La ascética no caduca, pero a millones les ayuda hoy la efusión del Espíritu, predica Cantalamessa

El religioso capuchino Raniero Cantalamessa, realizó este viernes por la mañana en la capilla Redemptoris Mater del palacio apostólico vaticano su tercera predicación de Adviento 2016, a la que asistieron el Papa Francisco y miembros de la Curia. 

Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, habló de cómo el Espíritu Santo acompaña a la Iglesia y recordó una frase de San Ambrosio que habla de la "sobria ebriedad del Espíritu". 

“Aquellos que en Pentecostés confundieron a los apóstoles con ebrios tenían razón, escribe San Cirilo de Jerusalén; se equivocaban solamente en atribuir la ebriedad al vino ordinario, cuando en cambio se trataba del “vino nuevo”, elaborado de la “viña verdadera” que es Cristo”, comentó Cantalamessa. 

El capuchino señaló que el cristiano puede actuar bien desde dos modos: 

1) usando su razón iluminada por la fe
2) o dejando que el Espíritu Santo sea agente principal en su actuar

Lograr llenarse de Espíritu Santo
Para llenarse de Espíritu Santo y lograr esa "ebriedad del Espíritu" tradicionalmente se ha contado con la ascética, mediante el ayuno, el rechazo a las cosas carnales.  “Hay una gran sabiduría y experiencia en la base de todo esto”, dijo Cantalamessa, “pobre de quien considere estas cosas como superadas”, insistió. Pero esta vía tiene el peligro de que uno puede caer en el pelagianismo, la herejía de crecer con esfuerzos humanos, sin dejar espacio a Dios. 

Cantalamessa comentó que Jesús enseñó a los apóstoles otra vía: la ebriedad del Espíritu, una vía que se necesita hoy “en un mundo se ha vuelto refractario al Evangelio”.

Esta ebriedad (llenarse y crecer en el Espíritu Santo) puede lograrse: 

- con la Eucaristía
- con las Escrituras
- o con la experiencia de "bautismo en el Espíritu" o "efusión del Espíritu Santo" que millones de católicos han vivido en la Renovación Carismática. 

Este “bautismo en el Espíritu” o "efusión del Espíritu" va acompañado por actitudes de humildad, de arrepentimiento, de disponibilidad de volverse niños, que es la condición para entrar en el Reino. Se realiza “con una buena confesión y participando en encuentros de catequesis en los cuales viene puesto en un contacto vivo y alegre con las principales verdades y realidades de la fe: el amor de Dios, el pecado, la salvación, la vida nueva, la transformación en Cristo, los carismas, los frutos del Espíritu”, explicó (enumerando los temas clásicos de un Seminario de Vida en el Espíritu de la Renovación Carismática).

[Más datos sobre cómo funciona la "Efusión del Espíritu Santo" en este vídeo de 20 minutos del dominico Chus Villarroel]

Cantalamessa precisó que no se puede pensar en que todos pasen por esta experiencia porque no es el único modo posible para sentir la gracia de Pentecostés, pues se puede recibir “a continuación de un retiro, de un encuentro, de una lectura, de un toque de la gracia”.

Concluyó indicando que la Renovación Carismática, con su énfasis en la "efusión de Espíritu Santo" “no se trata ni siquiera, propiamente hablando de un movimiento, sino de una corriente de gracia abierta a todos, destinada a perderse en la Iglesia como una descarga eléctrica que se dispersa en la masa, “para después desaparecer una vez que se cumplió esta tarea”.