José A. Medina señala un criterio de Francisco en «Soy jesuita»: «El cambio real requiere tiempo»

El Papa Francisco ha recibido al sacerdote argentino residente en España José Antonio Medina Pellegrini, que le ha hecho entrega del libro que acaba de publicar sobre el pensamiento ignaciano del pontífice Soy jesuita, soy hijo de la Iglesia. Claves teológico-ignacianas de Jorge Mario Bergoglio.

Medina Pellegrini fue secretario ejecutivo de la Comisión de Medios de Comunicación de la Conferencia Episcopal Argentina, en la época en la que Bergoglio era su presidente, proximidad que el pontífice dejó entrever en la afectuosidad con la que recibió a su antiguo colaborador, al que le mostró su agradecimiento por la obra publicada.

-José Antonio, ¿cómo fue tu encuentro con Francisco?
-El encuentro se dio dentro del marco propio de la Audiencia General de los miércoles, cuando al finalizar la celebración el Santo Padre saluda a todos los que están en el “sagrado” para el tradicional “besamano”. ¡Qué experiencia fuerte en la fe! Estar ante el Vicario de Cristo en la tierra. Cabeza visible de la Iglesia. El que recibió de Jesucristo el encargo de cuidar el rebaño la Iglesia. Aunque, ciertamente, de entre todos los títulos que hacen referencia al Papa, ante Francisco, por su actitud de vida, el de “Siervo de los Siervos de Dios”, (que fue un título que fue acuñado por primera vez por el papa san León Magno), es el que con más fuerza recordé.

-¿Cómo le viste?
-Muy bien, radiante, aunque un poco cansado y es altamente entendible: el recorrido por la plaza de San Pedro, la catequesis con sus repeticiones y saludos en distintas lenguas, y él que en el trato personal se detiene, uno por uno, y para todos tiene un gesto de cercanía y una palabra llena de afecto. Por su corazón de puertas abiertas sin prejuicios, personalidades de todo tipo van a visitarlo, y es claramente una lección de la universalidad de la Iglesia cada mañana de miércoles junto a él. Y, muy especialmente, en el sector donde están todos los argentinos que le visitan, se vivencia mucha ilusión expectante ante el reencuentro con quien era uno de nosotros, y ahora, sin dejar de serlo, es el Papa.

-¿Cuál fue su reacción al ver Soy jesuita, soy hijo de la Iglesia?
-Creo que la foto refleja bien su reacción. Estaba saludando cuando vio su foto en la portada del libro inmediatamente fijó en él su mirada. Al dárselo le expliqué que era mi tesina de licenciatura que había hecho sobre todo su magisterio previo a la elección papal, y buscando en sus escritos la huella de la espiritualidad y teología ignaciana.



-¿En qué medida Bergoglio sigue siendo Jesuita?
-En el vuelo de regreso del Brasil, luego de haber celebrado la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud en 2013, el papa Francisco se reunió con los periodistas en una larga rueda de prensa. La periodista Caroline Pigozzi, enviada especial de Paris Match, le preguntó: ¿Desde que es papa, todavía se siente jesuita? El papa Francisco le respondió: «Me siento jesuita en mi espiritualidad; en la espiritualidad de los Ejercicios, la espiritualidad, aquella que tengo en mi corazón. No he cambiado de espiritualidad, no. Francisco, sí, franciscano, no. Me siento jesuita y pienso como jesuita. No hipócritamente, pero pienso como jesuita».

-¿En qué se nota esto en el día a día?
-En el ejercicio del discernimiento espiritual. En una de las tantas entrevistas que ya ha concedido como Sumo Pontífice ha afirmado: «Un discernimiento de este tipo requiere tiempo. Son muchos, por poner un ejemplo, los que creen que los cambios y las reformas pueden llegar en un tiempo breve. Yo soy de la opinión de que se necesita tiempo para poner las bases de un cambio verdadero y eficaz. Se trata del tiempo del discernimiento. El discernimiento en el Señor me guía en mi modo de gobernar». Así gobierna Francisco, y con una base muy fuerte y constante en la oración.

-En tu libro recoges una entrevista con María Elena Bergoglio, la hermana de Francisco, en la que ella termina diciendo: Gracias a Dios, Francisco sigue siendo Jorge. ¿En qué medida el papa sigue siendo Jorge?
-Así es, ella me recibió con mucha calidez y cercanía en su casa de Ituzaingó, provincia de Buenos Aires. En la extensa entrevista que me concedió se mostró convencida de que «sigue siendo él, no han logrado estructurarlo» y que lo ve «muy tranquilo». ¿En qué ha cambiado desde que es Papa, en qué es igual? Es curioso porque existen fotos de diferentes momentos de sus quince años como arzobispo de Buenos Aires en las que hace las mismas actividades que desempeña ahora como Papa y que sorprenden al mundo entero. Y la otra gran diferencia es la permanente alegría que tiene, porque antes era un hombre más introvertido y hoy lo vemos con esa sonrisa amplia y que ofrece sin reservas. Él mismo ha afirmado que Dios le ha “blindado” con paz y con alegría.

-¿Qué rasgos reconoces en él de cuando era arzobispo de Buenos Aires, y qué rasgos destacarías como fruto de la impronta pontificia?
-Al igual que en sus años en Buenos Aires es un hombre que realmente está trabajando con ilusión, empeño y con unas ideas muy claras, su perfil es el mismo, pero ahora se ha hecho universal. Para mí Francisco es un regalo de Dios para el mundo y la Iglesia, porque poco a poco nos está haciendo dar cuenta de que más allá de las costumbres y tradiciones, lo primero es Dios y la gente.

»El Pontífice nos está mostrando que lo esencial se encuentra en el Evangelio y que tenemos que volver a ello. Durante la historia han aparecido hombres muy importantes que han roto todas las estructuras como Francisco de Asís, Teresa de Jesús, Ignacio de Loyola o el propio Juan Pablo II, y ahora apareció Francisco que nos está cuestionando y movilizando a todos. Personalmente me parece una gracia de Dios con los valores esenciales que tenemos que recuperar, y que por haberlos descuidado tanto así estamos.

-Una de tus frases habituales es: lo que hoy le vemos hacer de blanco, antes se lo veíamos hacer de negro. ¿Qué es lo que el falta por hacer a Francisco de lo que hacía siendo Bergoglio?
-Son etapas distintas, se iluminan, se complementan, pero su pasado no le condiciona. Su principal aportación ahora y hacia adelante, desde mi mirada y criterio, es que por fin, después de 50 años, los documentos del Concilio Vaticano II dejan de estar en un papel frío y comienzan a estar reflejados en una persona, que por su actitud modélica es luego proyectado a toda la Iglesia.

»El Concilio se está comenzando a vivir con gran fuerza gracias a este papado que está volviendo al evangelio. Decía el arzobispo de Madrid, D. Carlos Osoro, en la presentación de Soy Jesuita, soy hijo de la Iglesia: «El Papa Bergoglio, tal y como se lee en el libro, hace posible que con su manera de hablar, de comunicar, y con las tareas que propone a la Iglesia, nos está diciendo que hay un estallido de una nueva era histórica que estamos viviendo, y que ahí tiene que estar presente la Iglesia y el discípulo del Señor».

»Esa “nueva era” tiene como mejor síntesis y expresión la motivación del próximo Jubileo de la Misericordia: la Iglesia, en este momento de grandes cambios históricos, está llamada a ofrecer con mayor intensidad los signos de la presencia y de la cercanía de Dios. Éste no es un tiempo para estar distraídos, sino al contrario para permanecer alerta y despertar en nosotros la capacidad de ver lo esencial. Es el tiempo para que la Iglesia redescubra el sentido de la misión que el Señor le ha confiado el día de Pascua: ser signo e instrumento de la misericordia del Padre (cf. Jn 20,21-23).

Más información sobre el libro en Soy jesuita, soy hijo de la Iglesia. Claves teológico-ignacianas de Jorge Mario Bergoglio. 

Título: Soy jesuita, soy hijo de la Iglesia
Autor: José Antonio Medina Pellegrini
Editorial: Xerión
PVP: 14 euros
Comprar: OcioHispano