Domingo, 22 de diciembre de 2024

Religión en Libertad

Vigilia de Oración del Papa con los jóvenes en la catedral de Bangui

El amor de Jesús es más fuerte que «el cielo en convulsión, la tierra en llamas, el mar embravecido»

Tras la misa, el Papa mantuvo un encuentro con los jóvenes y confesó a alguno de ellos en el interior de la catedral.
Tras la misa, el Papa mantuvo un encuentro con los jóvenes y confesó a alguno de ellos en el interior de la catedral.

ACI Prensa

En la homilía de la Misa que presidió esta noche en la catedral de Bangui en la República Centroafricana, el Papa Francisco afirmó que el amor de Cristo es invencible y que no retrocede ante nada, ni ante “la tierra en llamas” o “el mar embravecido”.

Así lo indicó el Santo Padre al explicar cómo es la salvación de Dios, al iniciarse hoy el tiempo del Adviento que es la preparación para la Navidad, ante cientos de personas en la catedral cuya Puerta Santa abrió hoy.

El Papa explicó que “la salvación de Dios proclamada tiene el carácter de un poder invencible que vencerá sobre todo”, algo que todo cristiano está llamado a testimoniar.

El Santo Padre dijo luego que “Jesús, también en medio de una agitación sin precedentes, quiere mostrar su gran poder, su gloria incomparable, y el poder del amor que no retrocede ante nada, ni frente al cielo en convulsión, ni frente a la tierra en llamas, ni frente al mar embravecido. Dios es más fuerte que cualquier otra cosa”.

Haciendo alusión al terrible conflicto que se vive en la República Centroafricana, el Pontífice indicó que esa “convicción da al creyente serenidad, valor y fuerza para perseverar en el bien frente a las peores adversidades. Incluso cuando se desatan las fuerzas del mal, los cristianos han de responder al llamado de frente, listos para aguantar en esta batalla en la que Dios tendrá la última palabra. Y esta será una palabra de amor y de paz”.

El Papa Francisco hizo además un llamado a “todos los que empuñan injustamente las armas de este mundo: Depongan estos instrumentos de muerte; ármense más bien con la justicia, el amor y la misericordia, garantías de auténtica paz”.

Inmediatamente se dirigió a los presentes y dijo: “discípulos de Cristo, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos comprometidos en este país que lleva un nombre tan sugerente, situado en el corazón de África, y que está llamado a descubrir al Señor como verdadero centro de todo lo que es bueno: la vocación de ustedes es la de encarnar el corazón de Dios en medio de sus conciudadanos”.

El Papa dijo también que llega a este país africano “a ofrecerles la fuerza y el poder de Dios que curan al hombre, lo levantan y lo hacen capaz de comenzar una nueva vida, ‘cruzando a la otra orilla’”.

El Santo Padre explicó que los cristianos están llamados a ser perfectos como el Padre y que una exigencia fundamental de ella es “el amor a los enemigos, que nos previene de la tentación de la venganza y de la espiral de las represalias sin fin. Jesús ha insistido mucho sobre este aspecto particular del testimonio cristiano. Los agentes de evangelización, por tanto, han de ser ante todo artesanos del perdón, especialistas de la reconciliación, expertos de la misericordia”.

El Papa dijo asimismo que en las lecturas de la liturgia de hoy “la felicidad prometida por Dios se anuncia en términos de justicia. El Adviento es el tiempo para preparar nuestros corazones a recibir al Salvador, es decir el único Justo y el único Juez que puede dar a cada uno la suerte que merece”.

“Aquí, como en otras partes, muchos hombres y mujeres tienen sed de respeto, de justicia, de equidad, y no ven en el horizonte señales positivas. A ellos, Él viene a traerles el don de su justicia. Viene a hacer fecundas nuestras historias personales y colectivas, nuestras esperanzas frustradas y nuestros deseos estériles. Sí, Dios es Justicia. Por eso nosotros, cristianos, estamos llamados a ser en el mundo los artífices de una paz fundada en la justicia”.

El Papa resaltó que esta salvación que se espera del Señor, “tiene también el sabor del amor. En efecto, preparándonos a la Navidad, hacemos nuestro de nuevo el camino del pueblo de Dios para acoger al Hijo que ha venido a revelarnos que Dios no es sólo Justicia sino también y sobre todo Amor. Por todas partes, y sobre todo allí donde reina la violencia, el odio, la injusticia y la persecución, los cristianos estamos llamados a ser testigos de este Dios que es Amor”.

Francisco alentó luego a los presentes a vivir las virtudes cristianas heroicamente e hizo votos para que “el Señor nos afiance y nos haga presentarnos ante «Dios nuestro Padre santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos» (1 Ts 3,13). Reconciliación, perdón, amor y paz. Amén”.

Encuentro con los jóvenes

Tras la misa, Francisco escuchó el testimonio de algunos jóvenes centroafricanos y luego se dirigió a ellos en términos muy apremiantes para que perdonen y amen a los enemigos. Posteriormente confesó a algunos de ellos en el interior de la catedral. Este vídeo resume el acto:
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