Nicolás Maduro, que lleva ya 10 años como presidente de Venezuela, en el contexto de la nueva guerra en Gaza e Israel, ha pronunciado en televisión un extraño kerigma en el que empezaba declarándose "cristiano practicante, de oración, cristiano de Cristo, directo" y finalizaba declarando que Jesús "resucitó para la vida, inmortal, con un espíritu palestino".

También hizo "un llamado a los cristianos del mundo, a los musulmanes, mis hermanos musulmanes, al pueblo judío del mundo: ¡exijamos el cumplimiento de las resoluciones de Naciones Unidas!" (También la diplomacia vaticana mantiene desde los años 60 la misma postura de pedir que se cumplan estas resoluciones).

En medio de su discurso, acertó al declarar que Jesucristo nació en Belén. Luego, fue más opinativo al considerar que fue "un joven palestino que se rebeló contra la dominación del imperio romano". Después, en lo que parece un lapsus, culpó al Imperio español (no al romano) de la muerte de Cristo.

"Jesucristo fue el primer antiimperialista de la historia moderna. Jesús fue un joven palestino. Cuando fue crucificado por el imperio español y las oligarquías que dominaban la zona, murió como un hombre palestino, resucitó con un espíritu palestino", dijo.

Los historiadores señalan que en la época de Jesús el territorio era la provincia romana de Judea, con distintos reyezuelos gobernando pequeños señoríos títeres (por ejemplo, Herodes en Galilea). Jesús era galileo. En el año 135, los romanos, después de ganar una nueva guerra contra rebeldes judíos, crearon una provincia llamada Siria-Palestina.

Maduro acierta en alguna cosa pero parece muy poco preparado para proclamar el kerigma, para dar catequesis o para hablar de historia antigua.