal han sido “increíblemente impresionantes”.
“Usted habló a una nación de seis millones de católicos, pero ha sido escuchado por una nación de más de 60 millones de ciudadanos y por muchos otros millones en todo el mundo”, añadió, subrayando que el Papa ha ofrecido “un mensaje no solo a la Iglesia católica sino a cada uno de nosotros, de cualquier fe o de ninguna”.
Cameron recordó al cardenal Newman y su convicción de que en la sociedad todos compartimos un “vínculo de unidad común”, y subrayó que este vínculo “ha sido una parte increíblemente importante” del mensaje del Papa a los británicos, que quieren construir sobre esta base “una nueva cultura de la responsabilidad social”.
“Las personas de fe son grandes arquitectos de esta cultura”, añadió.
“La fe forma parte del tejido de nuestro país”, prosiguió Cameron. “Siempre ha sido así y siempre será así”. “Usted verdaderamente ha retado a todo el país a sentarse y pensar, y esto sólo puede ser un bien”, concluyó dirigiéndose al Pontífice.
El de Gran Bretaña ha sido el viaje internacional número 17° del pontificado de Benedicto XVI.
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