En la Diyanet, el ministerio de religión en Ankara, el Papa alabó el esfuerzo por atender refugiados
En su primera tarde en Turquía el viernes 28 de noviembres el Santo Padre Francisco acudió al "Diyanet", el departamento para los Asuntos Religiosos, la autoridad religiosa islámica sunita más alta en este país de 77 millones de musulmanes. Allí lo ha recibido el presidente, el profesor Mehmet Gormez, con quien ha mantenido un encuentro privado. Al finalizar, Francisco ha dado su segundo discurso público del viaje.
Una tradición de los viajes papales a otros países la de encontrarse con las autoridades de otras religiones que Francisco sigue en la línea de sus predecesores: "Sin esta apertura al encuentro y al diálogo, una visita papal no respondería plenamente a su finalidad, como yo la entiendo".
El presidente Gormez no es un religioso sino una autoridad a nivel de ministro que es designado por el Estado para los asusntos religiosos.
Turquía es un estado laicista desde el gobierno de Atatürk, fundador de la Turquía moderna, quien abolió el Califato y sustituyó el ministerio de la Sharia por un organismo estatal central que es la Diyanet.
El Papa ha asegurado que las buenas relaciones y el diálogo entre los dirigentes religiosos tiene gran importancia, ya que "representa un claro mensaje dirigido a las respectivas comunidades para expresar que el respeto mutuo y la amistad son posibles, no obstante las diferencias".
Y esta amistad adquiere especial significado en tiempos de crisis, como el nuestro, "crisis que en algunas zonas del mundo se convierten en auténticos dramas para poblaciones enteras", ha observado.
La situación en el Medio Oriente es verdaderamente trágica, especialmente en Irak y Siria, ha señalado el Papa. A propósito Francisco ha asegurado que "pienso en tantos niños, en el sufrimiento de muchas madres, en los ancianos, los desplazados y refugiados, en la violencia de todo tipo".
Por eso ha proseguido observando que es particularmente preocupante que, sobre todo a causa de un grupo extremista y fundamentalista, enteras comunidades, especialmente – aunque no sólo – cristianas y yazidíes, hayan sufrido y sigan sufriendo violencia inhumana a causa de su identidad étnica y religiosa.
Por eso, el Pontífice ha afirmado que como dirigentes religiosos, "tenemos la obligación de denunciar todas las violaciones de la dignidad y de los derechos humanos".
Afirmando que la vida humana, don de Dios Creador, tiene un carácter sagrado, Francisco ha precisado que "la violencia que busca una justificación religiosa merece la más enérgica condena".
Y a la denuncia debe seguir el trabajo común para encontrar soluciones adecuadas, ha observado. Algo que, "requiere la colaboración de todas las partes".
A propósisto, el Santo Padre ha señalado que los musulmanes y los cristianos, "somos depositarios de inestimables riquezas espirituales, entre las cuales reconocemos elementos de coincidencia, aunque vividos según las propias tradiciones".
Elementos que, vividos de modo sincero, pueden transformar la vida y dar una base segura a la dignidad y la fraternidad de los hombres, según ha subrayado Francisco en su mensaje.
Y es que "el común reconocimiento de la sacralidad de la persona humana sustenta la compasión, la solidaridad y la ayuda efectiva a los que más sufren".
Por otro lado, el Pontífice ha aprovechado la ocasión para expresar su aprecio "por todo lo que el pueblo turco, los musulmanes y los cristianos, están haciendo en favor de los cientos de miles de personas que huyen de sus países a causa de los conflictos."
Esto es un ejemplo concreto -ha asegurado el Papa- de cómo trabajar juntos para servir a los demás, un ejemplo que se ha de alentar y apoyar.
Al finalizar, el Obispo de Roma ha indicado que sigue con satisfacción las buenas relaciones y la colaboración entre la Diyanet y el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso. Asimismo ha afirmado que espera "que continúen y se consoliden, por el bien de todos, porque toda iniciativa de diálogo auténtico es signo de esperanza para un mundo tan necesitado de paz, seguridad y prosperidad".
Una tradición de los viajes papales a otros países la de encontrarse con las autoridades de otras religiones que Francisco sigue en la línea de sus predecesores: "Sin esta apertura al encuentro y al diálogo, una visita papal no respondería plenamente a su finalidad, como yo la entiendo".
El presidente Gormez no es un religioso sino una autoridad a nivel de ministro que es designado por el Estado para los asusntos religiosos.
Turquía es un estado laicista desde el gobierno de Atatürk, fundador de la Turquía moderna, quien abolió el Califato y sustituyó el ministerio de la Sharia por un organismo estatal central que es la Diyanet.
El Papa ha asegurado que las buenas relaciones y el diálogo entre los dirigentes religiosos tiene gran importancia, ya que "representa un claro mensaje dirigido a las respectivas comunidades para expresar que el respeto mutuo y la amistad son posibles, no obstante las diferencias".
Y esta amistad adquiere especial significado en tiempos de crisis, como el nuestro, "crisis que en algunas zonas del mundo se convierten en auténticos dramas para poblaciones enteras", ha observado.
La situación en el Medio Oriente es verdaderamente trágica, especialmente en Irak y Siria, ha señalado el Papa. A propósito Francisco ha asegurado que "pienso en tantos niños, en el sufrimiento de muchas madres, en los ancianos, los desplazados y refugiados, en la violencia de todo tipo".
Por eso ha proseguido observando que es particularmente preocupante que, sobre todo a causa de un grupo extremista y fundamentalista, enteras comunidades, especialmente – aunque no sólo – cristianas y yazidíes, hayan sufrido y sigan sufriendo violencia inhumana a causa de su identidad étnica y religiosa.
Por eso, el Pontífice ha afirmado que como dirigentes religiosos, "tenemos la obligación de denunciar todas las violaciones de la dignidad y de los derechos humanos".
Afirmando que la vida humana, don de Dios Creador, tiene un carácter sagrado, Francisco ha precisado que "la violencia que busca una justificación religiosa merece la más enérgica condena".
Y a la denuncia debe seguir el trabajo común para encontrar soluciones adecuadas, ha observado. Algo que, "requiere la colaboración de todas las partes".
A propósisto, el Santo Padre ha señalado que los musulmanes y los cristianos, "somos depositarios de inestimables riquezas espirituales, entre las cuales reconocemos elementos de coincidencia, aunque vividos según las propias tradiciones".
Elementos que, vividos de modo sincero, pueden transformar la vida y dar una base segura a la dignidad y la fraternidad de los hombres, según ha subrayado Francisco en su mensaje.
Y es que "el común reconocimiento de la sacralidad de la persona humana sustenta la compasión, la solidaridad y la ayuda efectiva a los que más sufren".
Por otro lado, el Pontífice ha aprovechado la ocasión para expresar su aprecio "por todo lo que el pueblo turco, los musulmanes y los cristianos, están haciendo en favor de los cientos de miles de personas que huyen de sus países a causa de los conflictos."
Esto es un ejemplo concreto -ha asegurado el Papa- de cómo trabajar juntos para servir a los demás, un ejemplo que se ha de alentar y apoyar.
Al finalizar, el Obispo de Roma ha indicado que sigue con satisfacción las buenas relaciones y la colaboración entre la Diyanet y el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso. Asimismo ha afirmado que espera "que continúen y se consoliden, por el bien de todos, porque toda iniciativa de diálogo auténtico es signo de esperanza para un mundo tan necesitado de paz, seguridad y prosperidad".
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