Misa por obispos fallecidos: el Papa anima a vivir yendo hacia Dios, no «girando sobre uno mismo»
“No hemos nacido para la muerte sino para la resurrección”, recordó el Papa Francisco este lunes en la habitual misa de cada año en la Basílica de San Pedro, en sufragio por los cardenales y obispos fallecidos los últimos 12 meses.
El Papa animó a siempre “ir a Jesús, el Viviente, para vacunarse contra la muerte, contra el miedo de que todo se acabe”.
"¿Vivo yendo al Señor o giro sobre mí mismo? ¿Cuál es la dirección de mi camino? ¿Trato de dar una buena impresión, de salvaguardar mi papel, mis tiempos y mis espacios, o voy al Señor? La frase de Jesús es impresionante: al que viene a mí, yo no lo echaré. Como si dijera que la expulsión está prevista para el cristiano que no va a Él", predicó el Pontífice.
Toda la vida consiste en saber salir, avanzar
“La vida es toda una salida, continúa el Papa, del vientre de la madre para salir a la luz, de la infancia para entrar en la adolescencia, de la adolescencia a la vida adulta, hasta la salida de este mundo”, añadió. "Sólo saliendo de nosotros mismos abrimos la puerta que conduce al Señor. Pidamos esta gracia: “Señor, deseo ir a Ti, a través de las calles y de los compañeros de camino de cada día. Ayúdame a salir de mí mismo, para ir a tu encuentro, Tú que eres la vida”.
Refiriéndose a la primera lectura y al noble gesto realizado por Judas Macabeo en favor de los difuntos, planteó: "¿me dejo conmover por la situación de alguien que está en necesidad? ¿Sé llorar por quién sufre? ¿Rezo por aquellos en los que nadie piensa? ¿Ayudo a alguien que no tiene qué devolverme? No es buenismo, no es caridad minúscula; son cuestiones de vida, cuestiones de resurrección".
Imaginarnos ante la presencia de Dios
Finalmente, el Obispo de Roma habla de “un tercer estímulo en vista de la resurrección”. Y lo toma de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, quien sugiere, que antes de tomar una decisión importante, nos imaginemos ante Dios al final de los días.
Esa es la llamada a presentarse que no se puede posponer, el punto de llegada de todos. Así que, cada elección de vida que se enfrenta en esa perspectiva está bien orientada, porque está más cerca de la resurrección, que es el significado y el propósito de la vida. Así como la partida se calcula a partir de la meta, así como la siembra se juzga a partir de la cosecha, así la vida se juzga bien a partir de su fin, a partir del fin.
"Entre las tantas voces del mundo que nos hacen perder el sentido de la existencia, sintonicemos con la voluntad de Jesús, resucitado y vivo: haremos del hoy que vivimos un amanecer de resurrección", concluyó el Pontífice.