Jueves, 07 de noviembre de 2024

Religión en Libertad

Francisco clama por la conversión de los violentos en la primera audiencia pública del nuevo año

El Papa Francisco saluda a los peregrinos en la Sala Pablo VI, en la primera audiencia pública de 2016
El Papa Francisco saluda a los peregrinos en la Sala Pablo VI, en la primera audiencia pública de 2016
El Papa Francisco ha celebrado hoy la primera audiencia general del nuevo año 2016. En el Aula Pablo VI, ha saludado a los peregrinos allí reunidos, acercándose a ambos lados del pasillo que le llevaba al escenario.

Con gran alegría, los fieles agitaban sus banderas y pancartas para llamar la atención del Pontífice. Francisco se detenía, y les daba su bendición.

Al finalizar la audiencia, el Santo Padre ha aprovechado para dedicar unas palabras por el atentado de ayer martes en Estambul. De este modo, al concluir este encuentro “en el que hemos reflexionado juntos sobre la misericordia de Dios”, Francisco ha invitado a “rezar por las víctimas del atentado que tuvo lugar ayer en Estambul”.

Por eso ha pedido que el Señor, el Misericordioso, “dé paz eterna a los difuntos, consuelo a los familiares, firmeza solidaria a toda la sociedad, y convierta los corazones de los violentos”.

Este miércoles, el Papa ha comenzado un ciclo de catequesis sobre la misericordia en la Biblia.

Así, en el resumen hecho en español ha indicado:

“Queridos hermanos y hermanas: empezamos hoy un ciclo de catequesis sobre la misericordia en la Biblia con este pasaje del libro del Éxodo, en el que el Señor se llama a sí mismo: Dios compasivo y misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia y lealtad. Y es así, Él es compasivo, siempre dispuesto a acoger, a comprender, a perdonar, como el Padre de la parábola del hijo pródigo”.

También ha recordado que el Padre “es misericordioso, tiene literalmente entrañas de misericordia, se conmueve y se enternece como una madre por su hijo, y está dispuesto a amar, proteger, ayudar, dándolo todo por nosotros”.

Es lento a la ira --ha añadido-- cuenta hasta diez, como decíamos de jóvenes, respirando profundamente, para no perder la calma y soportar, sin impacientarse.

Asimismo, el Pontífice ha precisado que “es rico en clemencia, un caudal inagotable que se manifiesta en su bondad, en su gratuita benevolencia, que vence el mal y el pecado”.

Y, finalmente, “es leal, el Señor es fiel, una palabra --lealtad, fidelidad-- que no está muy de moda, pero Él es leal y es fiel. Su fidelidad dura por siempre, no duerme ni reposa, está siempre atento, vigilante y no permitirá que flaqueemos en la prueba”.

A continuación, el Santo Padre ha saludado a los peregrinos de lengua española, en particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. ¡Veo que hay una tropa argentino-uruguaya por ahí!, ha exclamado. Llenos de confianza en el Señor --ha invitado-- acojámonos a Él, para experimentar la alegría de ser amados por un Dios misericordioso, clemente y compasivo.

Tras los saludos en las distintas lenguas, el Obispo de Roma ha dedicado, como es habitual, unas palabras a los jóvenes, los enfermos y los recién casados. En este Año Santo, el Papa les ha invitado a “acoger y compartir la ternura de Dios Padre”.

En concreto, a los jóvenes les ha pedido ser “portadores del amor de Cristo entre vuestros coetáneos”. A los enfermos les ha exhortado a encontrar en la caricia de Dios el apoyo en el dolor. Finalmente, a los recién casados les ha pedido que sean testigos de la belleza del Sacramento del Matrimonio a través de vuestro amor fiel.

***
Texto completo de la catequesis del Santo Padre durante la audiencia general del miércoles 13 de enero

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy comenzamos las catequesis sobre la misericordia según la perspectiva bíblica, para aprender la misericordia escuchando eso que Dios mismo nos enseña con su palabra. Empezamos por el Antiguo Testamento, que nos prepara y nos conduce a la revelación llena de Jesucristo, en quien lo lleva a cabo y se revela la misericordia del Padre. En la Sagrada Escritura, el Señor es presentado como “Dios misericordioso”. Este es su nombre, a través del cual Él nos revela, por así decir, su rostro y su corazón. Él mismo, como narra el Libro del Éxodo, revelándose a Moisés se autodefine así: “El Señor es compasivo y misericordioso, lento a la ira, rico en clemencia” . También en otros textos encontramos esta fórmula, con alguna variante, pero siempre la insistencia se pone en la misericordia y sobre el amor de Dios que no se cansa nunca de perdonar. Vemos juntas, una por una, estas palabras de la Sagrada Escritura que nos hablan de Dios.

El Señor es “misericordioso”: esta palabra evoca una actitud de ternura como la de una madre en lo relacionado con el hijo. De hecho, el término hebreo usado por la Biblia hace pensar en las entrañas o también al vientre materno. Por eso, la imagen que sugiere es la de un Dios que se conmueve y se enternece por nosotros como una madre cuando toma en brazos a su niño, deseosa solo de amar, proteger, ayudar, preparada para donar todo, también a sí misma. Esa es la imagen que sugiere este término. Un amor, por tanto, que se puede definir en buen sentido como “visceral”.

Después está escrito que el Señor es “bondadoso”, en el sentido que hace gracia, tiene compasión y, en su grandeza, se inclina sobre quien es débil y pobre, siempre listo para acoger, comprender, perdonar. Es como el padre de la parábola del Evangelio de Lucas: un padre que no se cierra en el resentimiento por el abandono del hijo menor, sino al contrario, continúa a esperarlo, lo ha generado, y después corre a su encuentro y lo abraza, no lo deja ni siquiera terminar su confesión, como si le cubriera la boca, qué grande es el amor y la alegría por haberlo reencontrado; y después va también a llamar al hijo mayor, que está indignado y no quiere hacer fiesta, el hijo que ha permanecido siempre en la casa, pero viviendo como un siervo más que como un hijo. Y también sobre él el padre se inclina, lo invita a entrar, trata de abrir su corazón al amor, para que ninguno quede excluido de la fiesta de la misericordia. La misericordia es una fiesta.

De este Dios misericordioso se dice también que es “lento a la ira”, literalmente, “largo de respiración”, es decir, con la respiración amplio de la paciencia y de la capacidad de soportar. Dios sabe esperar, sus tiempos no son aquellos impacientes de los hombres; Es como un sabio agricultor que sabe esperar, da tiempo a la buena semilla para que crezca, a pesar de la cizaña.

Y por último, el Señor se proclama “grande en el amor y en la fidelidad”. ¡Qué hermosa es esta definición de Dios! Aquí está todo porque Dios es grande y poderoso. Pero esta grandeza y poder se despliegan en el amarnos, nosotros así de pequeños, así de incapaces. La palabra “amor”, aquí utilizada, indica el afecto, la gracia, la bondad. No es un amor de telenovela. Es el amor que da el primer paso, que no depende de los méritos humanos sino de una inmensa gratuidad. Es la solicitud divina que nada la puede detener, ni siquiera el pecado, porque sabe ir más allá del pecado, vencer el mal y perdonarlo.

Una “fidelidad” sin límites: he aquí la última palabra de la revelación de Dios a Moisés. La fidelidad de Dios nunca falla, porque el Señor es el Custodio que, como dice el Salmo, no se duerme sino que nos vigila continuamente para llevarnos a la vida:

«El no dejará que resbale tu pie, dice el Salmo,
¡tu guardián no duerme!
No, no duerme ni dormita
el guardián de Israel.

[...]

El Señor te protegerá de todo mal
y cuidará tu vida.
Él te protegerá en la partida y el regreso,
ahora y para siempre».

Y este Dios misericordioso es fiel en su misericordia. Y Pablo dice algo bello: si tú, delante a Él, no eres fiel, Él permanecerá fiel porque no puede renegarse a sí mismo, la fidelidad en la misericordia es el ser de Dios. Y por esto Dios es totalmente y siempre fiable. Una presencia sólida y estable. Es esta la certeza de nuestra fe. Y entonces, en este Jubileo de la Misericordia, confiemos totalmente en Él, y experimentemos la alegría de ser amados por este “Dios misericordioso y bondadoso, lento a la ira y grande en el amor y en la fidelidad”.

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