Trabajadores, Cottolengo, jóvenes... y con los salesianos improvisó: «Uno me ayudó con mi vocación»
La elocuente oración ante la Sábana Santa y la misa en la Plaza Vittorio eran los momentos centrales de la visita de Francisco a Turín, que se prolongará hasta el lunes. Pero fueron sólo dos más entre la pléyade de actos que conformaron su viaje este domingo, en una jornada agotadora que terminó doce horas después de su llegada a la capital piamontesa.
Familia y trabajo, ámbitos de unión social
En su primer discurso en la ciudad, dirigido a trabajadores locales en la Piazzetta Real, alentó un “pacto social y generacional” para que se recupere "la confianza mutua entre jóvenes y adultos" y destacó la importancia de la familia, los hijos y los abuelos: “Fuerza para el futuro, pero también memoria del pasado que nos indica por dónde se debe ir”.
Lamentó el aumento de las desigualdades durante la crisis económica y animó a no culpar a quienes vienen de fuera: “La inmigración aumenta la competencia, pero los inmigrantes no son culpables, porque ellos son víctimas de la falta de ética, de esta economía que descarta, y de las guerras”.
Y volvió a clamar contra la cultura del descarte: "Se excluye a los niños –¡hay una natalidad cero!–, se excluye a los ancianos, y ahora se excluye a los jóvenes –más del 40% están desempleados–”.
Por último, pidió un "´no´ a la corrupción, tan extendida que parece ser una actitud, un comportamiento normal”. Pero no solo hay que decir ‘no’ de palabra, sino también “con hechos”: “No a las conjuras mafiosas, a las estafas, a los sobornos y cosas por el estilo”.
Improvisación ante los salesianos
Luego peregrinó hasta la catedral de Turín para rezar ante la Sábana Santa y acudió a la Plaza Vittorio para la misa y el angelus. Tras el almuerzo con jóvenes detenidos de la cárcel Ferranti Aporti, algunos inmigrantes y una familia, oró de forma privada en el Santuario de la Consolación, patrona de la ciudad y del Piamonte.
La siguiente cita fue en la basílica de María Auxiliadora, en un encuentro con los salesianos y las Hijas de María Auxiliadora en el segundo centenario del nacimiento de San Juan Bosco (18151888), encuentro precedido por un saludo en la plaza a los educadores y animadores de los oratorios.
El Papa se sintió a gusto y confesó a todos: "Un salesiano me ayudó con mi vocación". Así que decidió prescindir del discurso que había preparado: “Querida familia salesiana, he pensado mucho qué decirles, lo he escrito, pero es demasiado formal. Lo entrego al Rector Mayor para que él se lo haga conocer”, y de esta forma, como ha sucedido otras veces, improvisó sus palabras.
En el discurso oficial que no llegó a leer, elogiaba la actividad salesiana "en favor de los jóvenes, en particular los pobres y marginados”, y destacaba la “inquebrantable confianza en Dios” de Don Bosco y su servicio a los jóvenes "entre obstáculos y fatigas, con la sensibilidad de un corazón generoso”, con un modelo educativo "hecho de razón, religión y ternura". Por eso invitó a los salesianos a acudir hoy a buscar a los "chicos de la calle" para prolongar su vocación fundadora.
Entre el Cottolengo y la juventud
A la salida de la Iglesia de María Auxiliadora, el Papa saludó a la gente que le esperaba en la calle y les dijo que no se olviden de que una de las características de la verdadera persona que reza es la alegría y que no se puede tener cara de vinagre.
Después, se dirigió al cotolengo, a la Pequeña Casa de la Divina Providencia, para estar con los enfermos que viven allí y las personas que trabajan con ellos. En este encuentro privado el Papa saludó a los presentes y se mostró agradecido a aquellos que hacen posible esta obra. Francisco es el tercer pontífice que visita esta institución fundada hace casi dos siglos por San José Benito Cottolengo (17861842).
Por último, de nuevo en la Piazza Vittorio donde había dicho misa por la mañana, se encontró con los jóvenes, ante quienes glosó la figura del Beato Pier Giorgio Frassati (19011925), laico italiano que falleció de una poliomielitis fulminante contraída atendiendo a los más pobres.
Con los chicos y chicas, que le habían recibido con el Rosario en la mano y entonando Emanuel, Francisco hizo como con los salesianos, y pronunció unas palabras diferentes a las previstas. Respondiendo a las preguntas que le hicieron algunos de ellos, les habló del amor, de la vida y de los amigos, y les recordó que una de las características del amor es "ser concreto": "El amor está más en las obras que en las palabras”.
Finalizado el acto, se retiró a descansar tras una jornada a la que seguirá el lunes un programa más ligero, con visita el Templo Valdense y un encuentro con el Comité de la Ostensión de la Sábana Santa.
Familia y trabajo, ámbitos de unión social
En su primer discurso en la ciudad, dirigido a trabajadores locales en la Piazzetta Real, alentó un “pacto social y generacional” para que se recupere "la confianza mutua entre jóvenes y adultos" y destacó la importancia de la familia, los hijos y los abuelos: “Fuerza para el futuro, pero también memoria del pasado que nos indica por dónde se debe ir”.
Lamentó el aumento de las desigualdades durante la crisis económica y animó a no culpar a quienes vienen de fuera: “La inmigración aumenta la competencia, pero los inmigrantes no son culpables, porque ellos son víctimas de la falta de ética, de esta economía que descarta, y de las guerras”.
Y volvió a clamar contra la cultura del descarte: "Se excluye a los niños –¡hay una natalidad cero!–, se excluye a los ancianos, y ahora se excluye a los jóvenes –más del 40% están desempleados–”.
Por último, pidió un "´no´ a la corrupción, tan extendida que parece ser una actitud, un comportamiento normal”. Pero no solo hay que decir ‘no’ de palabra, sino también “con hechos”: “No a las conjuras mafiosas, a las estafas, a los sobornos y cosas por el estilo”.
Improvisación ante los salesianos
Luego peregrinó hasta la catedral de Turín para rezar ante la Sábana Santa y acudió a la Plaza Vittorio para la misa y el angelus. Tras el almuerzo con jóvenes detenidos de la cárcel Ferranti Aporti, algunos inmigrantes y una familia, oró de forma privada en el Santuario de la Consolación, patrona de la ciudad y del Piamonte.
La siguiente cita fue en la basílica de María Auxiliadora, en un encuentro con los salesianos y las Hijas de María Auxiliadora en el segundo centenario del nacimiento de San Juan Bosco (18151888), encuentro precedido por un saludo en la plaza a los educadores y animadores de los oratorios.
El Papa se sintió a gusto y confesó a todos: "Un salesiano me ayudó con mi vocación". Así que decidió prescindir del discurso que había preparado: “Querida familia salesiana, he pensado mucho qué decirles, lo he escrito, pero es demasiado formal. Lo entrego al Rector Mayor para que él se lo haga conocer”, y de esta forma, como ha sucedido otras veces, improvisó sus palabras.
En el discurso oficial que no llegó a leer, elogiaba la actividad salesiana "en favor de los jóvenes, en particular los pobres y marginados”, y destacaba la “inquebrantable confianza en Dios” de Don Bosco y su servicio a los jóvenes "entre obstáculos y fatigas, con la sensibilidad de un corazón generoso”, con un modelo educativo "hecho de razón, religión y ternura". Por eso invitó a los salesianos a acudir hoy a buscar a los "chicos de la calle" para prolongar su vocación fundadora.
Entre el Cottolengo y la juventud
A la salida de la Iglesia de María Auxiliadora, el Papa saludó a la gente que le esperaba en la calle y les dijo que no se olviden de que una de las características de la verdadera persona que reza es la alegría y que no se puede tener cara de vinagre.
Después, se dirigió al cotolengo, a la Pequeña Casa de la Divina Providencia, para estar con los enfermos que viven allí y las personas que trabajan con ellos. En este encuentro privado el Papa saludó a los presentes y se mostró agradecido a aquellos que hacen posible esta obra. Francisco es el tercer pontífice que visita esta institución fundada hace casi dos siglos por San José Benito Cottolengo (17861842).
Por último, de nuevo en la Piazza Vittorio donde había dicho misa por la mañana, se encontró con los jóvenes, ante quienes glosó la figura del Beato Pier Giorgio Frassati (19011925), laico italiano que falleció de una poliomielitis fulminante contraída atendiendo a los más pobres.
Con los chicos y chicas, que le habían recibido con el Rosario en la mano y entonando Emanuel, Francisco hizo como con los salesianos, y pronunció unas palabras diferentes a las previstas. Respondiendo a las preguntas que le hicieron algunos de ellos, les habló del amor, de la vida y de los amigos, y les recordó que una de las características del amor es "ser concreto": "El amor está más en las obras que en las palabras”.
Finalizado el acto, se retiró a descansar tras una jornada a la que seguirá el lunes un programa más ligero, con visita el Templo Valdense y un encuentro con el Comité de la Ostensión de la Sábana Santa.
Comentarios