Una periodista y una psicóloga los detectan y denuncian
Los 5 mitos engañosos que ponen en peligro la vida matrimonial de cristianos conversos o novatos
Lilia Malájova es una veterana periodista rusa especializada en temas de familia y matrimonio que escribe en la revista femenina ortodoxa rusa Matrony.ru.
También escribe en Matrony.ru la psicóloga Lidia Sideliova, graduada de la Universidad Estatal de Vorónezh, miembro del Instituto de Psicoanálisis de Moscú y de la Asociación Moscovita de Psicólogos Analíticos. Ella es de corriente junguiana y también es cristiana ortodoxa. De 2012 a 2015 fue redactora jefe del portal.
Ambas, en la revista, han coincidido en reflexionar sobre el fenómeno de los cristianos conversos que se casan sin madurez y sin reflexionar sobre lo que implica el matrimonio en la vida real.
Las estadísticas sobre la fe en Rusia muestran que cuando cayó la URSS sólo un 9% de la población declaraba tener una relación de confianza cotidiana con Dios; en 2015 ya era un 30%. Es decir, el número de creyentes firmes se triplicó.
Hay que tener en cuenta, por lo tanto, que Rusia cuenta con un importante flujo de conversos (neocristianos), personas que no han crecido en una familia cristiana, no han visto en su casa, de niños, lo que era un matrimonio cristiano. Y esto empieza a darse también en el Occidente descristianizado.
Las autoras señalan los 5 cinco peligros o tentaciones más frecuentes que pueden ocurrir en la vida matrimonial de los conversos. Aunque ellas hablan de los ortodoxos, puede suceder con matrimonios de otras ramas del cristianismo.
Lilia Malájova opina que las familias de personas que se han acercado a la Iglesia estando ya casadas son mucho más sólidas que las familias creadas por los que se acaban de convertir.
"Cada familia se destruye a su manera, pero los peligros que conllevan a la destrucción son comunes", dice Lilia.
***
Los 5 mitos que dañan los matrimonios de cristianos conversos o "novatos"
1. "Ahora que estoy en la Iglesia, nada malo me puede pasar"
Según la opinión de Lilia, “muchas personas con el cerebro desconectado y ojos llenos de ilusión se encaminan hacia el fracaso de su vida familiar".
Pero el fracaso está presente mucho antes de haberse creado la familia. "En la mayoría de los casos es lamentablemente predecible porque la motivación de los novios está absolutamente desarraigada de la vida real. Por desgracia, al traspasar el umbral del templo, no nos convertimos en ángeles, y la receta de 'rezar, ayunar y ser humilde' no siempre funciona". De hecho, la periodista constata que "no somos capaces de llevar a cabo esos tres consejos".
La psicóloga Lidia coincide con ella y argumenta que "dos personalidades incompatibles no deberían apresurarse el uno a los brazos del otro, pero por una u otra razón lo están haciendo a pesar de enormes diferencias en sus intereses, en la organización de su vida cotidiana, dando la absoluta prioridad a la compatibilidad confesional".
Y pone como ejemplo a muchos cristianos ortodoxos que caen en esa "trampa que sería más comprensible con los protestantes. Esa extraña seguridad de que dos cristianos puedan crear una familia feliz simplemente debido al hecho de ser practicantes responde prácticamente a la misma fórmula. Pero, lamentablemente, la vida no es así".
2. “No sólo no me preocupo, sino que tampoco me ocupo: Dios lo arreglará todo”
"Después de leer libros muy profundos, los jóvenes y no tan jóvenes no dejan de repetir: 'Dios lo arreglará todo' y se precipitan hacia el altar sin preocuparse de cómo van a seguir viviendo. Ellos creen que no tendrán problemas, al menos no tantos como en las familias sin fe", dice Lilia.
Los esposos que hayan cargado sobre Dios la responsabilidad de todos sus errores y falta de razón, toman una actitud pasiva respecto a los problemas emergentes, los dejan estar y así lenta pero inexorablemente sacan las piedras del fundamento de su propia familia.
Y continúa diciendo que parte de la culpa es de la formación que reciben los futuros esposos. "Hay directores espirituales sin mucha experiencia que dan la bendición a la ligera a un matrimonio de futuro incierto con la promesa de que 'la gracia lo suplirá todo'. Si no hay esfuerzo por parte de la persona, ninguna gracia podrá suplir nada, porque no habrá nada que suplir. Los mismos esposos no ponen sus fuerzas para resolver sus problemas".
Siguiendo los comentarios de Lilia, la psicóloga opina que la falta de preparación puede acabar en ruptura: "Divorciarse es abandonar el juego mediante un suicidio. Es una capitulación sin reservas, que constata que uno no sabe amar, no es capaz de responder por sus propios actos, no toma parte en su propia vida, no está preparado para madurar y encarar sus problemas, arrepentirse, cambiar, actuar".
Algunas parejas cristianas tienden a pensar que la vida matrimonial sucede en el cielo y no en la tierra
3. "Nos conocimos en algo de la iglesia, así que la Providencia querrá que nos casemos"
Es una tendencia que cuando una chica se integra en la parroquia las abuelas intentan emparejar a sus nietos. En este punto Lilia argumenta que no importa quien sea, sólo que vaya a la parroquia. "Da igual que el novio le lleve 20 años, o sea un infantil inmaduro, no pasa nada, ¡es que os habéis conocido en el templo! ¡Es un signo! Se casan sin conocerse el uno a la otra, sin experimentar ningún sentimiento mutuo".
Y advierte que este resultado genera fracaso porque "tendremos la cohabitación de dos personas ajenas que no se separan sólo porque sería un pecado".
4. "No necesitamos tener amor de pareja entre nosotros, nos basta seguir a Dios y cumplir lo que nos toca"
Es el cuarto peligro en la vida matrimonial. "No se sabe por qué, pero muchos opinan que los esposos ortodoxos no tienen que necesariamente amarse entre ellos", explica Lilia aludiendo a que cada miembro de la pareja tiene un papel establecido.
"Desde luego, el marido ha de dirigir, la mujer ha de parir y cocinar, y en la cotidianeidad ya no queda lugar para los sentimientos o el amor. Ni siquiera está bien visto que los creyentes hablen del amor: 'ya sabemos que el amor terrenal es pasajero, florece y se marchita', dicen".
Cuando el éxtasis religioso pasa, esos esposos quedan a solas con el problema. "Es difícil vivir con un desconocido, y con el tiempo, peor. Primeramente tal matrimonio seguirá adelante y hasta se verá bien desde fuera. Los restos de la euforia y el sentido del deber, de estar casados por la Iglesia, estarán aportando las energías necesarias para paliar la falta de confort psicológico. Pero cuando las fuerzas se acaban, ¿qué pasará? ¿Y si en esa etapa uno de los esposos encuentra a su amor verdadero?
Dice Lidia Sideliova que, además de otros aspectos, la ruptura de un matrimonio cristiano es una gran daño también para sus parejas amigas que no tienen fe.
"Cuando yo misma me divorcié, mis amigas solían reaccionar así: 'Si vosotros os rendís, ¿qué se puede esperar de nosotros? ¡Ni siquiera tenemos un matrimonio por la Iglesia!'"
5. "Si me escucha, es que debe ser la pareja que Dios me ha enviado"
Los hombres y mujeres que encuentran la fe estando casados, caen en esta trampa con alarmante frecuencia.
Comenzando su nueva vida como creyentes, vuelven a encontrar una especie de nuevas fuerzas en su vida privada.
No tienen ganas de regresar a su familia, que es poco o nada creyente, porque "allí no se les entiende, los sentimientos ya están oxidados, todo parece aburrido, banal y pecaminoso", según la periodista.
Mientras que en la iglesia están rodeados de nuevas personas que comparten sus actuales convicciones, gente de trato fácil e interesante. Y es bastante probable que en ese campo de nuevos intereses la persona encuentre también un nuevo amor: "Cada uno estamos sedientos de comprensión mutua y a menudo nos enamoramos del que esté dispuesto a escucharnos".
Lilia cuenta que conoció a varias personas que al encontrar la fe se divorciaban de sus esposos de siempre y creaban nuevas familias con la total convicción de que ese nuevo matrimonio sería “en Cristo” y “de Dios” y seguro que saldría exitoso. "Por desgracia, ni una sola de esas familias ha prosperado. Las personas arrastraron sus viejos pecados a sus nuevas familias, agravando la situación con el hecho del divorcio", dice.
Ambas autoras animan a directores espirituales, pastores y parejas de novios a reflexionar sobre el matrimonio cristiano sensato y evitar fomentar estos 5 mitos engañosos.
(Traducciones del ruso de Matrony.ru por Tatiana Fedótova)
También escribe en Matrony.ru la psicóloga Lidia Sideliova, graduada de la Universidad Estatal de Vorónezh, miembro del Instituto de Psicoanálisis de Moscú y de la Asociación Moscovita de Psicólogos Analíticos. Ella es de corriente junguiana y también es cristiana ortodoxa. De 2012 a 2015 fue redactora jefe del portal.
Ambas, en la revista, han coincidido en reflexionar sobre el fenómeno de los cristianos conversos que se casan sin madurez y sin reflexionar sobre lo que implica el matrimonio en la vida real.
Las estadísticas sobre la fe en Rusia muestran que cuando cayó la URSS sólo un 9% de la población declaraba tener una relación de confianza cotidiana con Dios; en 2015 ya era un 30%. Es decir, el número de creyentes firmes se triplicó.
Hay que tener en cuenta, por lo tanto, que Rusia cuenta con un importante flujo de conversos (neocristianos), personas que no han crecido en una familia cristiana, no han visto en su casa, de niños, lo que era un matrimonio cristiano. Y esto empieza a darse también en el Occidente descristianizado.
Las autoras señalan los 5 cinco peligros o tentaciones más frecuentes que pueden ocurrir en la vida matrimonial de los conversos. Aunque ellas hablan de los ortodoxos, puede suceder con matrimonios de otras ramas del cristianismo.
Lilia Malájova opina que las familias de personas que se han acercado a la Iglesia estando ya casadas son mucho más sólidas que las familias creadas por los que se acaban de convertir.
"Cada familia se destruye a su manera, pero los peligros que conllevan a la destrucción son comunes", dice Lilia.
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Los 5 mitos que dañan los matrimonios de cristianos conversos o "novatos"
1. "Ahora que estoy en la Iglesia, nada malo me puede pasar"
Según la opinión de Lilia, “muchas personas con el cerebro desconectado y ojos llenos de ilusión se encaminan hacia el fracaso de su vida familiar".
Pero el fracaso está presente mucho antes de haberse creado la familia. "En la mayoría de los casos es lamentablemente predecible porque la motivación de los novios está absolutamente desarraigada de la vida real. Por desgracia, al traspasar el umbral del templo, no nos convertimos en ángeles, y la receta de 'rezar, ayunar y ser humilde' no siempre funciona". De hecho, la periodista constata que "no somos capaces de llevar a cabo esos tres consejos".
La psicóloga Lidia coincide con ella y argumenta que "dos personalidades incompatibles no deberían apresurarse el uno a los brazos del otro, pero por una u otra razón lo están haciendo a pesar de enormes diferencias en sus intereses, en la organización de su vida cotidiana, dando la absoluta prioridad a la compatibilidad confesional".
Y pone como ejemplo a muchos cristianos ortodoxos que caen en esa "trampa que sería más comprensible con los protestantes. Esa extraña seguridad de que dos cristianos puedan crear una familia feliz simplemente debido al hecho de ser practicantes responde prácticamente a la misma fórmula. Pero, lamentablemente, la vida no es así".
2. “No sólo no me preocupo, sino que tampoco me ocupo: Dios lo arreglará todo”
"Después de leer libros muy profundos, los jóvenes y no tan jóvenes no dejan de repetir: 'Dios lo arreglará todo' y se precipitan hacia el altar sin preocuparse de cómo van a seguir viviendo. Ellos creen que no tendrán problemas, al menos no tantos como en las familias sin fe", dice Lilia.
Los esposos que hayan cargado sobre Dios la responsabilidad de todos sus errores y falta de razón, toman una actitud pasiva respecto a los problemas emergentes, los dejan estar y así lenta pero inexorablemente sacan las piedras del fundamento de su propia familia.
Y continúa diciendo que parte de la culpa es de la formación que reciben los futuros esposos. "Hay directores espirituales sin mucha experiencia que dan la bendición a la ligera a un matrimonio de futuro incierto con la promesa de que 'la gracia lo suplirá todo'. Si no hay esfuerzo por parte de la persona, ninguna gracia podrá suplir nada, porque no habrá nada que suplir. Los mismos esposos no ponen sus fuerzas para resolver sus problemas".
Siguiendo los comentarios de Lilia, la psicóloga opina que la falta de preparación puede acabar en ruptura: "Divorciarse es abandonar el juego mediante un suicidio. Es una capitulación sin reservas, que constata que uno no sabe amar, no es capaz de responder por sus propios actos, no toma parte en su propia vida, no está preparado para madurar y encarar sus problemas, arrepentirse, cambiar, actuar".
Algunas parejas cristianas tienden a pensar que la vida matrimonial sucede en el cielo y no en la tierra
3. "Nos conocimos en algo de la iglesia, así que la Providencia querrá que nos casemos"
Es una tendencia que cuando una chica se integra en la parroquia las abuelas intentan emparejar a sus nietos. En este punto Lilia argumenta que no importa quien sea, sólo que vaya a la parroquia. "Da igual que el novio le lleve 20 años, o sea un infantil inmaduro, no pasa nada, ¡es que os habéis conocido en el templo! ¡Es un signo! Se casan sin conocerse el uno a la otra, sin experimentar ningún sentimiento mutuo".
Y advierte que este resultado genera fracaso porque "tendremos la cohabitación de dos personas ajenas que no se separan sólo porque sería un pecado".
4. "No necesitamos tener amor de pareja entre nosotros, nos basta seguir a Dios y cumplir lo que nos toca"
Es el cuarto peligro en la vida matrimonial. "No se sabe por qué, pero muchos opinan que los esposos ortodoxos no tienen que necesariamente amarse entre ellos", explica Lilia aludiendo a que cada miembro de la pareja tiene un papel establecido.
"Desde luego, el marido ha de dirigir, la mujer ha de parir y cocinar, y en la cotidianeidad ya no queda lugar para los sentimientos o el amor. Ni siquiera está bien visto que los creyentes hablen del amor: 'ya sabemos que el amor terrenal es pasajero, florece y se marchita', dicen".
Cuando el éxtasis religioso pasa, esos esposos quedan a solas con el problema. "Es difícil vivir con un desconocido, y con el tiempo, peor. Primeramente tal matrimonio seguirá adelante y hasta se verá bien desde fuera. Los restos de la euforia y el sentido del deber, de estar casados por la Iglesia, estarán aportando las energías necesarias para paliar la falta de confort psicológico. Pero cuando las fuerzas se acaban, ¿qué pasará? ¿Y si en esa etapa uno de los esposos encuentra a su amor verdadero?
Dice Lidia Sideliova que, además de otros aspectos, la ruptura de un matrimonio cristiano es una gran daño también para sus parejas amigas que no tienen fe.
"Cuando yo misma me divorcié, mis amigas solían reaccionar así: 'Si vosotros os rendís, ¿qué se puede esperar de nosotros? ¡Ni siquiera tenemos un matrimonio por la Iglesia!'"
5. "Si me escucha, es que debe ser la pareja que Dios me ha enviado"
Los hombres y mujeres que encuentran la fe estando casados, caen en esta trampa con alarmante frecuencia.
Comenzando su nueva vida como creyentes, vuelven a encontrar una especie de nuevas fuerzas en su vida privada.
No tienen ganas de regresar a su familia, que es poco o nada creyente, porque "allí no se les entiende, los sentimientos ya están oxidados, todo parece aburrido, banal y pecaminoso", según la periodista.
Mientras que en la iglesia están rodeados de nuevas personas que comparten sus actuales convicciones, gente de trato fácil e interesante. Y es bastante probable que en ese campo de nuevos intereses la persona encuentre también un nuevo amor: "Cada uno estamos sedientos de comprensión mutua y a menudo nos enamoramos del que esté dispuesto a escucharnos".
Lilia cuenta que conoció a varias personas que al encontrar la fe se divorciaban de sus esposos de siempre y creaban nuevas familias con la total convicción de que ese nuevo matrimonio sería “en Cristo” y “de Dios” y seguro que saldría exitoso. "Por desgracia, ni una sola de esas familias ha prosperado. Las personas arrastraron sus viejos pecados a sus nuevas familias, agravando la situación con el hecho del divorcio", dice.
Ambas autoras animan a directores espirituales, pastores y parejas de novios a reflexionar sobre el matrimonio cristiano sensato y evitar fomentar estos 5 mitos engañosos.
(Traducciones del ruso de Matrony.ru por Tatiana Fedótova)
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