No por ser habitual es menos aleccionadora la imagen de un Papa arrodillado en el confesonario. Francisco lo hizo este viernes, en el marco de la celebración penitencial que tuvo lugar en la basílica de San Pedro, y no hay nada más expresivo para comprender la grandeza en cierto modo infinita de todo sacerdote: no por sus limitaciones humanas, sino por la justicia y la misericordia divinas de las que es único transmisor ordinario en este mundo, porque así lo quiso el mismo Jesucristo. Pero el gesto es también expresivo como invitación a confesarse: ¿qué objeciones podemos plantear a frecuentar este sacramento viendo al vicario de Cristo y sucesor de San Pedro acudir a él para limpiar su alma? Pincha aquí para conocer más detalles del acto y de dos avisos que lanzó este viernes el Papa