Francisco pide a la Iglesia una preocupación real por el encuentro personal con Cristo
El Papa Francisco recibió este viernes a los miembros de la Federación Bíblica Católica, institución que desde hace poco tiene como nuevo presidente al cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila. El encuentro ha tenido lugar con motivo de su décima asamblea plenaria dedicada, al tema Lo que hemos visto y oído, os lo anunciamos también a vosotros.
En el discurso que entregó a los participantes, el Santo Padre indica que “para poder anunciar la palabra de verdad, hemos tenido que hacer nosotros mismos la experiencia de la Palabra: haberla escuchado, contemplado, casi tocado con nuestras manos”.
De este modo recuerda que los cristianos deben en primer lugar venerar, leer, escuchar, anunciar, predicar, estudiar y difundir la Palabra de Dios. Igualmente, “la Iglesia, que proclama la Palabra cada día, recibiendo de ella su alimento e inspiración, se hace beneficiaria y testigo excelente de la eficacia y la potencia inherentes a la misma Palabra de Dios”.
Al respecto, advierte que “no somos nosotros, ni nuestros esfuerzos, sino el Espíritu Santo, quien actúa a través de los que se dedican a la pastoral y hace lo mismo en los que les escuchan, predisponiendo a unos y otros a la escucha de la Palabra anunciada y a la acogida del mensaje de vida".
Que el mensaje no pierda «frescura»
Francisco recuerda que San Juan Pablo II, en 1986, invitó a la Federación Bíblica Católica a llevar a cabo ,una relectura cuidadosa de la Constitución Dogmática Dei Verbum del Concilio Vaticano II, a la aplicación de sus principios y a la puesta en práctica de sus recomendaciones. Asimismo, el Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia en 2008 fue otra importante oportunidad para reflexionar sobre su aplicación.
Por esta razón, el Papa subraya en su discurso que también hoy le gustaría invitarles “a llevar a cabo este trabajo, valorando siempre el tesoro de esa Constitución conciliar, así como el Magisterio sucesivo mientras comunicáis la ‘alegría del Evangelio’ hasta los confines de la tierra, en obediencia al mandato misionero".
Igualmente observa que hay lugares donde la Palabra de Dios aún no ha sido proclamada o, aunque proclamada, no ha sido aceptada como Palabra de salvación. Hay lugares -añade- donde la Palabra de Dios se vacía de su autoridad. De este modo, afirma que “la falta del apoyo y de la fuerza de la Palabra lleva a un debilitamiento de las comunidades cristianas de antigua tradición y dificulta el crecimiento espiritual y el fervor misionero de las Iglesias jóvenes”.
El Papa aseguró que “todos nosotros somos responsables si el mensaje corre el riesgo de perder su frescura y no tener el aroma del Evangelio”.
Por otro lado, invitó a que en las actividades habituales de todas las comunidades cristianas, en las parroquias, en las asociaciones y en los movimientos, haya “una preocupación real por el encuentro personal con Cristo que se comunica con nosotros en su Palabra”. Finalmente, el Pontífice señala en el mensaje que la misión de los servidores de la Palabra -obispos, sacerdotes, religiosos y laicos- es promover y facilitar este encuentro, que despierta la fe y transforma la vida.
En el discurso que entregó a los participantes, el Santo Padre indica que “para poder anunciar la palabra de verdad, hemos tenido que hacer nosotros mismos la experiencia de la Palabra: haberla escuchado, contemplado, casi tocado con nuestras manos”.
De este modo recuerda que los cristianos deben en primer lugar venerar, leer, escuchar, anunciar, predicar, estudiar y difundir la Palabra de Dios. Igualmente, “la Iglesia, que proclama la Palabra cada día, recibiendo de ella su alimento e inspiración, se hace beneficiaria y testigo excelente de la eficacia y la potencia inherentes a la misma Palabra de Dios”.
Al respecto, advierte que “no somos nosotros, ni nuestros esfuerzos, sino el Espíritu Santo, quien actúa a través de los que se dedican a la pastoral y hace lo mismo en los que les escuchan, predisponiendo a unos y otros a la escucha de la Palabra anunciada y a la acogida del mensaje de vida".
Que el mensaje no pierda «frescura»
Francisco recuerda que San Juan Pablo II, en 1986, invitó a la Federación Bíblica Católica a llevar a cabo ,una relectura cuidadosa de la Constitución Dogmática Dei Verbum del Concilio Vaticano II, a la aplicación de sus principios y a la puesta en práctica de sus recomendaciones. Asimismo, el Sínodo de los Obispos sobre la Palabra de Dios en la vida y misión de la Iglesia en 2008 fue otra importante oportunidad para reflexionar sobre su aplicación.
Por esta razón, el Papa subraya en su discurso que también hoy le gustaría invitarles “a llevar a cabo este trabajo, valorando siempre el tesoro de esa Constitución conciliar, así como el Magisterio sucesivo mientras comunicáis la ‘alegría del Evangelio’ hasta los confines de la tierra, en obediencia al mandato misionero".
Igualmente observa que hay lugares donde la Palabra de Dios aún no ha sido proclamada o, aunque proclamada, no ha sido aceptada como Palabra de salvación. Hay lugares -añade- donde la Palabra de Dios se vacía de su autoridad. De este modo, afirma que “la falta del apoyo y de la fuerza de la Palabra lleva a un debilitamiento de las comunidades cristianas de antigua tradición y dificulta el crecimiento espiritual y el fervor misionero de las Iglesias jóvenes”.
El Papa aseguró que “todos nosotros somos responsables si el mensaje corre el riesgo de perder su frescura y no tener el aroma del Evangelio”.
Por otro lado, invitó a que en las actividades habituales de todas las comunidades cristianas, en las parroquias, en las asociaciones y en los movimientos, haya “una preocupación real por el encuentro personal con Cristo que se comunica con nosotros en su Palabra”. Finalmente, el Pontífice señala en el mensaje que la misión de los servidores de la Palabra -obispos, sacerdotes, religiosos y laicos- es promover y facilitar este encuentro, que despierta la fe y transforma la vida.
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