Francisco atiende en las predicaciones de Adviento de Cantalamessa: el poder del Espíritu Santo
Este viernes, el primero de diciembre y de adviento, el Papa Francisco ha asistido, a las 9 de la mañana, junto con muchos otros clérigos de la Curia, a la primera de las predicaciones de Adviento a cargo del predicador de la Casa Pontificia, el sacerdote franciscano capuchino Raniero Cantalamessa, en la capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostólico.
Con el Papa escuchaban al padre Cantalamessa cardenales, arzobispos y obispos, junto a los secretarios de las Congregaciones, Prelados de la Curia Romana y del Vicariato de Roma, y los Superiores Generales y los Procuradores de las Órdenes Religiosas que forman parte de la Capilla Pontificia.
El tema de esta predicación fue: “Creo en el Espíritu Santo”.
El Espíritu Santo y la verdadera renovación
Partiendo de la novedad del post Concilio, en la teología y en la vida de la Iglesia, el Predicador se refirió a este nombre precioso que es el Espíritu Santo. Y glosó un párrafo de la homilía de la Misa crismal del Jueves Santo de 2012 de Benedicto XVI en que afirmaba:
“Mirando a la historia de la época postconciliar, se puede reconocer la dinámica de la verdadera renovación, que frecuentemente ha adquirido formas inesperadas en movimientos llenos de vida y que hacen casi tangible la inagotable vivacidad de la Iglesia, la presencia y la acción eficaz del Espíritu Santo”.
Después de recordar que la renovada experiencia del Espíritu Santo ha estimulado la reflexión teológica, el Padre Cantalamessa – en el punto que denominó “el Credo leído desde abajo” – explicó que “en el orden de la creación y del ser, todo parte del Padre, pasa por el Hijo y llega a nosotros en el Espíritu”; mientras “en el orden de la redención y del conocimiento, todo comienza con el Espíritu Santo, pasa por el Hijo Jesucristo y vuelve al Padre”. Lo que, sin embargo – agregó – no significa que el Credo de la Iglesia no sea perfecto o que deba ser reformado.
En el tercer punto de su meditación, el Predicador ofreció un comentario sobre el llamado “tercer artículo”, es decir, el artículo del Credo sobre el Espíritu Santo, que desembocó en la actual corriente denominada, precisamente, “Teología del tercer artículo”, que no pretende sustituir a la teología tradicional, sino más bien estar a su lado y vivificarla.
El Padre Cantalamessa abordó en su cuarto y último punto – titulado “un artículo que es necesario completar” – la finalidad de este enunciado que no es decir todo sobre un dato de la fe, sino trazar un perímetro dentro del cual se debe colocar cada afirmación, a la vez que explicó que ninguna afirmación se puede contradecir.
Tras destacar que no contamos sólo con las pocas palabras del Credo sobre el Paráclito, el Predicador de la Casa Pontificia reafirmó que la teología, la liturgia y la piedad cristiana, tanto en Occidente como en Oriente, han revestido de “carne y sangre” las descarnadas afirmaciones del Símbolo de la fe. A la vez que en la secuencia de Pentecostés la íntima y personal relación del Espíritu Santo con cada alma ha sido expresada con títulos como “Padre de los pobres”, “Luz de los corazones”, “Dulce huésped del alma” y “Dulcísimo alivio”.
La misma secuencia – concluyó diciendo el Padre Raniero Cantalamessa – dirige al Espíritu Santo una serie de oraciones bellas y necesarias, que proclamó junto a los presentes para individuar entre ellas la que cada uno sienta más necesaria:
Lava lo que está sucio,
riega lo que está árido,
sana lo que sangra.
Dobla lo que está rígido,
calienta lo que está gélido,
endereza lo que está desviado.