Leslie Blackwell pasó del activismo abortista a la lucha provida
Abortó dos veces y buscó ayuda en la Nueva Era y las drogas: sólo en la Iglesia encontró consuelo
El Papa Francisco habla en muchas ocasiones que la Iglesia debe ser un “hospital de campaña” para atender a tantas personas heridas por el pecado e innumerables sufrimientos. Con el aborto se cumple perfectamente esta petición del Papa, pues muchas mujeres que han arrastrado durante años situaciones terribles tras haber abortado han encontrado descanso, perdón y también la fe.
Leslie Davis Blackwell es un ejemplo de cómo la Iglesia ha actuado como sanadora de unas terribles heridas provocadas por el aborto. Esta periodista estadounidense pasó de ser una activista proaborto, que llevaba incluso pegatinas a favor de abortar en su coche a impartir charlas por todo el país explicando el daño que hace a las mujeres acabar con la vida de su hija.
Sabe bien de lo que habla porque no abortó una vez, sino que lo hizo hasta en dos ocasiones. Y su cambio de vida le ha costado perder la amistad con gente que ella consideraba cercana y que sea considerada como una loca por parte de su familia.
El éxito laboral antes que los hijos
Desde muy joven Leslie soñaba con tener una carrera importante en la televisión como presentadora. Haría lo que fuera para conseguirlo y en 1980 con tan sólo 20 años se quedó embarazada justamente antes de que la ofrecieran un trabajo como presentadora de un programa matutino en la televisión local. Ella lo vio como una oportunidad para iniciar su carrera y en vez de rechazar el trabajo para ser madre decidió abortar a su hijo. Ni se lo pensó.
Llenar el vacío con fiestas
“Mi nueva carrera televisiva era mucho más importante que el embarazo incómodo que estaba creciendo en mí. Tenía que deshacerme de él”, contó en la Marcha por la Vida de Washington en 2014.
Ella recordó haber sentido un “vacío” tras el aborto pero rápidamente se refugió en su carrera. Leslie afirmaba “al disfrutar de mi nuevo estatus de celebridad local, iba de fiesta en fiesta, viviendo al límite, autodestruyéndome”.
El segundo aborto
Un año después se quedó embarazada de nuevo. “Me quedé en shock. ¿Cómo había podido pasar? ¿Cómo podía ser tan estúpida? Me angustié por la elección que tendría que hacer, no quería volver a visitar el horror”.
Sin embargo, volvió a abortar. “Estaba vacía, me odiaba”, cuenta al semanario Our Sunday Visitor. Este segundo aborto provocó mucho daño pero con una vida apresurada y más trabajos en medios intentó olvidar. Tras el aborto, la relación con el hombre que la dejó embarazada se rompió completamente.
Refugio sin éxito en la Nueva Era y en el activismo abortista
Sin embargo, al no conseguir la paz se refugió en la Nueva Era para intentar aplacar su culpabilidad así como tomando algunas drogas. Pero esto tampoco le servía y así fue como intentó justificar sus dos abortos convirtiéndose en una activista proaborto.
Mientras tanto, se casó por la Iglesia Episcopal, dejó tiempo atrás su fe católica, y hasta tuvo dos hijos pero siguió sin enfrentarse al dolor de los dos abortos.
El momento de la conversión
Con este odio que manifestaba en su lucha proabortista y de ataques a la Iglesia Católica pasó muchos años hasta que su padre falleció en 2008. Ese momento fue muy duro para ella y su tía Betty, ferviente católica, fue la que le consoló y le habló del amor de Dios. Poco a poco, se fue transformando el odio contra la Iglesia y ella cuenta que gracias a la Virgen María y la Divina Misericordia, volvió de nuevo a la fe católica.
Este fuerte encuentro con Dios que le devolvió la fe le iluminó con fuerza que había matado a dos personas y fue entonces cuando acudió a Rachel´s Vineyard (El viñedo de Raquel), un ministerio de ayuda espiritual para personas que han abortado.
Una mezcla de retiros, y grupos de apoyo que tienen como garantes a sacerdotes han ayudado ya a miles de mujeres en 25 países. Blackwell por fin se pudo perdonar en un proceso que duró tres años.
Activista en la defensa del no nacido
Este proceso la convirtió además en una apasionada defensora de la vida. “Mi familia pensó que había tenido un colapso. Pensaron que yo estaba loca y culparon a mi tía Betty. El infierno se estaba desatando a mi alrededor. El primer año después de mi conversión fue brutal".
En la actualidad comparte su historia de sanación del aborto y conversión a todo el que lo pide y es representante en el estado de Virginia (EEUU) de la campaña Silent No More Awareness, donde habla de los males del aborto en su vida.
“Ahora digo la verdad, los dones del Espíritu Santo me han cambiado radicalmente”, agrega. No le ha importado perder amigos, de los que cuatro de cada cinco han abortado. “Están incómodos a mi alrededor, pero algunos han venido discretamente a hablar conmigo sobre eso”.
“La verdad me ha liberado”, concluye.
Leslie Davis Blackwell es un ejemplo de cómo la Iglesia ha actuado como sanadora de unas terribles heridas provocadas por el aborto. Esta periodista estadounidense pasó de ser una activista proaborto, que llevaba incluso pegatinas a favor de abortar en su coche a impartir charlas por todo el país explicando el daño que hace a las mujeres acabar con la vida de su hija.
Sabe bien de lo que habla porque no abortó una vez, sino que lo hizo hasta en dos ocasiones. Y su cambio de vida le ha costado perder la amistad con gente que ella consideraba cercana y que sea considerada como una loca por parte de su familia.
El éxito laboral antes que los hijos
Desde muy joven Leslie soñaba con tener una carrera importante en la televisión como presentadora. Haría lo que fuera para conseguirlo y en 1980 con tan sólo 20 años se quedó embarazada justamente antes de que la ofrecieran un trabajo como presentadora de un programa matutino en la televisión local. Ella lo vio como una oportunidad para iniciar su carrera y en vez de rechazar el trabajo para ser madre decidió abortar a su hijo. Ni se lo pensó.
Llenar el vacío con fiestas
“Mi nueva carrera televisiva era mucho más importante que el embarazo incómodo que estaba creciendo en mí. Tenía que deshacerme de él”, contó en la Marcha por la Vida de Washington en 2014.
Ella recordó haber sentido un “vacío” tras el aborto pero rápidamente se refugió en su carrera. Leslie afirmaba “al disfrutar de mi nuevo estatus de celebridad local, iba de fiesta en fiesta, viviendo al límite, autodestruyéndome”.
El segundo aborto
Un año después se quedó embarazada de nuevo. “Me quedé en shock. ¿Cómo había podido pasar? ¿Cómo podía ser tan estúpida? Me angustié por la elección que tendría que hacer, no quería volver a visitar el horror”.
Sin embargo, volvió a abortar. “Estaba vacía, me odiaba”, cuenta al semanario Our Sunday Visitor. Este segundo aborto provocó mucho daño pero con una vida apresurada y más trabajos en medios intentó olvidar. Tras el aborto, la relación con el hombre que la dejó embarazada se rompió completamente.
Refugio sin éxito en la Nueva Era y en el activismo abortista
Sin embargo, al no conseguir la paz se refugió en la Nueva Era para intentar aplacar su culpabilidad así como tomando algunas drogas. Pero esto tampoco le servía y así fue como intentó justificar sus dos abortos convirtiéndose en una activista proaborto.
Mientras tanto, se casó por la Iglesia Episcopal, dejó tiempo atrás su fe católica, y hasta tuvo dos hijos pero siguió sin enfrentarse al dolor de los dos abortos.
El momento de la conversión
Con este odio que manifestaba en su lucha proabortista y de ataques a la Iglesia Católica pasó muchos años hasta que su padre falleció en 2008. Ese momento fue muy duro para ella y su tía Betty, ferviente católica, fue la que le consoló y le habló del amor de Dios. Poco a poco, se fue transformando el odio contra la Iglesia y ella cuenta que gracias a la Virgen María y la Divina Misericordia, volvió de nuevo a la fe católica.
Este fuerte encuentro con Dios que le devolvió la fe le iluminó con fuerza que había matado a dos personas y fue entonces cuando acudió a Rachel´s Vineyard (El viñedo de Raquel), un ministerio de ayuda espiritual para personas que han abortado.
Una mezcla de retiros, y grupos de apoyo que tienen como garantes a sacerdotes han ayudado ya a miles de mujeres en 25 países. Blackwell por fin se pudo perdonar en un proceso que duró tres años.
Activista en la defensa del no nacido
Este proceso la convirtió además en una apasionada defensora de la vida. “Mi familia pensó que había tenido un colapso. Pensaron que yo estaba loca y culparon a mi tía Betty. El infierno se estaba desatando a mi alrededor. El primer año después de mi conversión fue brutal".
En la actualidad comparte su historia de sanación del aborto y conversión a todo el que lo pide y es representante en el estado de Virginia (EEUU) de la campaña Silent No More Awareness, donde habla de los males del aborto en su vida.
“Ahora digo la verdad, los dones del Espíritu Santo me han cambiado radicalmente”, agrega. No le ha importado perder amigos, de los que cuatro de cada cinco han abortado. “Están incómodos a mi alrededor, pero algunos han venido discretamente a hablar conmigo sobre eso”.
“La verdad me ha liberado”, concluye.
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