El Sínodo plantea que a veces no hay rechazo a la familia cristiana, sino ignorancia de ella

En las sesiones del Sínodo de Obispos sobre la Familia en Roma del pasado miércoles por la tarde y jueves por la mañana, varias intervenciones (cada ponente tiene un máximo de 4 minutos para hablar) reflejaron que a menudo las sociedades no es que rechacen el modelo cristiano de familia, sino que no lo conocen, no lo entienden, no se le ha explicado bien. Otras veces, debido a la pobreza e ignorancia, no tienen medios para vivirlo. 

Por ejemplo, se dijo, en países ricos mucha gente desconoce lo que la Iglesia enseña sobre la regulación natural de la fertilidad, no conoce estos métodos ni por qué son radicalmente diferentes de la anticoncepción.

Y en las zonas pobres, muchos pueden vivir en concubinato, no por un rechazo ideológico al matrimonio, sino porque las circunstancias socioeconómicas hacen difícil el casarse, mientras que cohabitar es más practicable.

En general los grandes temas que se repiten en este Sínodo son el "acompañar" y el buscar un lenguaje que la gente entienda. 

Situaciones maritales difíciles
Más en concreto, en la séptima sesión, con la presencia del Papa Francisco, muchos hablaron de formar mejor a los católicos en una visión abierta a la vida. También se habló de hacer sentir a quienes viven situaciones maritales difíciles que siguen siendo "parte de la Iglesia".

Se insistió en "la indisolubilidad del matrimonio, basado en el hecho de que el vínculo sacramental es una realidad objetiva, obra de Cristo en la Iglesia".

Este valor debe ser defendido y tratado con una catequesis adecuada antes del matrimonio, para que la pareja esté plenamente consciente del carácter sacramental de la unión y de la naturaleza de su vocación. Es oportuno, además, un acompañamiento pastoral para parejas después de la boda.

Se dijo que "la Iglesia no es una aduana, sino una casa de familia, que debe ofrecer un acompañamiento paciente para todas las personas, incluso a aquellos que se encuentran en situaciones pastorales difíciles".

Se pidió distinguir "entre las personas que han abandonado a su cónyuge y las que han sido abandonado".

Se recordó que un divorciado vuelto a casar (es decir, alguien que cohabita maritalmente con quien ante Dios no es su verdadero marido) sigue formando parte d ela Iglesia y puede ejercer varias responsabilidades aunque no pueda comulgar.

También se ha subrayado la necesidad de simplificar y agilizar los procedimientos de declaración de nulidad del matrimonio.

Cohabitación por razones socioeconómicas
Sobre el concubinato en algunas regiones se ha comprobado que a menudo se debe a razones económicas y sociales, y no a una especie de rechazo a las enseñanzas de la Iglesia. A menudo, también, estas y otras situaciones de las uniones de hecho son experimentadas conservando el deseo de la vida cristiana, y por lo tanto requiere una adecuada atención pastoral.

Otras intervenciones, reiterando la imposibilidad de reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo, pedían un enfoque "respetuoso y no discriminatorio" de las personas con sentimientos de atracción por el mismo sexo. 

Explicar bien la regulación natural de la fertilidad
El cardenal André Vingt-Trois de París, en la homilía de la Misa, con el argumento de que el conocimiento y la aceptación del Magisterio de la Iglesia sobre la apertura a la vida son esenciales.

"De hecho - continuó - hay muchas personas a quienes les resulta difícil comprender la distinción entre los métodos naturales de regulación de la fecundidad y la anticoncepción. La principal causa de esta aceptación difícil está en la diferencia entre la antropología cristiana y la de la mentalidad dominante. Por esta razón, desde el punto de vista pastoral, es importante saber más acerca de la consistencia de la visión antropológica de la Iglesia y con ella un nuevo lenguaje y en colaboración con el mundo académico".

El don de la vida y la castidad
En las intervenciones de los Padres sinodales se ha reiterado que "el don de la vida (así como la virtud de la castidad) son valores fundamentales del matrimonio cristiano" y se ha subrayado la gravedad d un crimen como el aborto.

"Al mismo tiempo, se han puesto de relieve las muchas tragedias que muchas familias viven, por ejemplo, en ciertos contextos de Asia, donde hay casos de infanticidio, de violencia contra las mujeres, la trata de seres humanos. Ha sido, por lo tanto, subrayada la necesidad de dar énfasis al concepto de la justicia entre las virtudes fundadoras de la familia".

Que los padres eduquen en la fe
Se ha entonces afrontado la cuestión de la responsabilidad de los padres en la educación de sus hijos en la fe y las lecciones que esta ofrece, "tal responsabilidad es de suma importancia y es importante que se tenga la debida atención. Entre otras cosas, se ha observado que la atención pastoral de los niños puede crear un punto de contacto con las familias que se encuentran en situaciones difíciles".

Hablando de los niños, se hizo hincapié en los efectos negativos de la anticoncepción en la sociedad, lo que dio lugar a la disminución de la tasa de natalidad.

Frente a este escenario, los católico no debe permanecer en silencio, sino que deben llevar un mensaje de esperanza: los niños son importantes, dan vida y alegría a sus padres y fortalecen su fe y las prácticas religiosas.