Este domingo, Francisco almorzó con 1200 personas necesitadas en el marco de la Jornada Mundial de los Pobres. Sus invitados venían de Roma y de toda Europa, y acababan de asistir a la
misa celebrada por él en la basílica de San Pedro, donde advirtió en la homilía de que ayudar a los pobres es «un pasaporte al cielo». Antes de comer, el pontífice bendijo la mesa y pidió un aplauso para los restantes miembros del grupo, reunidos en otros lugares similares de la ciudad. Los comenales degustaron una pasta de
gnochetti sardos, ternera y un postre.