Francisco, a los jóvenes, antes de dejar Grecia: «Déjate amar por quien siempre cree en ti»
Pocas horas de abandonar territorio griego de regreso al Vaticano, Francisco se reunió con los jóvenes este lunes por la mañana en la escuela San Dionisio de las Hermanas Ursulinas de Marusi, una ciudad al noreste de Atenas.
El Papa fue recibido con cánticos por unos niños al llegar. Luego, en el pabellón donde se celebró el acto, los presentes le cantaron el himno de la JMJ de Roma 2000, el ya clásico Jesus Christ you are my life. Eran jóvenes procedentes de todo el país, muchos de ellos hijos de inmigrantes filipinos, ucranianos, polacos y croatas.
Tras unos bailes tradicionales griegos, tres jóvenes expusieron sus testimonios de fe, y luego Francisco se dirigió a ellos a modo de respuesta a esas tres intervenciones, hablándoles de la fe y de las dudas que podían asaltarles en algún momento de su vida.
"No tengáis miedo de las dudas", dijo, "porque no son faltas de fe. Al contrario, con 'las vitaminas de la fe': ayudan a robustecerla, a hacerla más fuerte, más consciente, la hacen más libre y madura, más dipuesta a ponerse en marcha y avanzar con humildad, día a día. Y la fe es justo eso: un camino cotidiano con Jesús, que nos toma de la mano, nos acompaña, nos anima y, cuando caemos, nos levanta".
El asombro
¿Qué hacer entonces cuando aparecen esas dudas que "no nos dejan en paz y no se sabe por dónde comenzar"? El Papa propuso "reencontrar el punto de partida", acudiendo al punto de partida "de la filosofía, del arte, de la cultura, de la ciencia", expresado en "una palabra magnífica, thaumàzein, el maravillarse, el asombro. Así empezó la filosofía, por el estupor ante las cosas que son, ante nuestra existencia, ante la armonía de lo creado, ante el misterio de la vida".
Pero el asombro "no es solo el comienzo de la filosofía, es también el comienzo de nuestra fe", continuó el Papa: "El Evangelio nos dice muchas veces que cuando alguno conoce a Jesús se asombra, siente el asombro. En el encuentro con Dios siempre hay asombro: es el inicio del diálogo con Dios".
Y les hizo esta reflexión: "Queridos jóvenes, pensad que si a nuesto ojos la creación es hermosa, ¡a los ojos de Dios cada uno de vosotros es infinitamente más hermoso! Para Dios, somos una maravilla extraordinaria. Dejaos invadir por este asombro. Déjate amar por quien siempre cree en ti, por quien te ama más de cuando tú puedas amarte a ti mismo. No es fácil comprender esta amplitud y profundidad del amor, pero es así: basta con dejarse mirar con la mirada de Dios".
“Vales por lo que eres, no por lo que tienes. No vales por la marca de la ropa o por el calzado que llevas, sino porque eres único”, le insistió a cada uno de ellos.
La valentía
También les animó a ver la vida como "un servicio": "Dedicarse a los demás no es de perdedores, es de vencedores; es el camino para hacer algo realmente nuevo en la historia... Para tomar las decisiones adecuadas, recordad una cosa: las buenas decisiones incluyen siempre a los demás, no sólo a uno mismo. Esas son las decisiones por las que vale la pena arriesgarse, los sueños que hay que realizar; aquellos que requieren valentía y que implican a los demás”.
Francisco concluyó insistiendo en ese arrojo: “Valentía para ir hacia los demás, nunca aislado, siempre con los otros. Con esa valentía cada uno se encontrará a sí mismo, encontrará al otro y encontrará el sentido de la vida”.