«En vuestra decisión de ser guardias suizos vemos el deseo y la búsqueda de algo más grande y más hermoso a lo que conformamos nuestra vida hasta que llegue el momento en el que nos dé la plenitud. Cuando os pongáis en la cabeza el casco de vuestro uniforme, pensad en quien es cabeza de la Iglesia católica, y suba al cielo vuestra profunda oración por él. Y luego decíos a vosotros mismos: 'Al igual que el casco protege la cabeza, yo estoy llamado, con la ayuda de Dios a quien acudo cada día en la oración, a proteger y defender la cabeza de la Iglesia católica'. Como guardias suizos, debéis estar dispuestos a sacrificar vuestra vida, en caso de necesidad, por el Santo Padre, quien es el sucesor del Apóstol Pedro, representante de Jesucristo en la tierra. Hay que rezar para cumplir este servicio»: es la enseñanza que reciben los guardias suizos sobre su misión, según recoge este vídeo de la propia Guardia Suiza. Según expresa luego su capellán: «Un guardia suizo trae con él la fe que ha heredado de su familia, o que ha recibido en el colegio, o tal vez en grupos católicos. Y cuando viene aquí y se enfrenta a este tipo de cosas, puede profundizar en esa fe. Lo más importante es que un guardia suizo esté abierto a ello. Nuestra fe no es una idea, sino que debe ayudarnos a alcanzar una relación viva con Dios, con Jesucristo»