Lunes, 23 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

«De la misa tenemos que salir mejor, con más vida, más fuerza, más ganas de dar testimonio»  

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El Papa en la Pascua florida repasó los ritos finales de la misa en su catequesis
El Papa en la Pascua florida repasó los ritos finales de la misa en su catequesis
El Papa Francisco, en la audiencia pública de este miércoles, ha continuado su serie de catequesis sobre la misa. En esta ocasión se ha centrado en los ritos finales y la actitud de los cristianos al salir de la iglesia. No deberían salir murmurando y protestando, sino alegres y transformados por la fe. 

Antes de comenzar la Audiencia General de este miércoles 4 de abril en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco quiso felicitar la Pascua al Papa Emérito Benedicto XVI. “Quisiera desear una Feliz Pascua de forma especial a nuestro Obispo Emérito de Roma, el Papa Benedicto, que nos está siguiendo por televisión. ¡Deseémosle todos juntos una feliz Pascua!”, fueron las palabras del Pontífice.

Las flores dan alegría
El Papa inició su catequesis refiriéndose a las numerosas flores que, llegadas de Holanda, adornaban la Plaza de San Pedro por la Pascua, bajo algo de lluvia. 

“Ustedes ven que hoy hay flores", dijo. "Las flores dicen gozo, alegría; también, en algunos lugares, a la Pascua se la llama "Pascua florida", porque florece Cristo resucitado: es la flor nueva. Florece nuestra justificación, florece la santidad de la Iglesia. Por este motivo hay tantas flores: es nuestra alegría”.

El compromiso al salir de misa
Tras este intercambio con los fieles, inició la última catequesis sobre la Santa Misa, relativa a los Ritos de Conclusión. “Después de la oración de la comunión, la Misa termina con la bendición y el saludo al pueblo. Concluye igual que iniciaba con el signo de la cruz, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, explicó. 

La celebración de la Misa - prosiguió en nuestro idioma - lleva consigo el compromiso del testimonio cristiano. Salimos de la Iglesia para «ir en paz», para llevar la bendición de Dios a nuestras casas, a los ambientes en los que vivimos y trabajamos, «glorificando a Dios con nuestra vida». No podemos olvidar que celebramos la Eucaristía para aprender a ser hombres y mujeres eucarísticos, dejando que Cristo actúe en nuestras vidas, como decía san Pablo: «Estoy crucificado con Cristo; vivo, pero no soy yo el que vive, sino Cristo quien vive en mí» (Ga 2,19-20).

El Santo Padre precisó también que a través de la Eucaristía, el Señor Jesús entra en nosotros, en nuestro corazón y en nuestra carne. Y lo hace para que podamos expresar en la vida del sacramento recibido en la fe. Así, el Papa añadió que si nosotros salimos de la iglesia "charlando", "mira éste, mira aquel", es decir, "con la lengua larga", esto significa que “la misa no entró en mi corazón”. "Y ¿por qué?" – preguntó el Papa. “Porque no soy capaz de vivir con el testimonio cristiano. Cada vez que salgo de la misa tengo que salir mejor de como entré, con más vida, con más fuerza, con  más ganas de dar testimonio cristiano”.  

De ahí que impulsó tomar conciencia de que la misa “encuentra cumplimiento, en las elecciones concretas de aquellos que dejan involucrar en primera persona en los misterios de Cristo". Y porque, agregó el Papa,  “en la medida en que mortificamos nuestro egoísmo, se crea dentro de nosotros un mayor espacio para el poder de su Espíritu”, exhortó a dejarnos ensanchar el alma con la fuerza del Espíritu después de haber recibido el Cuerpo y la Sangre de Cristo:

“Déjense ensanchar el alma… no estas almas estrechas y cerradas, pequeñas, egoístas… ¡no! Almas anchas, almas grandes, con grandes horizontes… Déjense ensanchar el alma con la fuerza del Espíritu, después de haber recibido el Cuerpo y la Sangre de Cristo”.

Madurar la misa en la vida cotidiana
Los frutos de la Misa, dijo también el Obispo de Roma, "están destinados a madurar en la vida de cada día". "La Presencia real de Cristo en el pan consagrado no termina con la Misa, sino que se reserva en el Sagrario para la comunión de los enfermos y la adoración silenciosa. El culto eucarístico, dentro y fuera de la Misa, nos ayuda a permanecer en Cristo y a crecer en nuestra unión con Él y con su Iglesia, nos separa del pecado y nos lleva a comprometernos con los pobres y necesitados".

Hablando en italiano, profundizó: “La misa es como el grano de trigo que luego en la vida ordinaria crece, crece y madura en buenas obras, en las actitudes que nos asemejan a Jesús”. “El acercarse con regularidad al banquete eucarístico renueva, fortalece y profundiza la relación con la comunidad cristiana a la que pertenecemos, según el principio de que la “Eucaristía hace la Iglesia”.

Lectura bíblica
"La tarde del primer día de la semana estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. En eso entró Jesús se puso en medio y les dijo: 'La paz sea con vosotros'. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor"

Texto íntegro del saludo del Papa en español
Queridos hermanos y hermanas: Con esta catequesis terminamos el ciclo dedicado a la Santa Misa. Nuestra atención se centra hoy en los ritos de conclusión. Después de la oración de la comunión, la Misa termina con la bendición y el saludo al pueblo. Concluye igual que iniciaba con el signo de la cruz, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

La celebración de la Misa lleva consigo el compromiso del testimonio cristiano. Salimos de la Iglesia para «ir en paz», para llevar la bendición de Dios a nuestras casas, a los ambientes en los que vivimos y trabajamos, «glorificando a Dios con nuestra vida». No podemos olvidar que celebramos la Eucaristía para aprender a ser hombres y mujeres eucarísticos, dejando que Cristo actúe en nuestras vidas, como decía san Pablo: «Estoy crucificado con Cristo; vivo, pero no soy yo el que vive, sino Cristo quien vive en mí» (Ga 2,19-20).

La Presencia real de Cristo en el pan consagrado no termina con la Misa, sino que se reserva en el Sagrario para la comunión de los enfermos y la adoración silenciosa. El culto eucarístico, dentro y fuera de la Misa, nos ayuda a permanecer en Cristo y a crecer en nuestra unión con Él y con su Iglesia, nos separa del pecado y nos lleva a comprometernos con los pobres y necesitados.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española venidos de España y Latinoamérica. En esta semana de pascua, en la que la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte resuena con toda su fuerza y belleza, los invito a nutrirse constantemente de la Eucaristía, dejándose renovar con el encuentro real con Jesús, hasta que gustemos plenamente del banquete que nos tiene preparado por toda la eternidad. Que Dios los bendiga. Muchas gracias.
 
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