Cómo acompañar a los jóvenes en su vocación: Dios no es Google, avisan en el Sínodo
Han seguido en Roma los trabajos del Sínodo sobre los Jóvenes con la 7ª Congregación General (es decir, sesión conjunta) que se centró en el tema del acompañamiento de los jóvenes para que crezcan espiritualmente y puedan llegar a cumplir su vocación, en la vida familiar o la consagrada.
Los padres sinodales han constatado, según el resumen de la jornada ofrecida por la sala de prensa y por News.va, que la pregunta que debe hacer el joven cristiano es la misma pregunta que se hacía San Francisco de Asís con 23 años, en el siglo XIII: "Señor, ¿qué quieres que haga?"
Y Google no puede responder a esta pregunta. Dios sí, pero Dios no responde como Google: hay que aprender a escucharle.
"Todos utilizamos motores de búsqueda para buscar respuestas a nuestras preguntas, pero la búsqueda de Dios en la época de lo motores de búsqueda, ¿qué es? Dios no es Google. En un mundo de respuestas a lo mejor hemos perdido las preguntas", apuntó durante la rueda de prensa del día el prefecto el dicasterio vaticano para la Comunicación, Paolo Ruffini. Animarles a hacer las grandes preguntas es un deber de la Iglesia.
Frente al aborto y otras colonizaciones mentales
Mientras en la Plaza de San Pedro el Papa comparaba el aborto con contratar un sicario para librarse de un problema, también los padres sinodales mencionaban esta cruel práctica que corrompe las culturas matando a los débiles.
"Los padres sinodales han hablado de la era postmoderna como una forma de totalitarismo. Hay que librar a los jóvenes de algo que coloniza las almas, que impone silogismos falsos, por ejemplo, cuando se presenta el aborto como derecho a la libertad", señaló Paolo Ruffini a la prensa.
Contracorriente, como Jesús
Una vez el joven tiene clara su vocación, adquiere fuerzas y ánimo para seguirla. En el origen el modelo es Jesús, Cristo resucitado, con su "ir contracorriente".
Algunos padres sinodales han puesto el ejemplo edificante de los jóvenes que, contracorriente, defienden valores provida en países donde el aborto está ya generalizado y muy asumido socialmente.
Otros dan testimonio de perdón o de construcción de la paz en entornos de violencia, guerra y venganza.
No cualquiera puede hacer acompañamiento
Los jóvenes necesitan tener un acompañamiento espiritual por parte de acompañantes maduros, con experiencia y discernimiento: no basta la mera simpatía para ser acompañante, y en cambio sí se necesita empatía. "No a la improvisación", han dicho los padres sinodales. El daño que puede hacer un mal acompañante es muy grave: no sirve cualquiera. Debe ser un testigo de la fe creíble, de fe sólida, capaz de escuchar, aconsejar y saber cuándo apartarse. Un acompañante que recuerde sus propias caídas y las veces que se ha levantado por Gracia de Dios lo hará mejor.
Según Ruffini, los obispos son conscientes de que la Iglesia está fracasando en el acompañamiento y preparación al matrimonio católico. Los padres sinodales proponen una pastoral familiar para que las familias apoyen a sus hijos en su vocación ya que consideran que a veces "obstaculizan" el discernimiento de sus hijos "pensando que actúan para su bien".
Espiritualidad: fomentar tanto el matrimonio como la vida consagrada
El Sínodo pide que se fomente la participación en la Misa y en la Adoración Eucarística. Hay que animar al joven a mirar a lo Alto, hacia Dios. Las metas altas, elevadas, exigentes, se dan tanto en la vida consagrada como en la matrimonial y familiar. Los adultos también deben tener sueños elevados, para poder inspirar a los más jóvenes. Algunos han propuesto una estructura muy concreta: "un secretariado de jóvenes" en cada diócesis para dinamizar la pastoral.
Los auditores señalan la sed espiritual del joven
Los auditores (asesores, muchos de ellos laicos o jóvenes) han señalado que la Iglesia no puede centrarse en el "teísmo ético" ("estos actos son éticos, estos no"). Aunque esa es una dimensión de la vida cristiana, los jóvenes hoy responden mejor a lo espiritual. Quieren a Jesús mismo. Piden que los adultos les ayuden a discernir y les ayuden a tomar decisiones vitales, a no aplazarlas infinitamente. Piden que la Iglesia, como madre, les señale la Belleza, la Verdad y la Bondad en las que puede descansar el corazón humano.